jueves, 27 de agosto de 2009

Discurso de presentación del libro sobre Narrativas y Políticas de la identidad en los valles de Cochabamba, Chuquisaca y Tarija.



Autores: Walter Sánchez, Alejandra Ramírez, Gretel Lambertín, Franz Flores, Carlos Vacaflores y Pilar Lizárraga

En principio quiero agradecer la amabilidad de Anita Lema en hacer posible la presentación de este libro y, por supuesto, a la Fundación UNIR, representada por Virginia Kolle, que fue la institución que auspició la investigación y la publicación de sus resultados.

Este libro, titulado “Narrativas y Políticas de la identidad en los valles de Cochabamba, Chuquisaca y Tarija”, es producto de una reflexión no solo interdisciplinaria sino interregional ya que en el mismo trabajaron investigadores de Cochabamba y de Tarija, además, de Gretel Lambertin y mi persona que nos tocó estudiar los valles de Chuquisaca. Por tanto no solo fue un diálogo entre profesionales de distintas disciplinas, sino también un diálogo entre distintas sensibilidades regionales, lo que creo es una riqueza del libro.

El libro tiene dos partes claramente distinguibles: el primero es un estado del arte sobre la temática de la identidad y de la interculturalidad, trabajo que ha supuesto dedicarle una buena porción de tiempo a la lectura y revisión de libros que tenían que ver directa o indirectamente sobre las identidades étnicas, las identidades de elites, generacionales, de género y las identidades territoriales. Por tanto, el lector encontrará en el texto la presentación y análisis de una serie de libros que esperan servir de guía para futuras investigaciones. La idea es lograr saber cuánto ha avanzado la investigación en el tema de identidades y, en este sentido, el libro sugiere temas que pueden ser objeto de futuras investigaciones.

¿Que es lo que no sabemos? Pues creo que muchas cosas pero, de manera general, podríamos decir que el tema de las identidades han merecido estudios sobre todo micro, hay reflexiones sobre determinadas provincias o determinados grupos étnicos pero no hay una reflexión sobre lo que es la identidad chuquisaqueña o lo que es la identidad Sucrense. Pero no solo ello, también el estudio constata, que las investigaciones sobre Sucre son escasas: si bien podemos decir que existen interesantes contribuciones sobre la colonia, no se puede decir lo mismo para la época contemporánea, hacen falta investigadores e investigaciones. El actual evento de la RAE es un buen punto de partida para llenar esos vacíos de conocimiento

Desde otro punto de vista, hace falta realizar estudios sobre las múltiples identidades urbanas y expresiones culturales que se van configurando en nuestra ciudad. Si tomamos en cuenta la migración que se da del campo a la ciudad, por supuesto que en los bordes de la ciudad se están dando una serie de manifestaciones culturales que, en algún caso, rompen con la identidad que la vemos y la recreamos desde una visión céntrica y turística de Sucre. Sucre es la ciudad de la cueca y del bailecito, o es también de la de cumbia chicha y de las zapateadas?. Sucre es lo que muestran los folletitos del Sucre turístico o también es el mercado campesino, Lajastambo o el distrito 8?. Hay culturas que se muestran y culturas que se invisibilizan; hay un Sucre culto y también un Sucre oculto.

Las identidades se van construyendo, son fluidas y cambiantes, eso se sabe, lo que no se sabe es si en Chuquisaca, estamos construyendo una identidad cerrada en si misma o abierta al diálogo intercultural. Si partimos del hecho de que toda identidad siempre se construye en relación con el otro, es decir que expresa unas relaciones de poder, podemos decir que las identidades no son apolíticamente neutras, expresan visiones que a la vez se transforman en actitudes hacia el otro. Si es una identidad cerrada, se verá a los otros siempre con desconfianza sino es que con una actitud abiertamente hostil, si se trata de una identidad abierta, tratará de respetar esa diferencia y tratará de comprender y aprender del otro. Algo de la visión cerrada y algo de la abierta se puede constatar que existe en el chuquisaqueño.

El estudio también constata la dificultad de entender las identidades en Bolivia apelando al discurso del mestizaje. Ya que si bien es innegable que toda cultura, no solo la boliviana, son la suma de varios cruzamientos biológicos y culturales; el decir “mestizo” remite a la idea no de una nueva identidad sino a la idea de que no hay mayores diferencia identitarias entre los bolivianos. Aparentemente lo que pasa hoy es que el mestizaje se ha convertido en un discurso que está a contrapelo de lo que hoy se da casi en todo el mundo y que es la aparición y recreación de múltiples identidades. A pesar de lo que creía la modernidad y la globalización que pronosticaba una sola identidad global, como dice Michel Wieviorka, debemos entender a la modernidad no como la sociedad donde las identidades se diluyen sino aquellas donde las identidades más bien se reproducen y recrean.

La situación descrita en el libro implica para Chuquisaca el desafío de un mayor diálogo entre el campo y la ciudad, dialogo que hoy está lamentablemente roto y un mayor diálogo entre el centro de la ciudad y sus periferia de migrantes. Esto no es tarea fácil, ya que supone un cambio de mentalidad anclada en el pasado, hacia una mentalidad más abierta a la pluralidad.

martes, 11 de agosto de 2009

¿El racismo: retórica del discurso político?


El otro día pasaba por el atrio de la Universidad y me llamó la atención un bloqueo sumado a los gritos de estudiantes que no se qué pedido tenían. No era una habitual demanda estudiantil, es decir estudiantes contra autoridades. Aparentemente, también, en medio, había una lucha entre los propios estudiantes, mismos que, agrupados se gritaban e insultaban mutuamente. Pero eso no era lo desagradable, sino que, entre ambos bandos, de pronto, se empezaron a lanzar insultos racistas. Un grupo llamaba potosinos a los otros y los otros, en respuesta, les espetaban que eran unos llameros, en clara alusión a la indianidad de los otros.

Si este tipo de actitudes fueran hechos aislados que surgen de vez en cuando, pase, pero, lamentablemente no es así, gran parte de los gritos de protesta que se profieren hoy, tienen ese contenido claramente racista. Como aquellas frase que dice: “antes eran botas y ahora son ponchos y ojotas” o el otro que dice “el que no salta es llama”.

Lo grave de esto es que cuando el insulto racista se hace habitual, cuando se naturaliza el denigrar al otro con apelativos que tienen que ver con la condición étnica de una persona, o peor aún, cuando el insulto racista se hace parte de la lucha política, las ideas políticas se convierten en meros slogans y cliches que se repiten infinita y acríticamente, lo que a la larga es un terreno propicio para los autoritarismos.

Por supuesto que esto pasa en varias partes del país. En distintos escenarios y con distintos actores hay insultos racistas, sin embargo, es bueno recordar lo peligroso que es para la convivencia pacífica de la sociedad, el hacer de las expresiones racistas un recurso retórico del discurso político.