sábado, 28 de junio de 2008

sábado, 21 de junio de 2008

REFLEXIONES A PROPÓSITO DEL CONGRESO INTERNO DE LA UNIVERSIDAD SAN FRANCISCO XAVIER


El siguiente texto lo escribí para una ponencia que, a propósito de Congreso Interno de la Universidad de San Francisco, debía realizarse el mes pasado. Por razones que desconozco este seminario no se realizó. De todas maneras lo coloco en mi blog (www.cazadecitas.blogspot.com), con la esperanza de que sirva a los delegados docentes y estudiantiles, a quienes se ha encargado la tarea de redactar un nuevo Estatuto Orgánico.

¿Cambio sin autonocimiento?

En primer lugar, confieso que soy un tanto escéptico de que ese Congreso vaya a resolver la crisis universitaria. Lo que veo es que será un espacio para una agudización del distanciamiento entre los sectores universitarios, fundamentalmente entre el docente y estudiantil. Digo esto, por que en mi personal criterio estamos ingresando a este Congreso interno sin ideas claras, sin proyectos académicos y, sin perspectivas políticas. Claro, existen ideas de lo que se quiere en algunos ámbitos como en el docente, o en el estudiantil, como ser un mayor control de la asistencia, la lucha contra el nepotismo, o un conjunto de reivindicaciones estudiantiles, pero eso dista mucho de ser suficiente.

La pregunta que me hago: ¿es posible pensar en que hay un proyecto universitario coherente e integral desde el punto de vista de sus postulados; incluyente desde el punto de vista de los sectores que deben ser parte del mismo y lo suficientemente visionario para pensar en transformaciones que, por lo menos, duren las dos próximas décadas? Duele decirlo, pero no lo he visto, hasta el momento no tengo en las manos un solo documento que plantee por lo menos una de las características planteadas. Esta carencia, en un escenario pesimista hará que los actores del congreso, docente y estudiantes, vayan con la visión de mantener el estatu quo, de mantener las cosas como están, “cambiar para que nada cambie”, o darle un cariz de cambio revolucionario a algo que en el fondo es mero maquillaje.

Es decir ¿como vamos a cambiar (la universidad), si no nos conocernos a nosotros mismos?, aunque soy un ferviente liberal, me gusta recordar a los clásicos del marxismo que decían que la revolución llega cuando la clase en si (que no se conoce a si misma y que por tanto actúa como le dice la clase dominante ) se convierte en clase para si, que es una clase que ya se conoce a si misma y que por tanto es portadora de cambios. No existe cambio si no hay conocimiento y eso es lo que probablemente se pretende hoy en la universidad: cambio sin conocimiento.

Necesidad de pensar en una nueva relación entre Universidad y Estado

Sin embargo quisiera realizar este mi acercamiento a la realidad universitaria tratando de articular dos nociones que, en mi criterio, son poco pensadas, que es la relación Universidad y Estado, que considero altamente pertinente ya que, en mi criterio siempre se las ha pensado como en dos entidades opuestas cuando en realidad son entidades sumamente relacionadas.

Por diversas razones, Universidad y Estado se han visto como dos entidades antagónicas tanto que cuando pensamos en autonomía universitaria, la pensamos como una garantía que nos resguarda del Estado, sino es que para estar contra el. Mi criterio es que eso es un craso error ya que las sociedades desarrolladas son aquellas donde se da una articulación creativa, dinámica y, diríamos, fraternal entre Universidad y Estado.

Tratemos demostrar esto un poco mejor: la sociedad civil genera dos tipos de demandas a la Universidad que son: profesionales competentes e investigaciones con relevancia social. Al estado, a su vez, le corresponderá determinar políticas para que los profesionales salidos de la Universidad tengan trabajo útil y para convertir las investigaciones en políticas públicas. Por tanto, la universidad es el espacio por excelencia donde se genera conocimiento y el Estado es el espacio donde se aplican políticas de desarrollo. Esta fórmula es más necesaria por cuanto hoy estamos inmersos en la llamada sociedad del conocimiento, que como se sabe tiene una palabra clave que es la innovación.

Pero, a cambio, ¿cuál es la relación que hoy tenemos entre universidad y Estado, pues una relación que, en el caso menor, está signada por la desconfianza y que, en casos como el de nuestra región hoy, signada por un profundo y hasta violento antagonismo.

El resultado de esta relación es que, por una parte, la Universidad no genera investigación que sea relevante como orientadora de políticas públicas hacia el Estado y éste no parece esperar de la Universidad otra cosa que una especie de pax política. Dicho de manera gráfica la Universidad espera del Estado suficientes y siempre crecientes recursos económicos y el Estado solo espera que la “U” no le haga conflictos.

Algunos esfuerzos desde las Universidades y el Estado para cambiar la situación
Sin embargo de ello, es justo mencionar que han existido esfuerzos por tratar de cambiar esta situación con resultados poco relevantes. Como muchas cosas en nuestro país: mucho dinero para escasos frutos. En julio de 2001, se crea el Programa de Reforma de la Educación Superior que tuvo tres grandes objetivos que fueron a) la acreditación, b) La eficiencia financiera y c) modernización de la la gestión universitaria. Gustavo Rodriguez en una breve síntesis de los resultados de esta gestión nos indica que “los objetivos del Programa de Reforma de la Educación Superior no se cumplieron, El Estado con una burocracia pequeña y no especializada, sin recursos económicos suficientes y sin contar con el amparo de disposiciones legales que definan claramente su rol, se reveló como un actor débil, inconstante y vulnerable a las presiones y los juegos de poder de las universidades. Estas por su parte mostraron poca disposición para absorber e incorporar las políticas públicas y los cambios que propugnaban (Rodríguez: 2007: 2).

Por último, como se sabe, hay una propuesta de reforma universitaria a partir de la nueva ley de reforma educativa “Avelino Siñani”, que marca diferencias con los otros intentos de reforma universitaria al poner énfasis en aspectos como la interculturalidad, la inclusión y la tan popularizada “descolonización”, aunque no hay, hasta el momento las formas y el entramado institucional que la pondrá en funcionamiento.

El mercado profesional y la investigación en la agenda universitaria

Adicionalmente, creo que la universidad tienen dos grandes desafíos. Lograr que su actual oferta de profesionales sea acorde con la demanda actual y, por otra, la investigación.
En cuanto a lo primero diremos que, según estudios, cada año se gradúan aproximadamente 15000 nuevos profesionales y si bien no existen investigaciones que cuantifiquen la saturación del mercado laboral es posible darnos cuenta de ello cuando constatamos que los honorarios de los profesionales liberales (abogados, odontólogos) es cada vez menor, vemos a profesionales trabajando en áreas que no son de su área. Esta situación es algo que debe pensar el congreso universitario, por su parte y también el Estado como ente encargado de generar las condiciones para desarrollar espacios donde tengan trabajo los nuevos profesionales.

Por último está el tema de la investigación, la misma que es tan importante para toda casa de estudios superior y que todavía se encuentra en ciernes en la universidad boliviana. Según datos brindados por Gustavo Rodríguez, para 1986. Del millón cuatrocientos mil artículos publicados mundialmente apenas siete tenían origen en Bolivia, lo que ya nos señala la precariedad de la investigación en nuestro país. En otro dato es que en las ciudades de Cochabamba, Santa Cruz y La Paz, es donde se concentran la mayor parte de los institutos de investigación en el país y donde, obviamente se hace investigación y se publican sus resultados.

En suma el congreso universitario que se avecina debe repensar su relación con el Estado y la sociedad regional; la pertinencia y actualidad de su oferta profesional y su rol como institución generadora de conocimiento.

jueves, 19 de junio de 2008

El libro de la semana · El Boomeran(g)

Aunque es poco probable que este libro del premio nobel Joseph Stiglitz llegue a alguna de nuestras famélicas librerías de Sucre, el siguiente resumen del libro de este economomista nos señala los altos costos económicos y humanos de la guerra de USA en Irak.
El libro de la semana · El Boomeran(g)

Letras Libres - "Pobreza y desigualdad" por Gabriel Zaid

Un artículo superecomendable para pesimistas como yo, que creen que la pobreza sera eterna.

Letras Libres - "Pobreza y desigualdad" por Gabriel Zaid

La jaula abierta. El blog de Roger Bartra - Detalles de la entrada: ¿Histeria o melancolía?

Un artículo que en un tono tan melancólico como las mujeres de la foto, revela los grados de locura a que han llegado los que se creen cuerdos.

La jaula abierta. El blog de Roger Bartra - Detalles de la entrada: ¿Histeria o melancolía?

sábado, 14 de junio de 2008

A DOS SEMANAS DE LAS ELECCIONES PREFECTURALES EN CHUQUISACA


Sea el resultado que sea, las próximas elecciones para Prefecto serán las más aburridas, poco imaginativas y mediocres que se hayan visto en este país, cuyo resultado no será una reconfiguración de la correlación de fuerzas sino una profundización de la crisis política de este departamento y, lo que es peor, nos hará añorar las épocas en la que los partidos políticos no actuaban a la sombra de ninguna institución sino que tenían voz propia. Nada hay en este proceso que nos haga remembranza a la “fiesta de la democracia”, con la cual, en otrora, se solía etiquetar las elecciones. Pasamos, en dos décadas, de la fiesta de la democracia, al festín de los partidos y ahora al fin del pensamiento.

¿Cómo puede haber "fiesta democrática" cuando las elecciones no parecen ser competencias entre partidos políticos sino entre sectas religiosas, donde la intolerancia es la norma?. Cada contendiente parece tener un espacio geográfico propio y por tanto vedado al opositor político. Ni Walter Valda, el candidato del MAS parece poder ingresar a la ciudad, ni Savina parece poder llegar al campo. Cada uno hace campaña en su espacio como si Sucre y Chuquisaca fueran dos departamentos distintos.

Los medios de comunicación de Sucre, que a estas alturas ya debían estar en disputa por tener juntos a los tres candidatos juntos para entrevistarlos han optado, muchos de ellos, por apoyar a la candidatura de Savina y por tanto solo ella es la que va a las entrevistas, donde le hacen preguntas que parecen interrogantes muy propias de los certámenes de belleza: ¿Díganos, Savina cuáles son sus sueños?, ¿Qué le diría a EVO si lo tuviera al frente?, ¿Está preparada para ganar? Y… para perder también? ¿Cree en la unidad regional? ¿Cree que hay racismo en Sucre? ¿Usted en algún momento se sintió discriminada?.
Ante esto uno llega a creer que no hay problemas en este departamento. Es que acaso no pedimos aeropuerto, caminos, mejoras en la ciudad?, todos temas donde la prefectura juega un rol fundamental?. Por su parte, como Valda no tiene pisada en esta ciudad, más allá de saber que era un esforzado muchachito del área rural, sociólogo y que anduvo por años el campo no sabemos más.

Antes, a dos semanas de de una elección, uno ya estaba cabreado de información y publicidad partidaria y esperaba el debate final, donde cada candidato muestre su habilidad para mostrarse como el mejor dotado para el cargo que postula. Hoy eso parece imposible.

Cuando no hay debate de ideas y de propuestas la política se degrada. Ya no es, como decía Arendt, la expresión de la capacidad de pensar del humano, que quiere participar de la res-pública, es decir de todo aquello que nos concierne a todos. La política se vuelve monotemática y autista. Como siempre son los políticos profesionales los que al final ganan y la región la que pierde.

jueves, 5 de junio de 2008

UN LIBRO DE JAVIER SANJINES


COLONIALISMO Y MESTIZAJE:

UN ACERCAMIENTO AL LIBRO EL ESPEJISMO DEL MESTIZAJE DE JAVIER SANJINES

Últimamente y a raíz de los cambios históricos que se han venido dando en nuestro país, ha cobrado actualidad las temáticas ligadas a la identidad, etnicidad e indianidad. Prueba de ello, es la importante obra El espejismo del mestizaje de Javier Sanjinés que a lo largo de 221 páginas y 4 capítulos, nos trata de mostrar cómo el discurso del mestizaje opera como un mecanismo de legitimación social y política del poder en nuestro país. El presente trabajo trata de reseñar críticamente este libro.

Una de las vías de acercamiento que se puede establecer al libro de Sanjinés es a través del recurso metafórico de la mirada y de los ojos, a la que recurre una y otra vez nuestro autor, que tiene que ver con la idea de que toda representación de la realidad se la hace a partir de cierto “punto de vista”, lo que no es inocente o neutral ya que la misma genera epistemes discursivas que producen órdenes de verdad (Foucault), que tienen como misión clasificar, ordenar y, al final, disciplinar a la sociedad. Esto relacionado con los estudios poscoloniales, que son el sustrato teórico de Sanjinés, quiere decir que hay un tipo de orden de verdad nacida en los países occidentales, la misma que al ser utilizada por los intelectuales bolivianos es proyectada al conjunto de la sociedad, generando esquemas de dominación. Sanjinés nos indica que la mirada de los intelectuales bolivianos de las primera décadas del siglo XX es una mirada de “un solo ojo”, un ojo racional, que al concebir el mundo de manera dicotómica, concibe al indio como atrasado y premoderno.

Si bien esta postura está bastante clara en lo que respecta a Alcides Arguedas, quien claramente en toda su obra, pero en especial en Pueblo enfermo, sostiene que los cholos e indios son una rémora para el progreso económico, no lo está tanto en Franz Tamayo, quien en su obra, Creación de la pedagogía nacional realiza una durísima crítica al “bovarismo” de los reformadores educativos bolivianos de los primeros años del siglo pasado, que no proponían a la educación boliviana otra cosa que imitaciones simiescas de modelos educativos europeos. Tamayo exalta el alma indígena, hace radicar en ella la energía nacional; sostiene que se debe ser capaz de crear una educación y una cultura con base en lo nacional, evitando a toda costa ser un reflejo de Europa.

Sin embargo, nos señala Sanjinés, Franz Tamayo, pese a su proclamada defensa y alta valoración de lo indio, no cambia un ápice la perspectiva epistemológica de un solo ojo, que va desde afuera (lo occidental) hacia adentro (la otredad indígena) prescindiendo del propio indio (40). Como dice el autor “aunque Tamayo se empecinó en que creamos que había corregido la mirada del observador liberal-positivista, su punto de vista siguió siendo el mismo del colonizador europeo” (: 57), que de una manera paternalista proponía una educación de amor y paciencia para el indio y de fortalecimiento de la inteligencia para el mestizo. De esta manera, el mestizaje propuesto por Tamayo es sobre todo una construcción discursiva funcional a los sectores dominantes que se elaboró en el siglo XX para resolver el tema indio, ya sea para cooptarlos como para oponerse a ellos.

De esta manera es como debe entenderse la profunda repercusión que tuvo la obra de Tamayo en su época, sobre todo en el marco de una situación ideológica de la elite, que estaba necesitada de justificaciones de su dominación, que no fueran las mismas que se manejaban en el siglo XIX, que eran de simple negación de lo indio. Sostiene Sanjinés que Tamayo, al valorar lo indio y lo originario y situar la energía y vitalidad nacional en él, lo que hace es retomar lo indio pero convertido en un objeto vacío de contenido social, y estático desde el punto de vista histórico: el indio como categoría social es un objeto folclorizado, que relieva lo autóctono, que exalta las virtudes y la fuerza y vitalidad indígena, pero que esconde sus condiciones reales de vida y que para realizarse como la fuerza de lo nacional deberá ser conducida no por el cholo letrado, sino por los mestizos que había heredado de los blancos su inteligencia. Para Tamayo “el mestizo ideal era ese indio musculoso que llevaba en la cabeza al mestizo inteligente” (: 59)

Un elemento que resalta Sanjines es la diferencia que estableció Tamayo, entre el mestizo y cholo y la diferente valoración social que otorgó a cada una de estas categorías étnicas. De esta manera el mestizo está más ligado a las pautas culturales occidentales y a la estructura económica dominante, y lo segundos, los cholos, más ligados a lo sectores indígenas urbanos (alguna vez Tamayo había exclamado que él mismo no era un cholo sino un mestizo armónicamente constituido).

Al valorar lo mestizo y no lo cholo, el discurso intelectual de Tamayo se hace funcional a las necesidades de una elite que necesitaba negar el asenso social y político de los sectores subalternos. Superando el discurso positivista que oponía la civilización a la barbarie y que proclamaba la necesitad de las extinción de la raza indígena, se convierte en un discurso irracional y vitalista que promovía el rescate y valoración de lo autóctono.

Para Sanjinés, todos los artistas y pensadores de las primera décadas del siglo XX, más allá de sus posturas particulares, comparten la misma matriz epistemológica “de un solo ojo”, que no obstante exaltar e idealizar las virtudes de la indianidad ocultan al indio de carne y hueso. Esto es lo que pasa con las obras del pintor más destacado de entonces como Cecilio Guzmán de Rojas, quien en sus pinturas como Cristo Aymara, representaba un indio exótico, que era una “representación exprofesa de lo que los mestizos buscaban que el indio fuese” (: 85), y que ocultaba y negaba la cruel realidad concreta en la que vivían los indios de entonces. Se trata de una óptica disciplinaria que al representar un indio ideal, buscaba detener sus posibilidades de rebelión social y de contacto con los sectores cholo urbanos.

Retomando la metáfora de la mirada cíclope o de “un solo ojo”, para Sanjinés, los indios que plasma en el lienzo Cecilio Guzmán de Rojas parten no de la vivencia real del sujeto que es representado en la obra (el indio), sino que parten desde la mirada, idealizada, sin fisuras ni contradicciones, que tiene el pintor del indio. “En otras palabras –nos señala Sanjines- se está frente a un movimiento epistemológico que surge de una verdad universal, hegemónica, que debe ser aplicada a la cultura local, evitándose, cualquier otro movimiento que provenga del conocimiento local, y que pretenda cuestionar la supremacía de los valores universales” (: 91).

Esta suerte de corriente estética permanece en los llamados “místicos de la tierra” como Jaime Mendoza, Fernando Diez de Medina y otros, que al margen de dar una justificación ideológica para el dominio mestizo criollo, terminaron por reforzar “el conformismo de una clase dominante nada deseosa de ver la identidad fuera de su punto de vista jerárquico, ocular céntrico” (103).

De esta manera, para Sanjinés, si bien los intelectuales y artistas de las primeras décadas del siglo pasado tornan su mirada hacia lo indio, en un intento por ver con los propios ojos la realidad nacional, para de esta manera superar la visión positivista del siglo pasado, tal intento está inevitablemente condenado la fracaso, ya que este cambio de mirada se lo hace desde la espisteme discursiva de la occidentalidad, es decir desde el orden del discurso antropocéntrico y logocéntrico de la Europa de entonces: Tamayo defiende que en el indio está la energía nacional, pero hace recaer en el mestizo la inteligencia. Cecilo Guzmán de Rojas pinta bellos cuadros de indios pero los mismos carecen de referente empírico, son incapaces de establecer vasos comunicantes con la misma realidad del indio de entonces.

Solo Arturo Borda, pintor paceño, escapa a esta visión de la realidad. Borda más ligado a los movimientos anarquistas de entonces, es capaz de proponer una mirada diversa y policéntrica, que critica a los valores eternos e inmutables que Guzmán de Rojas trataba de imprimir a sus cuadros. Borda es el arquetipo del pintor maldito que rehuye mostrar la realidad como una entidad estática, estable y solemne y que propone, en cambio, la multiplicidad de la realidad, su presencia polifacética, dinámica y contradictoria. En su obra esto se plasma de una forma que hace mofa de la realidad social de entonces . “Borda – nos señala Sanjinés- se atrevió a revelar tanto lo grotesco del poder, como la belleza latente de lo que era supuestamente considerado como vulgar” (: 113).

Posteriormente, y como fruto de los cambios sociales y políticos generados por la derrota boliviana en la guerra de Chaco, aparecen importantes intelectuales como Augusto Céspedes y Carlos Montenegro, que critican la concepción de mestizaje que había iniciado Franz Tamayo. Céspedes lo hace a partir de criticar la concepción de mestizaje de Tamayo, que en su criterio, se habría mistificado, proponiendo eliminar el aura que rodea al arte con la finalidad de darle al mestizaje su rol de liberador de la bolivianidad (:134).

De todas maneras, Sanjinés, no cree que los autores que trataron de refutar a Tamayo hayan cambiado radicalmente su perspectiva del mestizaje ya que “el mestizaje es el paradigma que las elites letradas y que las contraelites revolucionarias emplearon para describir e interpretar los mecanismos que gobiernan la sociedad en el nivel sociopolítico y cultural” (: 167).

Este discurso homogeneizante, occidentalista y funcional a las elites en el poder, habría sido contrarrestado –ya más contemporáneamente- por el discurso de Felipe Quispe “El Mallku”, que implicó una “ruptura epistemológica con las lógicas de conocimiento occidental” (171), que habría puesto de cabeza el discurso del mestizaje al plantear abiertamente la “indianización de los Q`aras”.

Si bien a lo largo del texto de Sanjinés, uno se percata de que el discurso del mestizaje, inaugurado por Tamayo, es profundamente antidemocrático ya que invisibiliza, bajo el manto de la homogeneidad y de la idealidad, a la mayoría indígena de nuestro país, estableciendo una mirada occidentalizada, no nos parece que esta falencia de la episteme discursiva tamayana vaya a ser reemplazada por el discurso de Felipe Quispe. Ya que si bien, siguiendo a Sanjinés, no estamos de acuerdo con la perspectiva tamayana del mestizaje, esto no quiere decir que neguemos el mestizaje. Nos parece colonial y racista forma de entender el mestizaje de Tamayo, pero también no los parece el discurso indigenista de Quispe, ya no trata de comprender el mestizaje, para hacerlo más democrático e incluyente (cosa deseable), sino que simplemente lo denosta arguyendo que es el discurso de la minoría letrada de este país.

Por ello, si bien podemos estar de acuerdo en que Quispe pone de cabeza la lógica colonial del mestizaje, lo hace manteniendo la mirada ocularcéntrica que tanto se critica a lo largo del texto de Sanjinés. No porque adjetivos como t`ara sean cambiados por Q`ara y por que el emisor del discurso no sea ya un blanco de traje y corbata, sino un indio de poncho, el discurso deja de ser racista y profundamente antidemocrático. Y no lo es, por que este discurso no parte de el interés de comprender al otro, diferente de uno mismo, sino de aniquilarlo, desconociendo su historicidad.

Sin embargo, por muchas vueltas que le demos, el mestizaje y los mestizos están ahí, bailando de morenos en la entrada de Guadalupe, tratando de vestirse como los cantantes de cumbia villera o los personajes de la telenovela de moda, a la vez que bailan tecno y hip hop, lo que nos invita a pensar que el mestizaje ahora debe ser comprendido desde las prácticas de los sectores cholos y mestizos, a través de una mirada, más antropológica que literaria.