En torno al No a un cambio en la constitución que permita una
nueva repostulación presidencial se van configurando las características de la
nueva oposición en Bolivia. En primer lugar se trata de una oposición que no
discute los elementos básicos de la corriente masista, como es la
nacionalización de los hidrocarburos, la política de bonos, la inclusión social. Lo que pone en
cuestión, que no es poco, es la deriva populista del proceso de cambio que ha
convertido a Evo Morales en el eje en torno al cual giran todas las decisiones
gubernamentales.
Gran parte de esta oposición ha hecho sus primeras armas junto al
llamado proceso de cambio y se ha alejado del MAS por divergencias con la
cúpula masista, a la cual acusa de haber creado un círculo cerrado en torno al poder gubernamental.
Se podría decir que ellos son los
desencantados de Morales pero no del proceso de cambio. En ese sentido, ellos critican que el
MAS se haya convertido en una maquinaria para reproducir el poder, pero no un
instrumento para profundizar la democratización del estado.
Amalia Pando, Eduardo Maldonado, Cecilia Chacón o Damian Condori,
que ya han dicho que harán campaña por el No, son personas a las cuales no se
les puede acusar de estar en la línea contraria al proceso de cambio sino a la
forma de gobernar del MAS. Han criticado la amenaza estatal sobre los medios de
comunicación, los acuerdos cupulares
para la designación de candidatos, el no respeto por la madre tierra y la forma
violenta de la resolución de conflictos. Es más, son líderes que han salido de
las canteras del MAS y que apoyaron las medidas de la primera gestión de Morales
(2006-2008), por tanto de ellos no se puede sospechar de derechismo o de oposición
al actual modelo de estado.
Si dejamos de lado que la otra oposición, la Samuel y Tuto no
participará de forma directa (ellos calladitos esperarán a ver qué pasa)
podemos decir que lo que se juega en febrero es un estilo de gobierno y no un
modelo de estado. Lo que medirán las urnas el 21 de febrero de 2016 será el
cansancio con un estilo de gobernar que tiene como rasgos la concentración del
poder, el cierre de la libertad de expresión, la no alternancia en el poder.
Aspectos que tienen como símbolo el referendo para permitir un cuarto mandato
del binomio Morales – García.
Aunque todas las comparaciones son odiosas, en ciencia política no
lo son, por eso vale la pena ver lo que ocurre más allá de nuestras fronteras.
En Argentina, por ejemplo, el debate se ha centrado en un cambio en la forma de
gobernar. Los spots del candidato opositor
Mauricio Macri ponen énfasis en un cambio en un estilo de gobierno que ha hecho
del ataque al adversario y de la concentración del poder sus rasgos más
relevantes. Lo que propone Macri es salir de este esquema para ingresar a otro donde la ciudadanía se reencuentre, se mire sin odios y lejos de la
polarización política (en muchos casos creada artificialmente por Cristina Krichner). Por su parte, el oficialista Daniel Scioli, en la última
parte de su campaña, ha tratado de mostrar que si él no es elegido como
presidente lo que viene es una supresión de los beneficios sociales conseguidos
durante los años de gobierno del matrimonio Krichner-Fernandez. El mensaje es
claro, sin el krichnerismo en el poder, no hay futuro posible para la
Argentina.
En Bolivia las campañas irán por un rumbo parecido. El MAS tratará
de mostrar el voto por el Si como un voto por el modelo de estado, (poniendo
énfasis en que este no puede continuar si no es bajo el liderazgo de Morales y
García ) y de que votar por el No es votar
por el retorno al estado neoliberal y a su sistema de partidos. En suma, el MAS
tratará de llevar el debate hacia la gestión de gobierno, aunque eso no sea el
tema central, puesto que en el referendo no se juega ningún espacio de poder.
Por su parte, los partidarios de la opción del No tratarán de
mostrar que lo que se juega no es tanto el modelo del estado, sino de una forma
de gobernar que coarta la libertad de expresión, que elimina el equilibrio de
poderes y que concentra la decisión en una sola persona.
En esas condiciones, todo dependerá de cómo maneje su discurso la
opción por el No para convencer de que hay vida para el estado plurinacional,
más allá de Morales, discurso absolutamente contrario al del MAS que tratará de
convencer de que si no mantenemos en el poder al binomio Morales – García,
Bolivia, sencillamente, carece de futuro.
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