miércoles, 15 de julio de 2015

ESTADO, MINERÍA Y SOCIEDAD CIVIL, ALGUNOS APUNTES PARA ENTENDER EL CONFLICTO POTOSINO Franz Flores Castro

Potosí electoramente nunca fue un problema para el MAS, cabe recordar que en las elecciones de 2002, cuando Evo Morales candidatea por primera vez a la presidencia de la república, ganó en el departamento con un 34 por ciento a dos puntos del MNR; posteriormente, para las elecciones de 2005, el respaldo potosino al MAS y Morales fue contundente ya el MAS ganó en el departamento de Potosí con el 57.8% % de los votos, seguido muy de lejos por Poder Democrático y Social (PODEMOS) con el 25.6%. En virtud a esta votación el MAS logró dos senadores y diez diputados, la más grande brigada parlamentaria departamental conseguida por partido alguno en varias décadas de democracia.



¿Por qué el MAS tuvo semejante respaldo  en Potosí? Las razones pueden ser muchas, pero creo que lo que principalmente sedujo al votante potosino fue que el MAS ofrecía el retorno del Estado y con ella un mayor control sobre la explotación de los minerales. El MAS prefiguraba un horizonte distinto al modelo neoliberal que había cerrado sus minas y condenado al desempleo a miles de trabajadores de la COMIBOL.
Cuando Morales en enero de 2006 llega a la presidencia lo hace montado sobre un alza de precios de los recursos naturales. Potosí estaba en una franca recuperación de su minería y tanto los empresarios como la propia población recibían estas noticias con mucha esperanza. Al fin, luego de más de dos décadas, los minerales potosinos volvían a tener precios altos.  A fines de enero de 2005 ya se habla de la recuperación plena de la actividad minera. Un informe del Ministerio de economía señala un incremento del 36% en las exportaciones mineras respecto del año 2004,  porcentaje que, en términos monetarios, significaba que el departamento había exportado por un valor de 221.842.630 dólares, lo que configuraba el fin de la crisis y el inicio una  nueva bonanza minera. Sin embargo, la población potosina  si bien entiende que la bonanza minera le traerá mejores días, también tiene la experiencia de que esos recursos pueden salir del departamento sin ser aprovechados por la región para su desarrollo y modernidad; los datos y noticias que se tienen en esos días indican que es más probable lo segundo: la misma fuente ministerial indica  que el pago por regalías  mineras, es decir el porcentaje de impuestos que se destinan a los departamentos productores, era apenas de un 1,58% del total de exportaciones, solo 3.526.293 dólares. Adicionalmente se hacen conocer denuncias de que los mineros, en especial los cooperativistas, no reinvierten sus ganancias en el departamento prefiriendo comprar lotes y casas en otros departamentos.
Con estos antecedentes es lógico que se pueda pensar que agenda de demandas que tenía la sociedad potosina era un aumento sustancial en el porcentaje de regalías mineras, una reinversión de su ganancias, un control de la contaminación que generan los ingenios mineros y una mayor diversificación a partir de la minería; en suma, una utilización de los recursos mineros para lograr modernidad y desarrollo.  Para ello era necesario que el estado construya un conjunto de instituciones y diseñe políticas que garanticen la vida y el futuro de la población. Empero, nada de eso se cumple, ya que lo que principalmente le interesa al gobierno es garantizar el flujo de recursos de la minería potosina, para lo cual establece un pacto con uno de los actores más poderoso de la región como son los cooperativistas mineros (socios en algunos casos de las transnacionales mineras), lo que le permite un gran respaldo político y electoral. Esta alianza provoca serios efectos en la ciudad de Potosí ya que, en muchos casos tiene una agenda de demandas contraria a los interese mineros. Por ello deja pasar o hace oídos sordos a demandas como control de la explotación del Cerro Rico de Potosí, a un  un control de la contaminación, al pago por el uso de aguas potables. Para el estado el único interlocutor válido son las empresas mineras, con quienes pacta, acuerda y establece objetivos comunes, la sociedad civil potosina solo es un dato, algo que no merece tomarse en cuenta más que en época electoral.   
Por ello es que 2010, la sociedad civil potosina ya se ha desencantado por completo. Ve pasar la bonanza minera sin que ello haya significado un cambio sustancial en su vida. Los objetivos de generar desarrollo, cohesión social, seguridad de futuro, imagen de modernidad, que corresponden al estado y que, además, fue central en el discurso de Morales no se han cumplido en la periferia potosina, al contrario, la bonanza minera, solo contribuye a ratificar el imaginario de que la riqueza minera sirve para el desarrollo de otros departamentos y no para la región. Es más, existe en realidad la sensación de que las cosas son peores con la minería: la ciudad está contaminada, el ordenamiento urbano es un caos, la gente, los jóvenes tienen como único horizonte de vida la migración, la gente para curarse de una dolencia más o menos complicada tiene que ir a otra ciudad, ante la falta de empleo las calles se llenan de informales, etc.
En estas condiciones es que explota la huelga de los 19 días en 2010 cuya fuerza y unidad ya hablan de esta especie de cansancio y de bronca acumulada de una sociedad que confió en un cambio de rumbo con la presidencia de Morales.

En el presente año 2015, acaba de retornar el conflicto regional y, aunque parezca increíble, las mismas demandas que motivaron el conflicto de los 19 días en 2010 son las que ahora, de nuevo, motivan el paro. También parece increíble que el gobierno tenga la misma interpretación del conflicto: que se trata de un movimiento político ocasionado por unos cuantos revoltosos.  Quizá la solución sea simple: que el gobierno cumpla con sus principios de retorno del estado y con sus promesas electorales. 

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