miércoles, 6 de enero de 2016

REFERENDUM DEL 21 DE FEBRERO, LA DIFICULTAD DE ARMAR UNA ESTRATEGIA CUANDO EVO NO ES CANDIDATO

Cuando la Asamblea Legislativa Plurinacional en septiembre de 2015 recibió a los movimientos sociales con la propuesta de modificación de la Constitución para permitir la repostulación de Morales y García, la estrategia del MAS estaba clara: Morales en virtud a su popularidad podía arrastrar por si solo la campaña por el Si para su repostulación. El diagnóstico era que las recientes derrotas del MAS en las elecciones subnacionales como  en los referendos autonómicos, se habían dado por que Evo no era el actor central. Con Evo como candidato otro sería el resultado, afirmaron. Los números daban verosimilitud a esta certidumbre: Evo siempre había ganado por mayoría absoluta todas las elecciones y las encuestas realizadas recientemente situaban a Morales en la cúspide de su popularidad.

Empero, varios datos señalaron que esta estrategia no daba los frutos esperados.



Las señales de alarma fueron las encuestas de varios medios de comunicación que señalaban como ganador a la opción del No a la modificación de la Constitución; la poca asistencia a las concentraciones para respaldar la opción del Si y el poco entusiasmo de la propia militancia de cara al desafío de febrero 21.  Si bien Morales no tuvo mayores comentarios respecto a las encuestas, de hecho hizo público su desazón ante la forma en la que se desarrollaba la campaña. En Sucre, en un soleado domingo y ante muy poco público que había asistido para respaldar el Si dijo que “al ver esta concentración a veces siento que estamos perjudicando las actividades de fin de semana: asistir a fiestas, jugar fútbol, salir a comer chicharrón, por ejemplo. Otra vez campaña, qué nos dirá la gente” (Correo del Sur 14.12. 2015); y respecto a lo incierto del resultado del referendo y la posibilidad de derrota, a modo de consuelo, dijo “aunque no aprueben (la reforma constitucional) finalmente nuestra reelección, no importa, hemos hecho, hicimos historia gracias al pueblo boliviano” (Página Siete, 31.12.2015).

A esas alturas estaba claro que Morales no podía por si solo ponerse al hombro toda la campaña.

En este contexto se desplegaron otras estrategias: mostrar los logros del gobierno en sus diez años de gestión; denostar a todos los que apoyan el No a la repostulación y aplicar la estrategia del miedo. Para lo primero se diseñó una campaña comunicacional que consiste en agrupar la gestión en 10 logros y aprovechar las entregas de obras para hacer campaña por el Si; para lo segundo, se trata de unir en una misma bolsa a la variopinta militancia por el No como derechista, gonista y neoliberal y, para lo tercero, se trata de anunciar poco menos que el apocalipsis de ganar la opción del No a la reforma a la CPE.

El 21 de febrero se verá si estas estrategias fueron exitosas o no. Entretanto veamos algunos problemas comunes a ellas. En primer lugar no hace creíble el discurso de la continuidad de las obras y de las políticas porque ellas  no están en juego ya que el referendo no define la estadía o no de Morales en el poder (tenemos Evo hasta el 2019  aun cuando pierda por amplio margen). Por otro lado, el discurso polarizador es un discurso demasiado amplio que casi no tiene efecto, agrupa a todos los votantes por el No como derechistas y neoliberales, lo que, en rigor, no tiene credibilidad, ya que en este grupo también están viejos izquierdistas, muchos de los cuales exhiben, orgullosos, heridas y pedigrí revolucionario, además, esto choca con la idea de que, aun cuando hubiera una derecha poderosa al frente, lo que se define no es un cambio en la conducción del Estado.

Quizá una consideración aparte y final merece la estrategia del miedo, aquella que indica que de no ganar el Si a la modificación del CPE se viene la derecha para hurtar propiedades, generar desestabilización, crisis económica y parar el desarrollo. Esta estrategia fue aplicada en varias campañas electorales, (Brasil, Argentina), empero su aplicación necesita, cuando menos, un elemento imprescindible para que no parezca chantaje, verticalismo e imposición: sutileza, algo tan lejano al estilo político de Morales y García.

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