lunes, 23 de noviembre de 2015

ELECCIONES EN ARGENTINA Y LA NECESIDAD DE REPENSAR EL ESTADO

El viernes pasado en la localidad de Huacalera, Jujuy-Argentina, el candidato opositor Mauricio Macri  -ataviado con una chalina que hacía recuerdo a las usadas por los bailarines del tinkuy en Bolivia- cerraba su campaña electoral con rogativas a la Pachamama y masticado de hojas de coca. Macri, quien según sus biógrafos, ingresó a la política contradiciendo las órdenes de su exigente padre (un empresario con intereses en telefonía móvil, construcciones y autos) terminaba así una larga campaña electoral donde había sido acusado, con razón y sin razón, de querer volver al pasado neoliberal, de buscar acuerdos con el FMI y de planificar un ajuste económico de duras connotaciones sociales. Macri rechazó todas estas sindicaciones, argumentando que lo que a la Argentina le urge hoy es más producción y menos cambios dramáticos, más instituciones y menos populismo, más cambio y menos continuismo. Uno de los hechos que señala la incomodidad y sorpresa de Macri ante esta campaña negativa es la pregunta que lanzó en el debate presidencial del domingo 15 de noviembre, dijo a su contendor Daniel Scioli: “¿en qué te has convertido o en qué te han convertido?”, para hacer alusión al hecho de que Scioli, conocido por espíritu conciliador, se había transformado en un portavoz del odio y de la denostación krichnerista.



           El día de ayer domingo 22 de noviembre, Macri ganó la segunda vuelta electoral, siendo electo como presidente de Argentina. Pese a que la diferencia con el segundo no fue la que esperaban los partidarios de Macri ni la que predijeron las encuestadoras, este resultado marca un cambio profundo de la composición de las elites políticas; transformación más notoria por cuanto el krichnerismo en el poder, se sentía invencible política y electoralmente.

¿Cuáles son los cambios que se pueden vislumbrar en el gobierno de Macri? A mi juicio el más notorio será en el plano internacional, Macri ha anunciado que pedirá la expulsión de Venezuela del Mercosur bajo el argumento de que el país caribeño no respeta los derechos humanos; también ha planteado una apertura comercial junto a una política de crecimiento empresarial que establezca acuerdos con países como Estados Unidos y Europa y, por último, ha prometido un estilo de gobernar que se anuncia será de menos ataque del adversario político y más de conciliación. En suma, lo que se viene con Macri es un alejamiento de la corriente de los países del giro a la izquierda como Venezuela, Ecuador y Bolivia y un acercamiento a países como Estados Unidos y Europa como imprescindibles socios comerciales y una gestión presidencial más abierta al pacto y la transparencia.

En el plano interno un aspecto clave será el diseño del rol del Estado.  Como se sabe, los regímenes de izquierda, pusieron como marca de gestión una revitalización del estado como ordenador de la economía y la sociedad. Tanto en Argentina, Ecuador, Venezuela y Bolivia, el estado retornó acompañado de una gran cantidad de dólares provenientes de la venta de recursos naturales que dotó a los gobernantes de una gran disponibilidad de recursos para impulsar la economía, desarrollar obras de infraestructura y ejecutar programas sociales. Empero, este retorno, no trajo institucionalidad democrática ni mayor autonomía estatal; en los hechos el estado fue capturado por grupos de poder que lo hicieron funcional a su proyecto de poder.



Es más, una amplia evidencia empírica señala que hoy el estado en América Latina adolece de los mismos problemas estructurales de las décadas anteriores al giro a la izquierda, que se reflejan en que el estado no llega a todos los espacios territoriales del país y que, cuando lo hace, no puede imponer orden y autoridad. Con mucha frecuencia, el estado es desafiado por redes de corrupción que tuercen la legalidad; no puede controlar las redes de delincuencia y de narcotráfico; y tiene que negociar con grupos de interés político y económico en desmedro de los intereses de la comunidad y del medio ambiente.


La naturaleza de estos problemas no son exclusivos de la Argentina, Bolivia en mayor o menor medida también los padece. Empero pensar en un cambio hacia el neoliberalismo es un error tanto como pensar que no se debe enmendar los yerros de los gobiernos de izquierda. Por ello, lo que haga Macri en los primeros meses de su gestión puede marcar algunos caminos y obstáculos para los nuevos desafíos que debe afrontar el estado en Bolivia.

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