miércoles, 28 de mayo de 2008

LOS JÓVENES Y LA POLÍTICA EN SUCRE













Cada juventud tiene sus símbolos y sus íconos se dice. La juventud boliviana de los años setenta fue marcada por las dictaduras y la imagen del Che Guevara y la de los ochenta y noventa por la democracia. Desde una perspectiva política, son los cambios en el sistema político los que marcan a una generación y que delinea su forma de pensar y de actuar. En este sentido será menester preguntarnos ¿Cuál es el efecto que sobre la juventud ha tenido la debacle del sistema de partidos y el nacimiento de un nuevo panorama político a partir de 2005?, ¿Cómo asume el joven de hoy la idea de la interculturalidad?, ¿Se puede hablar de una juventud más tolerante desde el punto de vista de su cultura política o, por el contrario de un joven atrincherado en sus identidades primarias como el regionalismo y el racismo a tono con la polarización política del país?, en fin ¿Cuál el rol actual del joven en la democracia?.

Antes de hacer un breve esbozo de la participación del joven en la política sucrense de hoy, establezcamos que el contexto político actual en la ciudad de Sucre, es absolutamente distinto al de antes de la instalación de la Asamblea constituyente. De una manera u otra, el conflicto por la capitalidad y su decurso posterior ha modificado el campo político regional, reconfigurando a los actores y los proyectos políticos regionales, recreando el campo de lo discursivamente válido, y cambiando la trama de las alianzas interregionales. El discurso político de hoy en la ciudad de Sucre gira en torno a dos ejes: la demanda de la capitalía plena y las autonomías regionales. Por su parte hay un actor político hegemónico que es el Comité Interinstitucional que actúa como cohesionador de una multiplicidad de organizaciones locales y de partidos políticos, y es el ente aglutinador y canalizador de las demandas regionales. Por último, a contrapelo de la propia historia regional, se ha establecido y privilegiado fuertes nexos políticos con los líderes de la media luna.

En este sentido y como ocurre en gran parte del país, no hay un sistema de partidos que en el sentido clásico sean capaces de generar una interdiscurvisidad democrática, que establezca visiones políticas a largo plazo para la región. Los partidos de oposición y sus líderes, no actúan con una visión nacional de la política, por que les parece más rentable políticamente un apoyo ambiguo y oportunista a la demanda de capitalía en Sucre, mientras en La Paz sus principales líderes mantienen la idea de la inamovilidad de la sede de gobierno.

En este panorama, el rol que hoy juega una parte de la juventud en Sucre, es la de servir como fuerza de choque en los conflictos que se plantean a propósito de las demandas regionales: son ellos los engrosan las marchas, los que masifican las huelgas de hambre, los que bloquean, los que pelean contra policías y, al final los que con sus acciones dan efectividad política al discurso cívico.

Sin embargo, pese a lo importante de la participación juvenil, no se puede afirmar que la misma se haya traducido en alguna forma de liderazgo o de factor de poder al interior del movimiento cívico, ya que quienes hoy manejan los hilos de la política en Sucre, son una abigarrada y colorida mezcla de nuevos y viejos políticos a quienes une la oposición al Gobierno actual y la expectativa de su desgaste para, a partir de ahí, tratar no solo de rearticular su propio liderazgo sino el de sus partidos. Tanto en su discurso como en sus acciones estos políticos no tienen una visión intercultural ni intergeneracional, que sea integradora de las distintas realidades sociales, culturales y etáreas del departamento de Chuquisaca.

En estas condiciones, la posibilidad de que los jóvenes sean el factor de recambio generacional en la política sucrense es diluida por un factor bien simple: ausencia de una visión crítica de lo que acontece en la ciudad. Los políticos actuales están desplegando una especie de pedagogía de la intolerancia donde los mejores alumnos son los jóvenes cuyo saldo es obviamente favorable a los primeros. Ellos son los que dan los discursos y aparecen en los medios de comunicación y son los jóvenes los que van a las calles Son ellos los que capitalizan el apoyo político de la población mientras los jóvenes solo ganan simpatía. Son ellos los que enseñan que la intolerancia como norma en la política y son los jóvenes la que la ponen en práctica en las manifestaciones golpeando y humillando campesinos.

Lo triste es que en este peligroso juego de oposición discursiva y fomento fáctico de la violencia y de la intolerancia, la sociedad va perdiendo sus valores democráticos y por lo tanto su capacidad de resolución pacífica y negociada de los conflictos. Por tanto, no nos extrañemos si mañana, son los palos los que se imponen sobre las ideas, los gritos sobre la discusión razonada y el dogmatismo ciego y mudo sobre el pensar. La desintitucionalización entendida como la falta del apego a reglas y normas no nacen de la nada, surgen allí donde los valores democráticos han dejado de tener importancia y cuya víctima principal es la propia sociedad que la ha fomentado.

viernes, 16 de mayo de 2008

A PROPÓSITO DE ARENDT: EL PENSAR Y LA POLITICA









Como se sabe, para Weber la política es el conjunto de acciones capaces de incidir sobre la dirección y sentido de una comunidad política que es el Estado, actividad que necesita de conocimientos y de racionalidad. Esta necesidad de incidencia en el mundo también precisa de convencimientos, convicciones y creencias que están en la misma base del actuar político sin las cuales es imposible pensar en su realización. Este dilema entre la política en tanto acción planificada y en tanto pasión está planteada en Weber quien en una conferencia denominada La política como vocación dice:
"la política se hace con la cabeza y no con otras partes del cuerpo o del alma. Y, sin embargo, la entrega a una causa solo puede nacer y alimentarse de la pasión, si ha de ser una auténtica actividad humana y no un frívolo juego intelectual (: 154),
es decir, en política se piensa con la razón y se actúa con la pasión. Por tanto, habría una distinción entre la frialdad del conocimiento y la fuerza de la pasión, la segunda que empuja y la primera que conduce.
Es Hannah Arendt quien trata de problematizar y profundizar estos aspectos ya que, para esta filósofa, el conocer al que alude Weber y que elabora una serie de conceptos que nos ayudan en la acción en y sobre el mundo, no es equivalente al pensar en tanto éste es una actividad que no construye nada. Sintetizando: para Weber la actividad política necesita de pasión y de conocimiento, a esto, Arendt diría que la política necesita, además, del pensar.
Estas reflexiones en torno al pensar están inscritas en en su texto titulado El pensar y las reflexiones morales donde Hannah Arendt, a partir de la conducta del criminal nazi Eichmann hace una serie de reflexiones acerca del mal o de la capacidad de hacerlo y precisa, para el caso de Eichmann, que
a pesar de lo monstruoso de los actos, el agente no era un monstruo ni un demonio y la única característica específica que se podía encontrar en su pasado, así como en su conducta a lo largo del juicio y del examen policial previo fue algo enteramente negativo: no era estupidez, sino una curiosa y absoluta incapacidad para pensar (: 110), que se reflejaba en su adhesión simple y acrítica a pautas de comportamiento convencionales que hacía que lo que antes el consideraba su deber ahora era considerado un crimen. Esto lleva a preguntarse a la filósofa, si el pensar en tanto actividad diaria y cotidiana y que nos conduce a distinguir lo bueno de lo malo predispone a algunas personas a no cometer actos que dañan a los semejantes o, dicho de otra manera, predispone a no cometer el mal. El pensar como antídoto de los actos criminales.
Arendt siguiendo las reflexiones de Kant plantea claramente que conocer y pensar, son dos esferas distintas del ejercicio del intelecto, en tanto:
"la actividad de conocer es una actividad de construcción del mundo como lo es la actividad de la construcción de casas. La inclinación o la necesidad de pensar, por el contrario (…) no deja nada tangible tras sí, ni puede ser acallada por las intuiciones supuestamente definitivas de los sabios (: 114), pensar es un proceso donde se cuestiona las propias certezas y certidumbres en la búsqueda no de conocimiento de las cosas sino de sentido a las cosas. Continuamente estamos, nos movemos y usamos un conjunto de cánones, de reglas, de estereotipos, de frases, de clichés, de esquemas, de consignas las mismas que nos ayudan a vivir en la sociedad pero que deben ser criticadas y cuestionadas en función de un sentido que quizás no lo tienen. Por ello las sociedades que no ejercen el pensar, que no renuevan su convencimiento del sentido de las cosas, siempre obedecen las reglas o siempre aceptan la validez de las mismas, por que al perder su capacidad de pensar han perdido también su capacidad de juzgar dejando siempre su decisión en manos de otros. Y si bien para Arendt el pensar no es igual a juzgar sin duda están conectadas ya que reflexionar sobre lo bueno o lo malo, sobre lo bello o lo feo, sobre la pertinencia o no de un código de conducta siempre acarrea la toma de una posición. Como dice Arendt “no podemos esperar de la actividad de pensar ningún mandato o proposición moral y menos aún, una nueva y dogmática definición de lo que está bien y de lo que está mal” (: 115), ya que este no es su fin, sino esperar la comprensión de cuanto acontece y que al final nos reconcilia con el mundo.
Si aceptamos que el pensar es distinto del conocer se puede sostener por tanto que el pensar no tiene una relación con la sabiduría o estupidez de una persona: se puede ser un sabio y a la vez estar incapacitado para pensar, es decir para comprender la realidad o someter a una autocrítica las propias certezas o conclusiones que, como nos los recuerda Sócrates, son estatuas de barro cuando el viento del pensamiento recorre por ellos. Aquí, por supuesto, se puede decir cómo sociedades con altísimo nivel de conocimientos y con una larga tradición cultural pueden crear campos de concentración o bombardear ciudades civiles. Por ello, para Arendt, el ejercicio del pensar, esa capacidad que detiene la acción y que por un momento aísla al sujeto que lo hace de sus semejantes, debe ser exigible a toda persona “con independencia de grado de erudición o de ignorancia, inteligencia o estupidez que pudiera tener” (:114).
Pero ¿Cuál la importancia concreta del pensar en la política?, ¿cómo la actividad del pensar sirve para el estar juntos o para la convivencia de las sociedades? ¿Si el pensar en si mismo no produce nada y no son los hombres en comunidad los que lo hacen sino los individuos (ya que al hacerlo dejan, por un momento de estar en medio de los otros), cómo esta actividad personal puede servir a la política que es una actividad que se origina y tiene fin en la sociedad? ¿Si el pensar produce sobre todo perplejidades cómo puede servir a la política que, sobre todo necesita de certidumbres? Arendt propone que nos guiemos no en torno a la experiencia antes que en torno a doctrinas, ya que, al parecer existen libros en torno al producto del pensamiento pero muy pocos en torno a la experiencia del pensar. Usa como ejemplo a Sócrates quien, como se sabe, a través de la invitación al diálogo invitaba al ejercicio del pensar haciendo el papel de tábano en tanto aguijoneaba a la gente para que reflexione en torno a sus propias certezas y, también hacía el papel de comadrona, ya que se decía hacía nacer pensamientos nuevos o renovados allí donde aparentemente todo ya estaba resuelto. El producto de esto es doble: por una parte el pensamiento paraliza (en este sentido Sócrates también fue ligado a la imagen de un pez torpedo) ya que al estar los valores, pautas de conducta y códigos morales, puestos en cuestión hace que de pronto ya no podamos movernos tan cómodamente en el mundo como antes lo hacíamos, lo que siempre conlleva el riesgo del nihilismo, es decir en la negación de todos los valores (como lo hace actualmente el pensamiento postmoderno). Pero, sin duda, esta no era la intención de Sócrates ya que si bien el nihilismo o el escepticismo son riesgos siempre presentes esto no invalida la utilidad del pensar, ya que las perplejidad es el principio y de ninguna manera el fin del pensar.
El riesgo del pensar es mayor en el caso de la política, ya que la duda, la parálisis en la misma no es aconsejable ya que sobre todo la política necesita acción. Sin embargo la ausencia del pensamiento todavía lo es más ya que, dada su propia naturaleza, los líderes políticos actúan con pleno convencimiento de que sus pautas de conducta y sus valores son los válidos desde siempre y para siempre sin que el mas mínimo asomo de duda ensombrezca sus decisiones, lo que al final, es impuesto a la propia sociedad. Quizás estas sea la causa de la degradación de la política boliviana actual: esa correlación directa entre la radicalidad de las posiciones y la radical incapacidad para pensar las propias ideas y acciones, esa ausencia total de crítica de las propias certidumbres: todos creyendo firmemente en la correctitud de sus acciones y todos en coro respondiendo a los problemas de la sociedad con frases hechas y más que desgastadas; con consignas, con ideologías congeladas, con discursos que no llevan a ninguna parte.


BIBLIOGRAFÍA

ARENDT, Hannah
1995 De la historia a la acción, Barcelona: Paidos

WEBER, Max
1969 El político y el científico, Madrid: Alianza




viernes, 9 de mayo de 2008

DOS NUEVAS REVISTAS EN SUCRE

Dos revistas especializadas contribuyen al conocimiento de la economía y los negocios en Chuquisaca.
En las últimas semanas dos revistas científicas fueron presentadas en la Facultad de Economía de la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca. Se trata de la Revista “Investigación y Negocios” que contiene resultados de investigaciones de la carrera de Ingeniería Comercial y de la Revista “Hallazgos” que publica trabajos científicos de docentes y estudiantes de la carrera de Administración de Empresas.
En la Revista “Investigación y Negocios”, entre otros, discurren temas muy interesantes como el estudio sobre qué es lo que hacen y donde trabajan los noveles titulados de la carrera de Ingeniería Comercial o también un acercamiento a los estilos de vida de los habitantes de la ciudad de Sucre, identificando sus segmentos de mercado.
Por su parte en la revista “Hallazgos” existen un interesante análisis sobre el comportamiento de la inflación en Chuquisaca con un acercamiento a la variación de los precios en la ciudad de Sucre y un no menos valioso trabajo sobre la autoidentificación étnica de los estudiantes de Charcas.
Es de esperar que ambas publicaciones no solo se mantengan en el tiempo si no que mejoren tanto en la calidad de su contenido como en la riqueza y variedad de sus diferentes secciones.

martes, 6 de mayo de 2008

ESTADO Y AUTONOMÍAS EN BOLIVIA

Uno de los temas que sin duda marcará el debate político es el relativo al régimen autonómico, inicialmente colocado como parte del debate político por el movimiento cívico cruceño y luego, retomado por las organizaciones sociales afines al partido en el gobierno y propuesto como autonomías indígenas. En este breve artículo trataremos de comparar sus concepciones filosóficas relativas al estado, para vislumbrar sus posibilidades de (des)encuentro, mas sin analizar sus diseños concretos de autonomía.
En rigor ambas propuestas comprueban la existencia de una crisis estatal. Se parte del criterio de que entre sociedad y Estado existe una serie de fracturas y distanciamientos que limitan el margen de acción estatal, cuya expresión más visible son las recurrentes crisis de gobernabilidad. Sin embargo, lo que las distancia es la base filosófica y política que caracteriza las causas de esta crisis.
El discurso autonómico cruceño, sostiene que el Estado boliviano ha actuado a espaldas y a veces en contra de las regiones, las mismas que han tenido que luchar contra éste para lograr su desarrollo. Ponen como ejemplo los desastres que provocó en la economía regional cruceña la política de librecambio ejecutada por los gobiernos liberales entre 1900 y 1920 y también la lucha cruceña por las regalías hidrocarburíferas. En este sentido, el desarrollo cruceño se habría dado al margen e incluso, a pesar, del Estado denominado centralista. Naturalmente, esta postura no toma en cuenta lo beneficioso que fue para la economía de Santa Cruz, la política agrarista de la revolución nacional de 1952, que en los hechos significó un trasvase de las rentas mineras a la expansión del crecimiento de la frontera agrícola cruceña (Rojas 2005).
Por tanto, la crítica cívica cruceña al Estado boliviano tiene relación, sobre todo, con la relación de poderes entre un aparato estatal central que se lo califica de “secante y burocrático” y una región que tiene relativo poder político en relación a su poder económico. En este sentido el Estado boliviano actuaría como un factor que confisca los recursos regionales cruceños e impone políticas que no tienen que ver con el imaginario y lógica “camba”, distinta de la “colla”.
En suma no hay una crítica a las bases mismas de la formación Estatal actual, sino a su forma administrativa que, siendo centralista, es lenta en sus procesos, homogeneizadora en sus políticas, confiscadora de los recursos departamentales y poco democrática en su toma de decisiones (Urenda 2005).
Por su parte, la propuesta de autonomías indígenas, sostiene que la actual construcción estatal es negadora no solo de la diversidad étnica y abigarramiento social de nuestro país, sino de la mayoría indígena existente en nuestro país (Tapia 2002). Por tanto, hay un Estado monocultural y monoétnico que al no incluir a la lógica económica, cultural y política de los pueblos indígenas, -que el Censo de 2001 afirma son mayoritarios- es un Estado que no puede constituir nación como espacio simbólico y fáctico de una “comunidad imaginada” (Anderson).
Un elemento importante a tener en cuenta en esta postura, es la naturaleza del reconocimiento estatal de la diversidad ya que, lejos de las posturas multiculturalistas donde la inclusión de lo étnico se da a partir de la matriz estatal liberal, ampliando los márgenes de ciudadanía sin afectar notablemente la estructura del Estado, los que defienden esta posición, postulan que no solo se debe dar una inclusión formal de la diversidad, -por ejemplo a través de derechos políticos especiales a los indígenas- sino que el propio Estado debe sufrir una transformación, haciendo que la lógica económica y política indígena tenga igual capacidad de efecto estatal o igual poder fáctico, desorganizando las estructuras actuales de dominación (Tapia 2002; García 2005).
En suma, la concepción de Estado presentes en las propuestas autonómicas señaladas, probablemente expresan los debates actuales entre dos posiciones filosóficas: la liberal basada en la concepción de un Estado que tiene como sujeto al individuo y una concepción indigenista cuyo sujeto es la comunidad.


Sucre, 6 de octubre de 2007

[1] Politólogo y docente de la U.S.F.X.CH.

lunes, 5 de mayo de 2008

El nuevo tiempo político en Sucre

Fue un día de febrero, martes , a eso de las siete de la noche. A lo lejos, a unas cuadras de la plaza, ya se oían los infaltables petardos de las manifestaciones con las que ganan presencia y “contundencia” las protestas en nuestro país. Pues bien, como estoy cansado de los violentos y de la hipocresía y de las manipulaciones de los políticos, he decidido hace rato dejar de engrosar las marchas y tomo un taxi -Buenas tardes, a la urbanización Loyola por favor- Apenas me siento, la persona que acompaña al conductor, que parece ser la esposa, pregunta sobre la marcha, sobre lo que iría a pasar esa noche. Le contesto que lo que habrá es más violencia y confrontación y de lo poco que se hace para detenerla. En esas estaba cuando el taxi se detiene y recoge a una muchacha de unos 25 años, con facha de trabajadora de alguna institución pública que algo ha debido oír de mis palabras ya que, de pronto interviene en la breve charla exclamando que si es que la marcha termina en actos como la quema de la Prefectura, o de la casa del Prefecto, la ciudadanía sucrense debería apoyarlos, ya que tanto el prefecto como la Prefectura, no servían para nada. Le respondo que la Prefectura es un bien público que nada tiene que ver con el conflicto y que su destrucción solo afectará a los propios “chuquis”. A lo que ella responde que todo eso puede pagar el Evo, con la plata de los venezolanos y cubanos, que para eso están. Se baja, enojada, en una esquina y el taxi sigue su curso hacia mi casa. Luego la mujer del taxista, se da la vuelta y me lanza una pregunta inquisitorial: “usted es que aquí señor?” a lo que le respondo que no, que soy un potoco de cepa y que vivo por estos lares hace diez años. La mujer solo dice: “con razón”.
Así estamos por estos lados, con la gente enguerrillada, anegada en sus propias certezas y con ganas de herir, de hacer daño, de afectar de alguna manera al otro, identificado como opositor. La Plaza 25 de mayo, una de las más bellas de Bolivia, donde está la estatua del Mariscal Sucre y donde se lee la trillada frase que pide no destruir la obra de su creación, hoy es el lugar donde alguna vez se colocaron carteles con fotos de personas identificadas como traidoras a Chuquisaca y donde se llama a la confrontación en cada concentración de los cívicos sucrenses. Esa plaza tenía un pequeño detalle, que a otros les puede parecer mínimo, pero que en mi criterio “sacaba cara” por la ciudad autoproclamada libertaria y culta: en la esquina de las calles estudiantes y, justo a unos metros de la Casa de la Libertad, el artista Félix Arciénega colocaba unos interesantes collages y textos en una vitrina pequeña donde el viandante podía detenerse y apreciar los dibujos, muchos de ellos críticos y poco condescendientes con quienes detentaban el poder. Políticos, gobernantes, diputados, burócratas de la cultura, curas y hasta ciertas actitudes de la población eran blanco de los dibujos y frases de un artista que, rebelde como pocos, era una suerte de conciencia desdichada de la ciudad. La vitrina aguantó varios embates: escudados en la noche, hace algunos años, acólitos de algún politiquillo citadino, se encargaban de inflingirle algún daño y de amenazar de muerte a su autor. Pero el empecinamiento de Félix, hacía que apareciese nuevamente la vitrina de marras unos días después. Sin embargo, en los días del conflicto por la capitalía, a plena luz del día un grupo de personas que decían defender la Capitalía Plena, la destruyeron en nombre de la democracia y la vitrina y su autor nunca más aparecieron por Sucre. A cambio, en el mismo lugar, se colocaron afiches donde se leía la consigna de “Ni un paso atrás”
Es que el ya famoso conflicto por la capitalía ha cortado a cuchillo el decurso de la sociedad sucrense. Noviembre 2007 marca un antes y un después en la historia de esta ciudad. Si hace algunos años la tendencia política mayoritaria era de izquierda (recordemos que la ciudad era un bastión del MBL, hoy la sociedad se ha derechizado; si antes sus líderes veían con razonable distancia y prudencia el paquete autonómico cruceño, hoy lo aplaude e intenta imitarlo casi en todo. Si hace algún tiempo hablar de la media luna era sinónimo de radicalismo camba inapropiado para Chuquisaca, hoy es una ciudad que desea ser parte de ella. Si en el pasado era una ciudad que, pese a sus heraldos aristocráticos no tenía problemas con personas de otras ciudades, hoy hay un sentimiento antipaceño y antiaymara que se lee en las paredes y que se oye en las marchas.
Hoy el sucrense sabe que hay una línea que los separa de los que están con la región y los que están en contra de la región. Es una sociedad que no acepta matices, que se ha vuelto maniquea y donde el pensamiento único es el que prevalece. Es una sociedad cerrada que paradójicamente no mira hacia si misma sino hacia fuera o, mejor sería decir que mira al espejo que le ponen enfrente los de afuera. Disfruta con el título equívoco de capital de los departamentos autonómicos, o con el de ciudad donde se defiende la democracia y, en ese trajín, ha olvidado lo que ocurre en sus patios interiores: la ciudad no mira los problemas cotidianos, hace de la vista gorda a sus calles maltrechas y ondulantes, al desorden vehicular y comercial donde llegar de un lugar a otro en micro o auto es un acto de infinita paciencia y donde día tras día comercio informal va tomando la plaza principal, todo ello en desmedro de la imagen que vendió el municipio de ciudad turística.
Pero lo más grave aún es que la ciudad, en esta su cerrazón, ha colocado a las provincias de Chuquisaca como antagónicas: dos de los núcleos discursivos del movimiento cívico como ser el del retorno de los poderes y las autonomías son discursos pensados y emitidos básicamente desde la ciudad y que, no contienen una propuesta para el sector rural y que, por tanto no puede interpelarlos. Hoy los campesinos chuquisaqueños, deben ver con extrañeza, cómo en la ciudad de Sucre se conforman comisiones redactoras de estatutos autonómicos y se recogen firmas para un referéndum autonómico cuando el NO a las autonomías ganó en el departamento. Pero hay una cosa peor, en el imaginario sucrense se identifica al campesino chuquisaqueño con el MAS, lo que claramente justifica todo tipo de actos que dañen o impidan políticas publicas hacia ese sector. Nuestros admiradores del proyecto Camba, han olvidado que los liderazgos son de departamentales o no son tales, y que ningún liderazgo departamental se hace sin tomar en cuenta a los campesinos, peor aún en un departamento donde la mayoría de su población se dedica a algún tipo de actividad agropecuaria.
¿El resultado? Un departamento dividido entre el campo y la ciudad donde ambos se miran con recelo y desconfianza. Esto se patentiza en el proceso electoral por la silla prefectural actualmente en marcha: por una parte el Comité Interinstitucional propone a una candidata de pollera y campesina, Sabina Cuellar, una migrante del área rural Chuquisaqueña, para confutar el calificativo de movimiento racista y el logro de los imprescindibles votos de las áreas rurales afines al MAS. Por su parte, el Movimiento Al Socialismo, ofrece un candidato más “técnico” y urbano para la prefectura, Valda, en la intención de buscar los votos de la ciudad de Sucre, donde todo el proceso de la lucha por la capitalía ha desgastado de manera profunda al partido en función de gobierno. Por ello, y más allá de cualquier resultado que se diera, hoy más que nunca hay una clara y peligrosa división entre el campo y la ciudad que, en el futuro generarán serios problemas de gobernabililidad al prefecto que salga de las urnas. La pregunta es: ¿podrá un prefecto del MAS gobernar en la ciudad? O podrá la candidata de la Interinstitucional gobernar en el área rural chuquisaqueña?. Pero, probablemente no sea necesario que llegue el día de las elecciones, los resultados de esta división ya están a la vista: al actual prefecto le es muy difícil trabajar en la ciudad, donde constantemente los políticos locales y los medios de comunicación le reprochan su carácter ilegal lo que, por supuesto, entraba y hace más lenta la pesada burocracia prefectural que, paradójicamente, para su inacción e ineficiencia ha encontrado la explicación y la coartada perfecta: todo se debe a las acciones violentas y bloqueadoras de los cívicos de la interinstitucional.
Por su parte, los partidos políticos, incapaces de agregar y canalizar las demandas, no solo que han perdido toda capacidad de representación, sino que han perdido toda capacidad de liderazgo dejando que la política gire en torno al comité interinstitucional. Conscientes de que la crisis de los partidos tradicionales todavía no acaba, los políticos profesionales locales esconden la cabeza, a la espera de que el fracaso del gobierno del MAS termine por catapultarlos nuevamente como líderes, como quien dice “por descarte” y ellos puedan volver a disfrutar de las mieles del poder. Su estrategia, por el momento, es obedecer el mandato del movimiento cívico y tratar de mimetizarse lo más posible dentro de ella. Ahora actúan como asesores o consejeros de los líderes del movimiento cívico, nunca como cabezas visibles a la espera de que los que actualmente están sin partido y dirigen el movimiento cívico, luego se vayan al suyo. Ciertamente es una estrategia fácil: esperar y medrar de los errores del otro para luego construir política.
En suma, hoy vivimos, para bien o para mal, un nuevo tiempo político en Sucre. Hay un realineamiento político y regional que, por de pronto, favorece a los movimientos conservadores de derecha y a los líderes de los departamentos de la media luna. Habrá que esperar algún tiempo para saber si esto también favorece a la región.


Sucre, mayo de 2008

Blog de la redacción - Detalles de la entrada: ¿El monstruo de Amstetten?

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