domingo, 17 de julio de 2016

SUCRE: ALCALDÍA EN MODO TERMINAL

La historiadora Marie-Danielle Demélas en su libro La Invención política dice que una de las máximas confucianas que aconseja  “que es conviene gobernar al pueblo como se fríe un pescadito evitando toda sacudida brusca que amenazara con echarlo a perder” fue dejada de lado en el siglo XVIII por el Estado español lo que al final devino en reacciones hostiles de los americanos, haciendo frágil el imperio y precaria su unidad.

Gobernar en democracia es establecer equilibrios políticos, tratando de conjugar los objetivos del Estado con las necesidades de la gente, atendiendo a las demandas particulares sin dejar de tomar en cuenta las necesidades de la mayoría de la población.  Cuando solo se cede a la presiones de los grupos sociales dejando de lado el interés general hay desgobierno y cuando no, demagogia; cuando solo se trata de establecer los objetivos de gestión sin tomar en cuenta la opinión de la gente imposición. La alcaldía de Sucre, desde hace varias gestiones atrás es muestra de lo primero: una entidad que no gobierna, que cede, que mira hacia otro lado,  dejando en el olvido no solo ya sus metas estratégicas, sino su sola obligación de hacer cumplir la ley: la presencia de una diversidad de comerciantes en el histórico parque Bolívar, las condiciones de insalubridad en la que se vende productos en varios mercados de la ciudad, la apropiación por empresas privadas de las plazuelas de la ciudad para hacer marketing, son solo algunos resultados de esta situación.


Empero,  el municipio por salir de esta ausencia de poder, corre el riesgo de caer en una falsa salida como es la  imposición de sus proyectos y, por esa vía, generar crisis social en la ciudad. El conflicto en torno a la construcción de la nueva terminal de buses es un ejemplo.  En primer lugar, el ejecutivo municipal supuso que tomando una decisión rápida y definitiva sobre el lugar de su emplazamiento también se acallaría la polémica y pugna que venían sosteniendo los distritos porque esta obra se haga en su propio distrito. Esto no dio resultado porque los habitantes del distrito 3, que es donde Arciénega prometió, firma mediante, que se haría la terminal, están organizados y nada dispuestos a aceptar que el alcalde incumpla su promesa. En segundo lugar, las razones técnicas que maneja el municipio para justificar la obra en el distrito 5 son confusas; por ejemplo el argumento de que los costos del transporte, para un viajero del centro de la ciudad son mucho más elevados si se va hasta la zona de Club de caza y pesca que hasta Lajastambo no son sólidas; no lo son porque los costos de transporte son relativos según dónde sea la residencia de las personas: para el pasajero que vive en centro es barato ir hasta el D-5, no así para alguien que vive en la avenida Juana Azurduy o en la zona del ex aeropuerto.

La reacción del distrito 3 y las acciones de fuerza que han asumido, con todo lo cuestionable que puedan ser, tienen que ver con  factores como percepción de autoritarismo, ausencia de información transparente e intereses creados, algo donde las acciones del ejecutivo municipal tiene su cuota de responsabilidad.

Para nadie es desconocido la urgencia de tener una nueva terminal de buses. La actual no solo que no puede ya contener toda la demanda de pasajeros sino que es peligrosa para el usuario. Las maletas son soltadas desde alturas siderales rozando las cabezas de los usuarios; el pasajero tiene que lidiar con humo, personas que corren y flotas que se mueven rozando al usuario. La situacion es tal que realmente es un milagro salir ileso de esta travesía. 


Por ello mismo, el gobierno municipal, es decir el alcalde, los profesionales que lo acompañan y sus concejales deben asumir que la radicalización de una política solo va a aumentar el conflicto. Lo de la terminal debe ser resuelto con profesionalismo, visión e imaginación política. Otras ciudades tienen esos mismos problemas y aún peores, sin embargo, ellos se pudieron resolver por que comprendieron que el gobierno en democracia es seducción no imposición.

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