martes, 8 de diciembre de 2015

EVO MORALES Y LA SOLEDAD DEL PODER

Poco a poco Morales se va quedando solo en el poder. Aunque cada día se llene de aplausos, aunque cada día se llene gente en los coliseos y canchas que entrega por todo el país, se va quedando solo. Esta soledad es mucho más patente en la medida que Morales, de un tiempo a esta parte, lo que hace es repetir un libreto y echar mano a unas ideas que fueron importantes y revolucionarias en su momento pero que ahora ya padecen desgaste de tan usadas. Una de ellas fue echar la culpa de todo al imperialismo, explicar los propios fracasos a partir de la supuesta acción nefasta de fuerzas extranjeras;  otra, la de ver en todo acto opositor, en toda crítica desde la vereda ideológica contraria el un inicio de golpe de estado, de una confabulación; y, la tercera, afirmar que las críticas hacia el y su gobierno no son producto de una idea razonable, digna de tomar en cuenta, sino como proveniente de ominoso racismo.



No es que estas ideas estén equivocadas sino que de tanto usarlas ya suenan a pasado, a muletilla, a moneda feble. Para empezar no es aceptable su discurso antiimperialista si se va a Nueva York a seducir empresarios capitalistas para que inviertan en nuestro país; segundo, no es creíble acusar de golpista a una oposición que ni siquiera puede articular una buena estrategia electoral y, finalmente, no puede decir ser víctima del racismo cuando los cuestionamientos vienen de sectores indígenas.

Hay una conexión entre tener el poder y la posibilidad de cambiar de discurso político, lo que no implica necesariamente cambiar de ideas y de ideales sino de renovarse. Empero, para ello se necesita de creatividad, de conexión con la realidad, de personas que sean capaces de leer lo que dice la sociedad, de interpretarla adecuadamente.

Eso es lo que no tiene Morales.

Y no lo tiene porque, desde el inicio de su mandato, con una sistematicidad de exitoso suicida se ha deshecho de los intelectuales que, justamente, aportaban con ideas novedosas al llamado proceso de cambio. Ellos, cuando el MAS era oposición, en tensión con los conceptos dominantes, habían causado un revuelo en las ideas sobre la sociedad y el estado. Académicos como Luis Tapia y  Raúl “Chato” Prada, entre otros, teorizaron sobre la contradicción de tener un Estado monocultural en una sociedad diversa y multisocietal, planteando la necesidad de transformación del Estado, no solo de sus instituciones ni de su sistema político.

De alguna manera este debate precedió a los cambios que se dieron en la Asamblea constituyente (2007-2008), fueron las líneas maestras que delinearon el nuevo Estado plurinacional y que se convirtieron en una suerte de sentido común de los constituyentes del campo indígena y popular. Hoy todos estos intelectuales ya no caminan junto a Morales.

Una cosa parecida sucedió con el despido de sus cuadros más importantes, aquellos que habían acompañado a Morales desde el proceso inicial y que eran la base de apoyo discursivo en los espacios propiamente políticos, como el Parlamento, las organizaciones sociales y los sindicatos. Algunos de ellos eran líderes locales que eran el sutento de la emisión discursiva del MAS en sus regiones y que cuando se atrevieron a contradecir la opinión oficial fueron condenados al ostracismo político. El tercer desgaje es con los líderes indígenas que son como el corazón de la identidad masista, muchos de ellos se alejaron del MAS decepcionados por el hecho de que la tan propagandizada plurinacionalidad no se materialice en un sistema político intercultural.

De esta manera, lo que tenemos en el MAS es un fuerte déficit de ideas renovadoras, sus intelectuales suelen repetir pero no teorizar sobre los logros del proceso de cambio, sino véase lo que ocurre en el ámbito académico con sus intelectuales orgánicos y lo que pasa en el parlamento. Los dirigentes indígenas se han alejado tanto de Morales que ahora engrosan las filas del No a la modificación de la constitución. Siguiendo a Popper diríamos que la ideología del MAS lo que hace ahora es comprobar una y otra vez sus propias hipótesis, sus propias certezas, solo atina a mirarse en su complaciente espejo. Así no se hace ciencia y menos política.


Esto ha provocado que el MAS ahora sea una maquinaria de enfrentar elecciones y no vencer en las ideas. Su discurso luce desgastado y agotado porque las fuentes de renovación de ideas, de creatividad política, hoy están en los espacios críticos o antagónicos al MAS. Algo está pasando en la sociedad y en su imaginario que el MAS no está sabiendo aquilatar adecuadamente. El MAS se ha convertido en un aparato gubernamental que hace obras, lo que no está mal, pero la materia prima de la política no es el cemento sino las ideas. 

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