lunes, 29 de febrero de 2016

LA POLITICA DESPUÉS DEL REFERENDO: CONSTITUCIÓN, MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y GEOGRAFIA ELECTORAL

El referendo del pasado domingo brindó algunos datos novedosos que, en el largo plazo, pueden reconfigurar el panorama político boliviano. A continuación presento alguno de ellos que me parecen tendrán su incidencia en los discursos y proyectos políticos futuros.

El primero de ellos tiene que ver con la fortaleza que ha demostrado tener la Constitución Política del Estado Plurinacional para ser el eje ordenador de los proyectos y discursos políticos. En esa medida llama la atención que desde las filas opositoras ya sea de derecha o de izquierda o de derecha, se haya puesto a la Constitución, defensa e  inviolabilidad como un argumento central para rebatir la posibilidad de su modificación. Pero no solo ello, además la Constitución tiene a mi juicio tres ejes que ningún actor político pone en cuestión como ser la vigencia de las autonomías, la inclusión política y social y la nacionalización de los recursos naturales. Estos son elementos que centrales de la nueva CPE y del campo político boliviano a partir de los cuales se organizan los discursos y proyectos políticos en el largo plazo. En esa medida, el  fantasma de “retorno al pasado”, en caso de que gane el No a la modificación de la Constitución, no tiene razón de ser, por el simple motivo de que hoy es políticamente suicida ir en contra de esos tres ejes señalados. En ese sentido el Estado plurinacional goza de buena salud, aunque ya no tiene al MAS y a Evo como únicos y excluyentes portadores de este discurso, lo que  no es un dato menor.

Un segundo dato es que el referendo mostró la presencia determinante de los medios de comunicación. Probablemente, otro hubiera sido el resultado del referendo de no existir el trabajo de los medios que, al final, fueron los que hicieron conocer las denuncias de corrupción que tanto han afectado a la campaña del MAS.  Esta labor, por supuesto que tuvo en las redes sociales su gran instrumento de amplificación: todas las noticias, denuncias y detalles sobre la labor de los gobernantes y que tenían como origen los periódicos, radios y televisión eran repetidas y comentadas incansablemente en las redes sociales que terminaron por priorizar la agenda de los temas que debían ser discutidos en la campaña electoral.  Fue ahí donde el gobierno perdió terreno electoral: no pudo colocar como eje de discusión el tema de los resultados de su gestión, central en su estrategia y, al final, terminó a la defensiva, tratando de justificar sus acciones  y de rebatir las denuncias de corrupción.  

Un tercer elemento tiene que ver con  cierto cambio en la geografía electoral. Según los datos brindados por El Deber el partido de gobierno tiene un notable retroceso en el voto urbano. De hecho ha perdido en todas las capitales de departamentos excepto en El Alto.  Esto puede tener efectos en el largo plazo ya que una de las claves del éxito político y electoral del MAS es que si bien  es un partido campesino, nacido en los sindicatos cocaleros, tuvo una capacidad notable de irradiación en las ciudades y en la clase media. Que el MAS haya retrocedido en las ciudades probablemente está hablando de que su discurso de izquierda y antimperialista ya no tiene la misma capacidad de interpelación de antes, no alcanza para convencer a un electorado, que desea avances en aspectos como justicia fiable y rápida, legisladores independientes y respeto a las reglas del juego político.
Otro aspecto novedoso es que los esfuerzos del  MAS por conseguir un apoyo electoral favorable  y estable en departamentos como Santa Cruz, Beni o Tarija  han fracasado, esto puede estar hablando de una cierta activación del clivaje territorial. A pesar de que Evo hace muchas obras en el oriente, la población de estas regiones a la hora de definir sus adherencias políticas y electorales no tienen como referente el MAS sino la regionalista, más local que nacional.  

También se debe mencionar que el MAS pierde en su bastiones electorales tradicionales, esos que le dieron grandes triunfos en las elecciones nacionales de 2002 y 2005. El caso más relevante es Potosí donde el No logro más del 80% de la votación en la ciudad. Este resultado, más allá del voto castigo, porta la demanda de una mayor equidad en el desarrollo interdepartamental.

Los resultados del referendo y de la derrota del MAS de alguna manera está señalando una agenda para el siglo XXI: construir institucionalidad, mejorar los recursos humanos en el Estado, dotar de independencia y profesionalismo al poder judicial y legislativo y buscar un desarrollo interdepartamental más equitativo. Para ello no se necesita de un caudillo que gobierne 20 años continuos sino un proyecto político viable que nos enfrente a la modernidad.



lunes, 15 de febrero de 2016

LOS EFECTOS POLITICOS DEL CASO EVO- ZAPATA

El pasado miércoles 3 de febrero, de la mano de Carlos Valverde, el proceso electoral en torno al referendo constitucional dio un vuelco sorpresivo. Hasta esa fecha la campaña de la oposición que se había sostenido básicamente en torno a las denuncias de corrupción en el Fondo Indígena daba señales de agotamiento. El gobierno, a través de presentaciones del Presidente y Vicepresidente en los medios de comunicación que incluían entrevistas y discursos en las inauguraciones de obras, logró recuperar presencia en la opinión pública y quizá revertir la tendencia creciente del No. La estrategia desplegada era colocar a Evo y Álvaro como si fueran candidatos, como si en el referendo del 21F no se jugara (solo) un cambio en la Constitución sino la permanencia de ellos en el poder, algo de vida o muerte para el proceso político iniciado por Morales en 2006.  

Era claro que esta estrategia estaba basada en el supuesto de que la popularidad de Evo demostrada en varias elecciones presidenciales se repetiría en las urnas, de que Evo lograría el 21 F lo que no habían podido conseguir los candidatos del MAS a gobernadores y alcaldes en las elecciones subnacionales de 2014: ganar por un margen superior al 65%.


Empero, esta estrategia centrada exclusivamente en Morales tenía sus riesgos. Se exponía no solo al “candidato” Evo sino al presidente Morales a un proceso donde sería el blanco de todas las críticas y cuestionamientos de  una oposición que, de ninguna manera, se iba a quedar de brazos cruzados ante la posibilidad de que sus oportunidades políticas quedaran postergadas hasta el 2025 con Evo como candidato en 2019.

En esa medida la oposición desplegó su estrategia basada en uno de los flancos más débiles de la gestión de Morales como es la corrupción. La oposición colocó durante varias semanas en la opinión pública el tema de la corrupción en el Fondo Indígena Originario y Campesino (FONDIOC) tratando permanentemente de mostrar que este hecho anómalo era producto de la concentración del poder en la figura de Morales y de la ausencia de independencia de las instancias de control de los recursos públicos, ambos rasgos de la gestión masista.

Ante esto el gobierno asumió una actitud aunque dubitativa probablemente efectiva para rechazar las acusaciones de corrupción. Puso tras las rejas a varios importantes dirigentes indígenas ligados al Fondioc (algunos de ellos de la oposición) empero sin asumir similar determinación con Nemesia Achacollo, quien fue ministra de Desarrollo Rural y tierras justo en el periodo en que se desplegaba una amplia red de corrupción en esta institución. A esto se sumó un discurso gubernamental que  minimizaba el monto de dinero robado al compararlo con el de las gestione que el MAS califica como neoliberales.

Una de las claves en la política y en el ajedrez consiste en sacrificar a todos los peones y alfiles para salvar al rey. Esto es lo que hizo el MAS y lo estaba haciendo bien. Al encarcelar a varios dirigentes implicados en los malos manejos en el Fondioc mostraba que se asumía de alguna manera voluntad para castigar con los autores. Hasta ese momento se habían dado las denuncias, pero ellas no llegaban a la cabeza, no salpicaban a la principal figura del ejecutivo, el presidente Evo Morales.

Empero el miércoles 3 de febrero una denuncia del periodista  Carlos Valverde dio un nuevo cariz a la política y de golpe puso en el centro de la polémica a Morales. En su programa Todo por hoy,  este comunicador denunció tráfico de influencias entre la empresa china cuya sigla es CAMC y el gobierno a través de  Gabriela Zapata, ex pareja sentimental de Morales y madre de uno de sus hijos. Según los datos que luego fueron aportando varios periódicos entre el gobierno y la empresa CAMC se habrían firmado varios contratos que llegan a los 500 millones de dólares, una empresa donde Gabriela Zapata trabaja como representante legal.

Lo que llama la atención es que esta denuncia, más que otras ha tocado al presidente, lo ha vinculado un caso de supuesta corrupción.  Como era previsible se ha desplegado una estrategia desde el gobierno que busca por todos los medios hacer que Evo no sea el blanco de las acusaciones, ella consiste en aceptar que hubo la relación pero en precisar que esa relación se diluyó en 2007, es decir antes de que Zapata con 26 años de edad asumiera una importante responsabilidad en la conducción de los negocios que tiene en nuestro país la segunda mayor empresa estatal de China.


Más allá de las derivas electorales que puedan tender estas acusaciones de corrupción con olor a culebrón de telenovela venezolana, lo cierto es que esto ha desgastado la imagen del presidente y ha dañado su capital simbólico que tantos frutos electorales le dio en el pasado. El 21 de febrero sabremos hasta qué punto este escándalo ha tenido efectos electorales. En todo caso sea cual fuere el resultado, no se debe olvidar que el presidente todavía tiene largos cuatro años de gestión, años donde la crisis económica hará que la corrupción como nunca estará en el primer plano de la política.