miércoles, 30 de diciembre de 2015

REFERÉNDUM DEL 21 DE FEBRERO, CUANDO POLARIZAR NO SIRVE

A medida que se va acercando la consulta del 21 de febrero de un cambio en la constitución que permita que Morales y García se postulen otra vez el 2019, se  nota una cierta angustia en el MAS. La forma como  han diseñado su campaña suena a evaluación presidencial, tiene olor a plebiscito. Plantean el referéndum como que no tiene que ver centralmente con la modificación de la Constitución, sino con la continuidad o no de Morales en la presidencia. Por ello, solo les sirve ganar por una amplia mayoría, reeditar los triunfos en las elecciones presidenciales de 2005 y 2009 donde casi 6 de cada 10 bolivianos optaban por Morales. Si ganan por una cifra menor o pierden se desgastan políticamente, ya que se leería su baja votación como un voto de desconfianza a la actual gestión del MAS.



Para evitar esto Morales ha puesto en acción dos estrategias que las veremos con mayor nitidez en las semanas venideras: por una parte muestra los logros de su gestión que resume en 10 puntos y, por otro, se dedica a tipificar a los posibles votantes por el No como gonistas, vendepatrias y derechistas. Hace poco el presidente dijo explícitamente “en política solo hay izquierda o derecha, en política  solo hay si estamos con el pueblo o estamos con el imperio”, “quienes están con el No están detrás de Goni (Gonzalo Sánchez de Lozada) detrás de (Carlos) Sánchez Berzaín”.  (Página Siete 23.12.2015).

Se dice que una de las maneras de fracasar en política es creer que lo que fue efectivo antes puede serlo ahora. El MAS cae en ese error. Repite una fórmula que le sirvió en las elecciones de 2005 y de 2009, cuando el país pasó por la explosión simultánea de los clivajes territoriales, étnicos y de clase.  Las alusiones a los “vendepatrias” de la derecha no solo que captaban votos  sino que eran fuertemente movilizadoras: la gente efectivamente optaba no solo a favor de Morales sino contra el anterior sistema de partidos que se había enfangado en ineptitud y corrupción. Hoy, es probable que esta dicotomización no sea efectiva porque la derecha en Bolivia es como el fantasma de Canterbille, (la genial novela de Oscar Wilde): un fantasma que existe pero que no parece asustar ni hacer daño a nadie.

El problema es que esta estrategia, aunque errada, calza bien en el perfil político y discursivo de Morales. Al final un político se acostumbra a cierto libreto, a cierta teatralidad, a cierta máscara que no puede cambiarla muy fácilmente. Morales es como el producto más puro de la polarización política, nace y crece en la confrontación, en la búsqueda y derrota de adversarios. Surgió como el más importante dirigente cocalero cuando convirtió a la hoja de coca en el símbolo de la lucha contra los Estados Unidos; pudo derrotar a los partidos del ancien regime al tipificarlos como enemigos de la patria, en laboriosos confabuladores de la unidad e integridad territorial.

Hace falta saber si este estilo de Morales es útil para ganar el referéndum del 21 de febrero. En primer lugar no interpela a una buena porción de votantes jóvenes para quienes las dictaduras que asolaron el continente entre los años 70 y 80 o la guerra del agua y del gas no son más que referencias en libros de historia. En segundo lugar, su propio discurso centrado en interculturalidad, anticapitalismo y buen vivir, se ha desgastado por lo poco que se efectivamente se avanzó y, tercero, porque, probablemente, para la gente (ya lo vimos en Argentina y Venezuela) la agenda prioritaria más bien sea la de generar consensos como clave para construir instituciones que permitan estabilidad económica, mejor justicia y lucha contra la corrupción.


En 1945, Winston Churchill, el mítico político británico que había comandado la victoria de los aliados frente a Alemania en la segunda guerra mundial, se presentó a elecciones, perdió: el discurso de Churchill servía  para la guerra no para la paz. 

lunes, 21 de diciembre de 2015

DE DIVERSIDAD SOCIAL, MOVIMIENTOS SOCIALES Y ESTADO

Cuando Evo Morales en enero de 2006 juraba, por primera vez, como presidente de Bolivia, lo hacía montado sobre la ola de cambio que los movimientos sociales habían generado, (aquellos que protagonizaron las jornadas de las guerras del agua y el gas). Consciente de esta realidad la presidencia de Morales se anunció como un gobierno de los movimientos sociales, lo que inmediatamente despertó el apoyo de toda la dirigencia sindical y gremial y, por supuesto, también el beneplácito de la intelectualidad de izquierda que, al fin, podían ver que sus utopías académicas se hacían realidad.

Todo invitaba a pensar en nuevos días para la sociedad y el Estado: por una parte el liderazgo provenía de uno de los movimientos sociales, los cocaleros del Chapare, que habían convertido la hoja de coca en un símbolo antiimperialista; las organizaciones que lo apoyaban tenían formas de lucha que combinaba hábilmente las calles con la campaña electoral y, por último, su discurso apelaba al retorno del estado y la patria antes que al mercado y la globalización.  En aquel entonces casi nadie se atrevió a negar que, efectivamente, en Bolivia, estaba en curso un gobierno de los movimientos sociales. Boaventura de Souza Santos, uno de los más preclaros intelectuales de la nueva onda progresista, saludó la idea como revolucionaria.



En efecto, la idea era revolucionaria porque planteaba al estado dejar de ser estado y a los movimientos sociales dejar de ser movimientos sociales, lo que no era poca cosa.  Por una parte, exigía al estado generar procedimientos institucionales para mantener procesos de  consulta permanente con la gente, el pueblo (solo así se podía cumplir la máxima de “gobernar obedeciendo”) y, por otra, exigía a los movimientos sociales dejar las calles, los caminos, las protestas, para institucionalizarse, para hacerse estado.

Pasados los años se vio que esto era imposible, por una simple razón: era contranatura: ni el estado puede dejar de mantener su visión de las cosas, dejar de imponer su propia agenda que implica orden y acatamiento, ni los movimientos sociales pueden convertirse en estado sin negarse a sí mismos. Esto ya se vio de manera temprana cuando en la Asamblea Constituyente desde los sectores indigenistas se pidió mayores espacios políticos por identidad indígena lo que fue rechazado y, posteriormente en septiembre de 2012 cuando a raíz del conflicto por el TIPNIS dio una tensión entre la voluntad modernizadora y extractivista del estado y la voluntad medioambientalista de la sociedad.

En los hechos, la forma como fue resuelta la contradicción en la que no existe un estado en perpetua consulta y acatamiento de la sociedad fue por medio de la forma populista clásica, en la que un líder deja de lado la consulta con el pueblo para convertirse en su intérprete, en su exegeta, en la persona que conoce más  mejor lo que quieren las masas, el pueblo. De esta manera, los mecanismos de consulta se hacen superfluos ya que, en rigor, el líder posee esa capacidad.

Por su parte, la segunda contradicción en la que los sindicatos y agrupaciones en el poder dejaban de lado su capacidad de crítica al poder para convertirse en estado fueron resueltos por medio de su debilitamiento. Sus dirigentes dejaron sus espacios de lucha para hacerse gestores públicos, para engrosar la burocracia estatal, para formar parte de directorios. Por esa vía, los sindicatos y movimientos sociales fueron acallados como espacios de crítica y resistencia al estado, ya que, en los hechos, se convirtieron en dóciles instrumentos del poder, un poder legitimado por el voto y el aplauso de las masas es cierto, pero un poder que se hacía cada vez más estado y menos movimiento social.

El resultado de este proceso está a la vista: los movimientos sociales dejaron de hablar y de protestar y de resistir al poder, antes bien contribuyeron a la consolidación de un liderazgo personalista que los vigila tanto como los controla.  Hoy los movimientos sociales están en el gobierno pero a costa de haber renunciado a sus más caros objetivos como la defensa de la madre tierra, la democracia intercultural y la lucha contra la sociedad de consumo. Es cierto que estos son los ejes del discurso gubernamental, pero una amplia base empírica señala que lo que hizo el gobierno es no desarrollar políticas de defensa del medio ambiente, no abrir espacios de participación y representación política a las comunidades indígenas y promover una amplia cultura de consumo.

Empero, quizá sea exagerado decir que hoy los movimientos sociales  están en el poder, en realidad quienes están en el poder son sus dirigentes que, naturalmente, no son lo mismo. Elos se han alejado de sus bases y sus postulados, lo que ha engendrado divisiones que se transformaron en demandas de autodeterminación respecto del Estado.

A lo largo de 2015, se han mostrado movimientos campesinos en crisis (elecciones subnacionales, FONDIOC), también hemos visto surgir a movimientos de base territorial como el Comité Cívico Potosinista con demandas de equidad regional y, últimamente, constatamos que varias organizaciones sin estar necesariamente articuladas a partidos políticos, luchan por el No a la repostulación del binomio Evo - García para las elecciones de 2019, lo que nos señala una cierta reconstitución de la sociedad civil y de sus organizaciones. 

Probablemente, el 2016 será el año en que se devele los principales rasgos de esta nueva aparición de la sociedad civil y de su capacidad de efecto estatal. Esto ocurre porque a diferencia de lo que pasa en otros países, en Bolivia, el poder no transita entre la izquierda y la derecha sino entre el Estado y la sociedad.

martes, 8 de diciembre de 2015

EVO MORALES Y LA SOLEDAD DEL PODER

Poco a poco Morales se va quedando solo en el poder. Aunque cada día se llene de aplausos, aunque cada día se llene gente en los coliseos y canchas que entrega por todo el país, se va quedando solo. Esta soledad es mucho más patente en la medida que Morales, de un tiempo a esta parte, lo que hace es repetir un libreto y echar mano a unas ideas que fueron importantes y revolucionarias en su momento pero que ahora ya padecen desgaste de tan usadas. Una de ellas fue echar la culpa de todo al imperialismo, explicar los propios fracasos a partir de la supuesta acción nefasta de fuerzas extranjeras;  otra, la de ver en todo acto opositor, en toda crítica desde la vereda ideológica contraria el un inicio de golpe de estado, de una confabulación; y, la tercera, afirmar que las críticas hacia el y su gobierno no son producto de una idea razonable, digna de tomar en cuenta, sino como proveniente de ominoso racismo.



No es que estas ideas estén equivocadas sino que de tanto usarlas ya suenan a pasado, a muletilla, a moneda feble. Para empezar no es aceptable su discurso antiimperialista si se va a Nueva York a seducir empresarios capitalistas para que inviertan en nuestro país; segundo, no es creíble acusar de golpista a una oposición que ni siquiera puede articular una buena estrategia electoral y, finalmente, no puede decir ser víctima del racismo cuando los cuestionamientos vienen de sectores indígenas.

Hay una conexión entre tener el poder y la posibilidad de cambiar de discurso político, lo que no implica necesariamente cambiar de ideas y de ideales sino de renovarse. Empero, para ello se necesita de creatividad, de conexión con la realidad, de personas que sean capaces de leer lo que dice la sociedad, de interpretarla adecuadamente.

Eso es lo que no tiene Morales.

Y no lo tiene porque, desde el inicio de su mandato, con una sistematicidad de exitoso suicida se ha deshecho de los intelectuales que, justamente, aportaban con ideas novedosas al llamado proceso de cambio. Ellos, cuando el MAS era oposición, en tensión con los conceptos dominantes, habían causado un revuelo en las ideas sobre la sociedad y el estado. Académicos como Luis Tapia y  Raúl “Chato” Prada, entre otros, teorizaron sobre la contradicción de tener un Estado monocultural en una sociedad diversa y multisocietal, planteando la necesidad de transformación del Estado, no solo de sus instituciones ni de su sistema político.

De alguna manera este debate precedió a los cambios que se dieron en la Asamblea constituyente (2007-2008), fueron las líneas maestras que delinearon el nuevo Estado plurinacional y que se convirtieron en una suerte de sentido común de los constituyentes del campo indígena y popular. Hoy todos estos intelectuales ya no caminan junto a Morales.

Una cosa parecida sucedió con el despido de sus cuadros más importantes, aquellos que habían acompañado a Morales desde el proceso inicial y que eran la base de apoyo discursivo en los espacios propiamente políticos, como el Parlamento, las organizaciones sociales y los sindicatos. Algunos de ellos eran líderes locales que eran el sutento de la emisión discursiva del MAS en sus regiones y que cuando se atrevieron a contradecir la opinión oficial fueron condenados al ostracismo político. El tercer desgaje es con los líderes indígenas que son como el corazón de la identidad masista, muchos de ellos se alejaron del MAS decepcionados por el hecho de que la tan propagandizada plurinacionalidad no se materialice en un sistema político intercultural.

De esta manera, lo que tenemos en el MAS es un fuerte déficit de ideas renovadoras, sus intelectuales suelen repetir pero no teorizar sobre los logros del proceso de cambio, sino véase lo que ocurre en el ámbito académico con sus intelectuales orgánicos y lo que pasa en el parlamento. Los dirigentes indígenas se han alejado tanto de Morales que ahora engrosan las filas del No a la modificación de la constitución. Siguiendo a Popper diríamos que la ideología del MAS lo que hace ahora es comprobar una y otra vez sus propias hipótesis, sus propias certezas, solo atina a mirarse en su complaciente espejo. Así no se hace ciencia y menos política.


Esto ha provocado que el MAS ahora sea una maquinaria de enfrentar elecciones y no vencer en las ideas. Su discurso luce desgastado y agotado porque las fuentes de renovación de ideas, de creatividad política, hoy están en los espacios críticos o antagónicos al MAS. Algo está pasando en la sociedad y en su imaginario que el MAS no está sabiendo aquilatar adecuadamente. El MAS se ha convertido en un aparato gubernamental que hace obras, lo que no está mal, pero la materia prima de la política no es el cemento sino las ideas. 

lunes, 30 de noviembre de 2015

EL GOBIERNO EN LA ENCRUCIJADA DEL PODER Y LA CORRUPCIÓN

En los últimos días el MAS está leyendo con cuidado las encuestas y escuchando atento a sus asesores de imagen gubernamental. Los datos les informan que un flanco débil de su gestión es la corrupción, un factor que les resta votos en su objetivo de lograr el triunfo del Si a la reforma de la constitución que permita la repostulación del binomio Evo-Álvaro para las elecciones presidenciales de 2019.


Entre los varios casos de corrupción, el más relevante es del Fondo de Desarrollo Indígena Originario Campesino (FONDIOC), tanto por el monto robado (se habla de 78 millones de bolivianos) como por los implicados en la misma. La fiscalía ha asumido acciones y ha ordenado la detención de  Julia ramos exministra de desarrollo rural y tierras, del Senador masista Jorge Choque y del  exdirigente del MAS Damián Condori.

Hace falta saber si estas acciones lograrán avanzar hacia otras personas que también tienen que ver con las denuncias de corrupción, veremos si también se investiga a otras implicadas como Nemesia Achacollo y Felipa Huanca que, hasta el momento, permanecen libres e intocadas. El hecho de que se hayan detenido a varios importantes dirigentes del MAS y que otros estén bajo sospecha, expresa, con toda nitidez, que la corrupción ha alcanzado a la médula y corazón del poder masista, lo que lo convierte en un factor de fuerte deslegitimación del gobierno.

Recordemos que, en varios países vecinos al nuestro,  la corrupción ha corroído la credibilidad y la popularidad de sus  gobiernos: en Brasil, uno de los factores de crisis política fue el hecho de que altos funcionarios fueron descubiertos en contratos oscuros e ilegales con la estatal petrolera Petrobras; que en Chile, Michel Bachelet empezó a descender en su popularidad cuando su hijo fue acusado de acceder a información gubernamental privilegiada; que en Argentina la debacle krichnerista empezó cuando varios personajes del gobierno fueron acusados no solo de corrupción sino de ligazón con el narcotráfico.



Luchar contra la corrupción cuando ella salpica a los principales dirigentes del partido es un gran desafío político. No puede el gobierno meter a la cárcel a sus operadores políticos sin debilitarse el mismo. Por ello, el gobierno de Morales, busca una ecuación en la que logre revertir sus negativos en su imagen en relación a la corrupción sin romper los equilibrios políticos al interior de su propio partido; en otras palabras, tiene la urgencia de mejorar en su intención de voto para el referendo de febrero de 2016, sin que esto genere una crisis que ponga en riesgo la unidad partidaria.

Esto es así, porque los implicados en la corrupción no son simples militantes masistas, en muchos casos, son verdaderos símbolos del partido, mujeres y hombres que estuvieron a lado de Morales y que fueron la bases con la que se construyó el MAS- IPSP. Algunos de ellos son representantes de los movimientos sociales que apoyaron la llegada de Morales al poder y que hoy trabajan duramente para que este líder continúe en la primera magistratura. Nemesia Achacollo, Felipa Huanca y Julia Ramos fueron, en su momento, dirigentes de la más importante organización sindical campesina como es la Confederación de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa; por su parte, Jorge Choque y Damián Condori fueron dirigentes de la Federación de Campesinos Tupak Katari y de la Federación de Campesinos de Chuquisaca respectivamente.


Al detener al importantes dirigentes del MAS el poder da muestras de luchar contra la corrupción, empero eso no puede ser todo, hace falta una profunda reforma de las instituciones ligadas a la justicia, lo que pasa necesariamente por dotar de independencia y autonomía a los poderes legislativo y el judicial, objetivos todavía impensables en tiempos en que el Estado trata de concentrar y no de ampliar el poder. 

lunes, 23 de noviembre de 2015

ELECCIONES EN ARGENTINA Y LA NECESIDAD DE REPENSAR EL ESTADO

El viernes pasado en la localidad de Huacalera, Jujuy-Argentina, el candidato opositor Mauricio Macri  -ataviado con una chalina que hacía recuerdo a las usadas por los bailarines del tinkuy en Bolivia- cerraba su campaña electoral con rogativas a la Pachamama y masticado de hojas de coca. Macri, quien según sus biógrafos, ingresó a la política contradiciendo las órdenes de su exigente padre (un empresario con intereses en telefonía móvil, construcciones y autos) terminaba así una larga campaña electoral donde había sido acusado, con razón y sin razón, de querer volver al pasado neoliberal, de buscar acuerdos con el FMI y de planificar un ajuste económico de duras connotaciones sociales. Macri rechazó todas estas sindicaciones, argumentando que lo que a la Argentina le urge hoy es más producción y menos cambios dramáticos, más instituciones y menos populismo, más cambio y menos continuismo. Uno de los hechos que señala la incomodidad y sorpresa de Macri ante esta campaña negativa es la pregunta que lanzó en el debate presidencial del domingo 15 de noviembre, dijo a su contendor Daniel Scioli: “¿en qué te has convertido o en qué te han convertido?”, para hacer alusión al hecho de que Scioli, conocido por espíritu conciliador, se había transformado en un portavoz del odio y de la denostación krichnerista.



           El día de ayer domingo 22 de noviembre, Macri ganó la segunda vuelta electoral, siendo electo como presidente de Argentina. Pese a que la diferencia con el segundo no fue la que esperaban los partidarios de Macri ni la que predijeron las encuestadoras, este resultado marca un cambio profundo de la composición de las elites políticas; transformación más notoria por cuanto el krichnerismo en el poder, se sentía invencible política y electoralmente.

¿Cuáles son los cambios que se pueden vislumbrar en el gobierno de Macri? A mi juicio el más notorio será en el plano internacional, Macri ha anunciado que pedirá la expulsión de Venezuela del Mercosur bajo el argumento de que el país caribeño no respeta los derechos humanos; también ha planteado una apertura comercial junto a una política de crecimiento empresarial que establezca acuerdos con países como Estados Unidos y Europa y, por último, ha prometido un estilo de gobernar que se anuncia será de menos ataque del adversario político y más de conciliación. En suma, lo que se viene con Macri es un alejamiento de la corriente de los países del giro a la izquierda como Venezuela, Ecuador y Bolivia y un acercamiento a países como Estados Unidos y Europa como imprescindibles socios comerciales y una gestión presidencial más abierta al pacto y la transparencia.

En el plano interno un aspecto clave será el diseño del rol del Estado.  Como se sabe, los regímenes de izquierda, pusieron como marca de gestión una revitalización del estado como ordenador de la economía y la sociedad. Tanto en Argentina, Ecuador, Venezuela y Bolivia, el estado retornó acompañado de una gran cantidad de dólares provenientes de la venta de recursos naturales que dotó a los gobernantes de una gran disponibilidad de recursos para impulsar la economía, desarrollar obras de infraestructura y ejecutar programas sociales. Empero, este retorno, no trajo institucionalidad democrática ni mayor autonomía estatal; en los hechos el estado fue capturado por grupos de poder que lo hicieron funcional a su proyecto de poder.



Es más, una amplia evidencia empírica señala que hoy el estado en América Latina adolece de los mismos problemas estructurales de las décadas anteriores al giro a la izquierda, que se reflejan en que el estado no llega a todos los espacios territoriales del país y que, cuando lo hace, no puede imponer orden y autoridad. Con mucha frecuencia, el estado es desafiado por redes de corrupción que tuercen la legalidad; no puede controlar las redes de delincuencia y de narcotráfico; y tiene que negociar con grupos de interés político y económico en desmedro de los intereses de la comunidad y del medio ambiente.


La naturaleza de estos problemas no son exclusivos de la Argentina, Bolivia en mayor o menor medida también los padece. Empero pensar en un cambio hacia el neoliberalismo es un error tanto como pensar que no se debe enmendar los yerros de los gobiernos de izquierda. Por ello, lo que haga Macri en los primeros meses de su gestión puede marcar algunos caminos y obstáculos para los nuevos desafíos que debe afrontar el estado en Bolivia.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

LA SOBERANÍA

Es muy común pensar que la única forma de referirnos a la soberanía del estado es en relación a la categoría pueblo. Sin embargo esto no es así en otros países. Al respecto Theda Skopol señala:
"los europeos continentales piensan que la “soberanía” reside en las instituciones administrativas centralizadas, los británicos se centran en los partidos políticos, en el parlamento y los ciudadanos estadounidenses se niegan a calificar de soberano a ningún órgano concreto, atribuyendo la soberanía al Derecho y a la Constitución".
En Bolivia nuestra cultura política nos impide pensar que la soberanía o parte de ella reside en las instituciones políticas, por eso esperamos muy poco de ellas, las miramos con desconfianza sino animadversión. Preferimos pensar que la soberanía reside en nosotros, en el pueblo, en ese colectivo que cada cierto tiempo va a votar o que lucha en las calles. Pero como el pueblo no puede estar en todos los momentos haciendo uso de su soberanía, necesita de un líder que le señale el rumbo, un caudillo que interprete las verdaderas necesidades del pueblo.
Que en Bolivia de vez en cuando aparezcan líderes que quieran estar en el poder indefinidamente, no solo tiene que ver con la política, sino también con la forma como imaginamos el estado y sus instituciones.

lunes, 16 de noviembre de 2015

REFERENDO PARA LA REPOSTULACIÓN PRESIDENCIAL. ¿NACE UNA NUEVA OPOSICIÓN EN BOLIVIA?

En torno al No a un cambio en la constitución que permita una nueva repostulación presidencial se van configurando las características de la nueva oposición en Bolivia. En primer lugar se trata de una oposición que no discute los elementos básicos de la corriente masista, como es la nacionalización de los hidrocarburos, la política de  bonos, la inclusión social. Lo que pone en cuestión, que no es poco, es la deriva populista del proceso de cambio que ha convertido a Evo Morales en el eje en torno al cual giran todas las decisiones gubernamentales.


Gran parte de esta oposición ha hecho sus primeras armas junto al llamado proceso de cambio y se ha alejado del MAS por divergencias con la cúpula masista, a la cual acusa de haber creado un círculo cerrado en torno al poder gubernamental. Se podría decir que ellos son los desencantados de Morales pero no del proceso de cambio. En ese sentido, ellos critican que el MAS se haya convertido en una maquinaria para reproducir el poder, pero no un instrumento para profundizar la democratización del estado.

Amalia Pando, Eduardo Maldonado, Cecilia Chacón o Damian Condori, que ya han dicho que harán campaña por el No, son personas a las cuales no se les puede acusar de estar en la línea contraria al proceso de cambio sino a la forma de gobernar del MAS. Han criticado la amenaza estatal sobre los medios de comunicación,  los acuerdos cupulares para la designación de candidatos, el no respeto por la madre tierra y la forma violenta de la resolución de conflictos. Es más, son líderes que han salido de las canteras del MAS y que apoyaron las medidas de la primera gestión de Morales (2006-2008), por tanto de ellos no se puede sospechar de derechismo o de oposición al actual modelo de estado.

Si dejamos de lado que la otra oposición, la Samuel y Tuto no participará de forma directa (ellos calladitos esperarán a ver qué pasa) podemos decir que lo que se juega en febrero es un estilo de gobierno y no un modelo de estado. Lo que medirán las urnas el 21 de febrero de 2016 será el cansancio con un estilo de gobernar que tiene como rasgos la concentración del poder, el cierre de la libertad de expresión, la no alternancia en el poder. Aspectos que tienen como símbolo el referendo para permitir un cuarto mandato del binomio Morales – García.

Aunque todas las comparaciones son odiosas, en ciencia política no lo son, por eso vale la pena ver lo que ocurre más allá de nuestras fronteras. En Argentina, por ejemplo, el debate se ha centrado en un cambio en la forma de gobernar. Los spots del candidato opositor Mauricio Macri ponen énfasis en un cambio en un estilo de gobierno que ha hecho del ataque al adversario y de la concentración del poder sus rasgos más relevantes. Lo que propone Macri es salir de este esquema para ingresar a otro donde la ciudadanía se reencuentre, se mire sin odios y lejos de la polarización política (en muchos casos creada artificialmente por Cristina Krichner). Por su parte, el oficialista Daniel Scioli, en la última parte de su campaña, ha tratado de mostrar que si él no es elegido como presidente lo que viene es una supresión de los beneficios sociales conseguidos durante los años de gobierno del matrimonio Krichner-Fernandez. El mensaje es claro, sin el krichnerismo en el poder, no hay futuro posible para la Argentina.


En Bolivia las campañas irán por un rumbo parecido. El MAS tratará de mostrar el voto por el Si como un voto por el modelo de estado, (poniendo énfasis en que este no puede continuar si no es bajo el liderazgo de Morales y García ) y de que votar por el No es votar por el retorno al estado neoliberal y a su sistema de partidos. En suma, el MAS tratará de llevar el debate hacia la gestión de gobierno, aunque eso no sea el tema central, puesto que en el referendo no se juega ningún espacio de poder.

Por su parte, los partidarios de la opción del No tratarán de mostrar que lo que se juega no es tanto el modelo del estado, sino de una forma de gobernar que coarta la libertad de expresión, que elimina el equilibrio de poderes y que concentra la decisión en una sola persona.  


En esas condiciones, todo dependerá de cómo maneje su discurso la opción por el No para convencer de que hay vida para el estado plurinacional, más allá de Morales, discurso absolutamente contrario al del MAS que tratará de convencer de que si no mantenemos en el poder al binomio Morales – García, Bolivia, sencillamente, carece de futuro. 

lunes, 9 de noviembre de 2015

¿DEMOCRACIA DEL MIEDO?

Al parecer en América Latina vivimos un particular momento en la política, donde los gobernantes hacen esfuerzos por tratar de concentrar el poder mientras que la sociedad se empeña en abrirlo. Una etapa en que los líderes políticos buscan que las fidelidades partidarias sean monolíticas y de largo plazo cuando la gente tiene lealtades difusas y cambiantes que se expresan en votaciones distintas según cada espacio de poder, nacional o local; un estado que busca controlar, homogeneizar y sancionar a una  sociedad cuya característica, en cambio, parece ser la heterogeneidad, la liquidez como diría Bauman. ¿No es acaso una expresión de esto el esfuerzo del estado  por controlar los medios de comunicación cuando la sociedad, a través de las redes de internet, no solo que recibe información sino que la comenta y genera?


Ante esto el recurso del poder es apelar a que la masa actúe guiada por sus temores, por su incertidumbre. La fórmula es simple: se muestran las prestaciones sociales para la salud o la educación como creaciones del gobierno en el poder y luego se afirma que todo eso se perderá si gana el candidato de la oposición. Lo preocupante  de estas estrategias es su efectividad, así ganó la segunda vuelta para las elecciones presidenciales Dilma Roussef contra Aécio Neves en Brasil y es la apuesta de Cristina Kirchner para anular a Mauricio Macri  y volcar los votos a favor de Daniel Scioli en la segunda vuelta para las elecciones presidenciales en Argentina.

Es cierto, una de las características de la sociedad actual es la incertidumbre, pero ello entre sus causas está la ausencia de instituciones capaces de dotar al ciudadano de certeza en la igualdad de las reglas y  en la expectativa de un estado capaz de hacer cumplir las mismas. El miedo al futuro nace cuando desde el estado se construye un discurso que defiende que todo lo logrado como bienestar social no es producto del movimiento de la sociedad sino el resultado de las acciones de un líder o lidereza, mismos que, en su magnanimidad, deciden conducir a la sociedad hacia mejores días. Así el futuro solo puede ser posible si esos gobernantes permanecen en el poder.

Lo curioso es que este panorama se presenta en regímenes que tienen como discurso el fortalecimiento del estado y de sus instituciones y que, en realidad lo que hacen es concentrar el poder; se presenta en gobiernos que construyen un gobierno cada vez más vigilante y punitivo pero que no edifican un estado que garantice la justicia; aparece con un estado paternalista que decide, desde arriba, lo que quiere la gente pero que es sorda a sus demandas.

Esta apelación al miedo como estrategia política se presenta en gobiernos que han perdido capacidad de dar visiones de futuro que sean producto de la coherencia entre sus postulados y sus actos; en gobiernos que dicen luchar por naturaleza y a la vez buscan construir carreteras o explotar petróleo en parques ecológicos; que postulan combatir por la justicia social y promueven nuevas oligarquías, en fin, en regímenes que toman como bandera la lucha contra la corrupción y no encarcelan a los que la promueven.  Empero la situación política en Brasil y Argentina donde los movimientos ciudadanos protestan contra estos regímenes nos muestran que, en realidad, quien le teme al futuro es el poder y no la sociedad. 

jueves, 29 de octubre de 2015

Evo, Fidel y Coco Chanel

Al presidente Morales nos acostumbramos a verlo visitando lugares alejados de Bolivia, llegando a comunidades campesinas a entregar obras y jugar fútbol. Todos los días Evo acompañado de los camarógrafos de TVB llegaba a una población e iniciaba su rutina: entrega de obra, denostación del adversario político y fútbol. Por ello, nos pareció sorpresivo verlo nada menos que en Nueva York, en la meca del capitalismo mundial poniendo a Bolivia en vitrina, invitando, entusiasta, a que los capitalistas se animen a invertir en Bolivia.

Las razones para este cambio de destino en la andadura presidencial no son otras que la escasez de dólares en las arcas estatales. La necesidad tiene cara de hereje repiten los más experimentados y tienen razón: Bolivia necesita del ingreso de divisas de fuentes alternativas a las de los hidrocaburos y minerales.
No obstante, Morales no es original, sus pares de Cuba, los hermanos Castro, hace rato que ya tomaron ese camino, ellos también hacen esfuerzos porque los burgueses tornen sus individualistas y egoístas ojos hacia cuba y se animen a arriesgar sus capitales. Hasta el momento los Castro ya cosecharon algunos éxitos, lograron atraer a la casa de moda francesa Coco Chanel que en mayo de 2016 realizará un desfile de modas en La Habana. Sus modelos mostrarán ropas que no estarán al alcance del habitante medio de cuba, (con 30 dólares mensuales no alcanza ni para medio vestido) pero si para el turista que puede pagarlo.
Quien no parece haber entendido por donde van las cosas con el imperio parece ser Nicolás Maduro, el imitador de Chavez. Continúa con su lógica de acusar de todos los desastres al capitalismo y de enjuiciar y encarcelar a sus contendientes.
La interrogante es que, con todo, quizá Morales llega tarde, acude a los capitalistas extranjeros cuando la economía boliviana muestra cifras descendentes. Si tomamos en cuenta que el petróleo y la minería son los productos estrellas de Bolivia, es poco probable que los inversores se animen a invertir en este rubro cuando, justamente, los precios no invitan a la esperanza de grandes ganancias. Entonces donde invertirán? en la soya?, en los textiles?, en una fábrica de zapatos, no lo creo. En estos rubros lamentablemente Bolivia tiene pocas ventajas competitivas, y no por falta de personas dispuestas a trabajar, sino porque sencillamente estos sectores no fueron prioridades en la larga gestión de Morales. Por ello, si los capitalistas tornan su torva mirada hacia Bolivia será en los dos rubros antes mencionados y con ello habremos puesto santo y seña a nuestro destino de ser un país extractivista y poco diversificado. Alguien debería recordarle a Morales que entre 1995 y 2011 ingresó más de dos mil millones de dólares de inversión extranjera a las minas potosinas sin que la realidad económica de este departamento haya cambiado gran cosa.

domingo, 18 de octubre de 2015

Repostulación presidencial: ¿necesaria para el pueblo o útil para quien habla en su nombre?


Uno de los argumentos más utilizados por la militancia del MAS para justificar la elección indefinida de Morales es que ella será sometida a consulta del pueblo.  El argumento es incontrovertible, porque todos estamos de acuerdo en que la base de la democracia es el pueblo donde recae, al final, la soberanía del estado, esto es su capacidad de decidir libremente.

Sin embargo,  los problemas surgen cuando tratamos de saber lo que es pueblo. Por ejemplo, para los nacionalistas pueblo es el sujeto portador de una terminada identidad, es el conjunto de personas que llevan las características más claras del ser nacional, como las costumbres, la lengua y la historia. Para otros, el pueblo son los pobres, los desheredados, los subalternos, el grupo de individuos que necesita apoyo o que son víctimas de algún rico, de algún oligarca.

Estas definiciones no están exentas de ambigüedades ya que eso implica saber quiénes son los pobres, desheredados y explotados por los ricos. Pongamos un ejemplo: para el MAS el pueblo son los movimientos sociales, aquellos grupos corporativos que apoyan el proceso de cambio y que creen que Morales debe estar indefinidamente en el poder; en cambio, los habitantes del departamento de Potosí, los que hicieron la huelga de los 27 días, no son el pueblo como tampoco los son los indígenas de las tierras bajas, aquello que caminaron en defensa del TIPNIS.  Ambos sectores pueden tener los mismos rasgos de pobreza y de exclusión, sin embargo no por eso son conceptualizados como pueblo, para que ese término alcance dimensión objetiva y material hace falta que alguien lo haga. Esto ocurre porque la definición de quiénes son el pueblo está ligado de manera indisoluble a la lucha por el poder, ya lo decía Francois Furet en su libro Pensar la revolución francesa: “Puesto que el pueblo es el único que tiene el derecho de gobernar o que debe al menos, en caso de no poder hacerlo, volver a instituir permanentemente la autoridad pública, el poder está en manos de aquellos que hablan en su nombre”.

Para evitar estas complicaciones, es decir para que cada quien no tenga su propia certeza de lo que es el pueblo, se ha inventado las urnas, el voto, donde la idea llamada pueblo, se expresa y alcanza materialidad. En este caso, ya no es una persona o un líder mesiánico el que define lo que quiere el pueblo sino son las urnas, lo que suena más democrático. Sin embargo, ahí surge el dilema de todas las democracias representativas. ¿Cuándo y por qué se debe consultar al pueblo?,  para responder, partamos de que no se puede consultar de todo y para todo al pueblo, por un tema obvio de oportunidad y de recursos. Un estado no se puede dar el lujo de convocar a la ciudadanía a votar a cada momento, se tiene que priorizar los temas por los cuales se hace necesario convocar a la ciudadanía a las urnas.

¿Cómo llegamos a saber qué temas son prioritarios de ser consultados? Siguiendo la experiencia boliviana se puede decir que los bolivianos fuimos a las urnas para tres casos: a) definir o relegitimar la titularía del poder; b) para aprobar un nuevo ordenamiento jurídico ya sea constitucional o autonómico; y c) para aclarar algo que no está escrito en la Constitución o que no esté claro, como la consulta por el gas.

Soy de la opinión que el referendo por la reelección, a la cual iremos en febrero del año próximo, no se adecua a ninguno de estos casos: por una parte no se trata de un vacío constitucional, ya que la Constitución establece el tiempo y el número de veces que debe reelegirse al presidente y vicepresidente; no pasamos por un momento en que el poder esté vacante o que esté deslegitimado (el MAS y sus voceros permanentemente nos dicen que su popularidad siempre está en alzada) y, por último, no se trata de una consulta que complemente o aclare algo que no esté explícito en el ordenamiento jurídico del país.  

En suma, el argumento de que es el pueblo el que será consultado en febrero no define el debate en torno a la reelección. Hace falta saber si esta consulta es necesaria para el pueblo o solo útil para quien habla en su nombre.

lunes, 5 de octubre de 2015

Carlos Mesa y el dilema de defender la nación y no el Estado




Desde el pasado martes 29 de septiembre el expresidente Carlos Mesa solo recibe elogios por su actuación en una entrevista en Televisión Nacional de Chile. No es para menos, en la misma vapuleó con datos y capacidad analítica a su entrevistador que, por más esfuerzos que hizo, no pudo encontrar la vía para debilitar los argumentos de Mesa. Eso era previsible, Mesa es un ducho comunicador fogueado en el debate de ideas y lo demostró en la entrevista.
Más allá de las dotes de comunicador y de historiador que todos reconocemos en Mesa, pienso que su popularidad se debe a que se mueve en un espacio discursivo y simbólico que automáticamente genera adhesión popular, por el simple hecho de que la reivindicación marítima es un asunto que nos identifica como nación boliviana.
Cuando Mesa aparece en la televisión defendiendo a Bolivia, echando en cara a los chilenos la verdad histórica sobre la usurpación marítima, eso nos interpela porque lo que dice Mesa no es solo su verdad sino nuestra verdad histórica, la de todos los bolivianos. Una verdad que comparte el rico y el pobre; el sabio y el ignorante, el camba y el colla, el masista y el opositor.
Aunque parezca raro, ese mismo sentimiento nace cuando juega la selección boliviana o, cuando el motociclista W. Nosiglia, al culminar el Dakar, exclama viva Bolivia. La causas pueden ser distintas y los motivos también, la clave está en que tanto Mesa, como el grupo de futbolistas y Nosiglia hablan, a su manera, en nombre de la comunidad política imaginada llamada Bolivia, en ese espacio donde todos nos reconocemos como iguales, de ahí su popularidad.
El problema aparece cuando Mesa sale de este cómodo ámbito de la nación, deja de hablar del mar cautivo y empieza a referirse a la política boliviana, esa que tanto nos preocupa y afecta al común de los mortales. Ahí los aplausos ya no son tan unánimes, su postura contraria a la rereelección de Morales lo confirma: el presidente del senado molesto puso a Mesa en las filas de la oposición (esa de Tuto y Samuel) y la siempre locuaz Ministra de Comunicación, utilizó un silogismo para desacreditar la postura de Mesa: todos los que están en contra de la reelección de Evo están contra la patria, Mesa lo está, ergo Mesa es un antipatriota.
Naturalmente que también los dilemas son para Carlos Mesa, son dilemas de una naturaleza ética. ¿hasta qué punto se puede estar con un gobierno que se salta la Constitución y modifica la misma a su antojo?, ¿hasta qué punto la defensa de la nación y del mar justifica estar con un gobierno que hace aquello hiere las convicciones políticas en las que uno cree?.¿Se puede defender solo la nación y no criticar abiertamente al estado?

miércoles, 30 de septiembre de 2015

ENSEÑANZA DEL PASADO REFERENDO: LAS AUTONOMÍAS TIENEN QUIEN LAS ESCRIBA, PERO NO QUIEN LAS DEFIENDA


Franz Flores Castro

Ciertamente que los análisis sobre los resultados en el pasado referéndum autonómico, donde ganó el No, se parece a una discusión entre adivinos. Muchos analistas tratan de vislumbrar lo que ocurrirá en el referéndum sobre la reelección de Morales del próximo año, a partir de lo ocurrido el pasado 20 de octubre. Estas posturas, equivocadamente, comparan dos eventos de naturaleza distinta y olvidan que el elector contemporáneo vota como ciudadano y no como militante. Más allá de estas interpretaciones propongo mirar los resultados a partir de dos ejes analíticos: la política territorial y el rol de las elites.

Uno de los elementos básicos de todo proceso descentralizador o autonómico es que apunta a un cambio en la distribución territorial del poder. La idea es que el poder estatal no está igualmente distribuido en todas las regiones, que unas tienen mayor capacidad política que otras y de que la autonomía es una vía para cambiar esta situación a favor del nivel subnacional. La autonomía plantea una contradicción entre el poder ejecutivo que trata de concentrar todos los hilos del poder y unas regiones que buscan disminuir este poder potenciando el de su propia región. Con la autonomía diríamos que se juega lo que en términos convencionales conocemos como el “peso político” del departamento.

Lógicamente que este es un proceso muy complicado porque el centro rara vez quiere ver disminuido su poder territorial. De hecho, cada vez que se ha planteado procesos de descentralización, el centro siempre ha tratado de evitar esta propuesta, en general, blandiendo el argumento que ello atenta contra la unidad de la nación, que la divide, que la separa. Eso es lo que argumentaron los liberales en la convención de 1901, el MNR en la convención constituyente de 1938 y el MAS en 2008.
Por otra parte, para que exista una necesidad de restarle al estado central su poder se necesita que un grupo de personas vean en el centralismo un obstáculo a la expansión de sus intereses, ya sean económicos y/o políticos;  en otras palabras, una elite para la cual es insoportable y atentatorio a su estabilidad como clase que otros decidan por ellos, que otros actores, en el centro estatal, tomen las decisiones que les incumben. En apoyo a este argumento se pueden citar los casos históricos de Guayaquil en Ecuador o Santa Cruz en Bolivia, dos regiones que cuando vieron que sus intereses económicos estuvieron en riesgo por el giro político a la izquierda que se daban en el centro, (Correa en Ecuador, Morales en Bolivia) postularon la autonomía como una vía para resguardar sus intereses.

Esto es lo que en mi criterio explicaría el masivo No a los estatutos autonómicos en los departamentos de Potosí y Chuquisaca. En estas regiones no se habrían incubado unas elites poderosas a las que les interese un cambio en la distribución territorial del poder, un grupo de actores que puedan construir una serie de consensos con la sociedad civil a partir de su propio proyecto de región  (que en el fondo es su proyecto de clase). Son elites inútiles que viven al amparo de sus alianzas con los actores del estado central. En Potosí claramente los cooperativistas, (actualmente una elite económica), tiene asegurados sus intereses en base a las alianzas políticas con el MAS. En Chuquisaca, al no haber una elite económica, la nueva elite política ratifica su alianza con el centro para asegurar su  poder.

Por tanto, no hubo mayor entusiasmo por las autonomías en las regiones consultadas porque no existen actores que quieran apuntalar un proceso autonómico. Los grupos de poder a lo sumo trataron de que el estatuto autonómico no vulnere sus intereses. La gran lección de este proceso es que las autonomía no solo necesitan quien las escriba sino quien las defienda.

jueves, 23 de julio de 2015

¿Qué es COMCIPO?


El Comité Cívico Potosinista (Comcipo) agrupa a instituciones sindicales, gremiales, provinciales y empresariales del departamento de Potosí. Fue fundada el 2 de agosto de 1976 durante el gobierno militar de Hugo Banzer. En sus inicios reunió a profesionales y representantes de la clase media que enarbolaron demandas como una planta de fundición de zinc, la construcción de un aeropuerto y caminos (El Siglo, 3.08.1976). Su discurso se puede caracterizar de izquierda y nacionalista y pese a que a lo largo de su vida ha recibido muchas críticas, (representatividad de sus dirigentes, utilización de Comcipo para conseguir favores personales o ingresar a la política) siempre se ha constituido en un efectivo canal de agregación de las demandas regionales, gozando de una alta legitimidad y capacidad de acatamiento de sus decisiones.


miércoles, 15 de julio de 2015

ESTADO, MINERÍA Y SOCIEDAD CIVIL, ALGUNOS APUNTES PARA ENTENDER EL CONFLICTO POTOSINO Franz Flores Castro

Potosí electoramente nunca fue un problema para el MAS, cabe recordar que en las elecciones de 2002, cuando Evo Morales candidatea por primera vez a la presidencia de la república, ganó en el departamento con un 34 por ciento a dos puntos del MNR; posteriormente, para las elecciones de 2005, el respaldo potosino al MAS y Morales fue contundente ya el MAS ganó en el departamento de Potosí con el 57.8% % de los votos, seguido muy de lejos por Poder Democrático y Social (PODEMOS) con el 25.6%. En virtud a esta votación el MAS logró dos senadores y diez diputados, la más grande brigada parlamentaria departamental conseguida por partido alguno en varias décadas de democracia.



¿Por qué el MAS tuvo semejante respaldo  en Potosí? Las razones pueden ser muchas, pero creo que lo que principalmente sedujo al votante potosino fue que el MAS ofrecía el retorno del Estado y con ella un mayor control sobre la explotación de los minerales. El MAS prefiguraba un horizonte distinto al modelo neoliberal que había cerrado sus minas y condenado al desempleo a miles de trabajadores de la COMIBOL.
Cuando Morales en enero de 2006 llega a la presidencia lo hace montado sobre un alza de precios de los recursos naturales. Potosí estaba en una franca recuperación de su minería y tanto los empresarios como la propia población recibían estas noticias con mucha esperanza. Al fin, luego de más de dos décadas, los minerales potosinos volvían a tener precios altos.  A fines de enero de 2005 ya se habla de la recuperación plena de la actividad minera. Un informe del Ministerio de economía señala un incremento del 36% en las exportaciones mineras respecto del año 2004,  porcentaje que, en términos monetarios, significaba que el departamento había exportado por un valor de 221.842.630 dólares, lo que configuraba el fin de la crisis y el inicio una  nueva bonanza minera. Sin embargo, la población potosina  si bien entiende que la bonanza minera le traerá mejores días, también tiene la experiencia de que esos recursos pueden salir del departamento sin ser aprovechados por la región para su desarrollo y modernidad; los datos y noticias que se tienen en esos días indican que es más probable lo segundo: la misma fuente ministerial indica  que el pago por regalías  mineras, es decir el porcentaje de impuestos que se destinan a los departamentos productores, era apenas de un 1,58% del total de exportaciones, solo 3.526.293 dólares. Adicionalmente se hacen conocer denuncias de que los mineros, en especial los cooperativistas, no reinvierten sus ganancias en el departamento prefiriendo comprar lotes y casas en otros departamentos.
Con estos antecedentes es lógico que se pueda pensar que agenda de demandas que tenía la sociedad potosina era un aumento sustancial en el porcentaje de regalías mineras, una reinversión de su ganancias, un control de la contaminación que generan los ingenios mineros y una mayor diversificación a partir de la minería; en suma, una utilización de los recursos mineros para lograr modernidad y desarrollo.  Para ello era necesario que el estado construya un conjunto de instituciones y diseñe políticas que garanticen la vida y el futuro de la población. Empero, nada de eso se cumple, ya que lo que principalmente le interesa al gobierno es garantizar el flujo de recursos de la minería potosina, para lo cual establece un pacto con uno de los actores más poderoso de la región como son los cooperativistas mineros (socios en algunos casos de las transnacionales mineras), lo que le permite un gran respaldo político y electoral. Esta alianza provoca serios efectos en la ciudad de Potosí ya que, en muchos casos tiene una agenda de demandas contraria a los interese mineros. Por ello deja pasar o hace oídos sordos a demandas como control de la explotación del Cerro Rico de Potosí, a un  un control de la contaminación, al pago por el uso de aguas potables. Para el estado el único interlocutor válido son las empresas mineras, con quienes pacta, acuerda y establece objetivos comunes, la sociedad civil potosina solo es un dato, algo que no merece tomarse en cuenta más que en época electoral.   
Por ello es que 2010, la sociedad civil potosina ya se ha desencantado por completo. Ve pasar la bonanza minera sin que ello haya significado un cambio sustancial en su vida. Los objetivos de generar desarrollo, cohesión social, seguridad de futuro, imagen de modernidad, que corresponden al estado y que, además, fue central en el discurso de Morales no se han cumplido en la periferia potosina, al contrario, la bonanza minera, solo contribuye a ratificar el imaginario de que la riqueza minera sirve para el desarrollo de otros departamentos y no para la región. Es más, existe en realidad la sensación de que las cosas son peores con la minería: la ciudad está contaminada, el ordenamiento urbano es un caos, la gente, los jóvenes tienen como único horizonte de vida la migración, la gente para curarse de una dolencia más o menos complicada tiene que ir a otra ciudad, ante la falta de empleo las calles se llenan de informales, etc.
En estas condiciones es que explota la huelga de los 19 días en 2010 cuya fuerza y unidad ya hablan de esta especie de cansancio y de bronca acumulada de una sociedad que confió en un cambio de rumbo con la presidencia de Morales.

En el presente año 2015, acaba de retornar el conflicto regional y, aunque parezca increíble, las mismas demandas que motivaron el conflicto de los 19 días en 2010 son las que ahora, de nuevo, motivan el paro. También parece increíble que el gobierno tenga la misma interpretación del conflicto: que se trata de un movimiento político ocasionado por unos cuantos revoltosos.  Quizá la solución sea simple: que el gobierno cumpla con sus principios de retorno del estado y con sus promesas electorales.