viernes, 14 de noviembre de 2025

El fin del postevismo: ¿Qué viene ahora?


El postevismo ha llegado a su fin. El gobierno de Luis Arce fungió como el puente entre la caída de Evo Morales en noviembre de 2019 y la renovada configuración política que emerge de las elecciones de agosto pasado. Rodrigo Paz y Edman Lara encarnan el deseo de renovación de liderazgos e inauguran, con su gestión, una nueva etapa política para el país.





El discurso plurinacional envejeció, y lo hizo mal. Cómodamente cobijados en las ideas de teóricos decoloniales (Mignolo, De Souza), los gobernantes del MAS (y sus intelectuales orgánicos) hablaban de cerrar las heridas infligidas por los españoles a los pueblos originarios hace 500 años. El contraste era brutal: simultáneamente, en 2010, apaleaban a indígenas que solo pedían que no se destruyera su hábitat con una carretera que cruzaba el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS). 

Al mismo tiempo, quienes gobernaron este país durante casi 20 años, arropados en un discurso grandilocuente de defensa de la democracia —que ellos bautizaron “desde abajo”, “comunitaria” o “nacional popular”—, urdieron una y mil triquiñuelas para perpetuarse en el poder. En la práctica, negaban el único mecanismo de consulta directa al pueblo: el referéndum vinculante de 2016.


También postularon convertir a Bolivia en una plurinación y, entre 2006 y 2008, redactaron una nueva Constitución que borró todo atisbo de autogobierno para los territorios indígenas. A los grupos indígenas díscolos los anulaban; a los favorables, los cooptaban. En otras palabras, lo “plurinacional” resultó ser solo un significante vacío que los líderes del MAS no llenaron con contenido relevante. Fue, simplemente, un “dispositivo” útil para legitimarse y atornillarse en el poder.

En este contexto, la buena noticia es que retorna el juego político genuino. Es fácil administrar un país cuando se goza de cómodas mayorías en el Órgano Legislativo. El famoso esquema decisional en el que Evo mandaba y sus adláteres obedecían ha terminado. Hoy las mayorías absolutas no existen; deben construirse convenciendo, negociando y pactando. Esta dinámica es más lenta, sin duda, pero intrínsecamente más democrática.

La mala noticia es que este juego se desarrollará sin partidos políticos sólidos. Los actuales partidos con representación parlamentaria no son tales y adolecen de una representación real. Nadie, o muy pocos, se reclama militante del PDC, de LIBRE o de UNIDAD. Ninguno de ellos tiene enraizamiento social ni alcance territorial nacional. Siendo optimistas, podríamos decir que son partidos en fase de construcción. (En rigor, el MAS tampoco lo era: era una sumatoria de organizaciones corporativas que utilizaban el partido como vehículo para sus intereses sectoriales).

Al no haber partidos, tampoco hay políticos de carrera. Al parecer, esta carencia será suplida en la gestión de Rodrigo Paz con tecnócratas. Por ello se habla hoy de un gabinete técnico y no político, lo que marca una clara diferencia con los que posesionaban Evo Morales y Luis Arce. En ambos gobiernos, los espacios de poder correspondían milimétricamente a las organizaciones corporativas que componían el MAS: el Ministerio de Minería estaba reservado para los cooperativistas mineros (ratones cuidando el queso), el de Desarrollo Rural para la federación de campesinos, el de Culturas para las Bartolinas, y así sucesivamente.

Con todo, en la gestión gubernamental, ambos perfiles —el político y el técnico— cuentan por igual. El célebre Maquiavelo, en su obra El Príncipe, prescribía que el gobernante debía rodearse de consejeros sabios, leales y, sobre todo, no aduladores. En los gabinetes de los sucesivos gobiernos del MAS abundaban los aduladores y leales, pero escaseaban los sabios.

Al respecto, se cuenta que Víctor Paz Estenssoro —un político que hoy todos celebran como uno de los mejores de la historia boliviana— en su primera gestión (1952-1956) combinó ambos tipos de titulares de gabinete. Dejaba que el Ministerio de Minería lo definiera la Central Obrera Boliviana (COB), pero jamás permitía que nadie, excepto él, nombrara al titular del Ministerio de Hidrocarburos.

Las palabras claves de estos tiempos de postevismo son equilibrio y mesura, no radicalidad e irracionalidad. Rodrigo Paz ha comenzado a abrir Bolivia al mundo a través de un largo periplo por los Estados Unidos, pero el desafío es que no se olvide del mundo popular. Edman Lara, el vicepresidente, parece ser ese necesario contrapeso, el que pone los pies en la tierra y tiende un cable a los sectores más humildes. El éxito del nuevo gobierno residirá en ese balance.


lunes, 27 de octubre de 2025

El veredicto del balotaje: pragmatismo a prueba de ideologías.

 El veredicto del balotaje: pragmatismo a prueba de ideologías


El largo y agotador ciclo electoral ha concluido, disipando la incertidumbre que planeaba sobre el país. Finalmente, se ha develado el nombre de quien ocupará la Casa Grande del Pueblo durante el próximo quinquenio: Rodrigo Paz, líder del PDC, quien ha logrado la victoria con el 54, 73 % de los votos. Este resultado refleja una notable similitud con el obtenido por su predecesor, Luis Arce, que en 2020 alcanzó el 55 %, una cifra que también le aseguró el triunfo. Por su parte, Jorge Quiroga, en la que ha sido su mejor actuación electoral, consiguió un 45,27% de los votos, superando con creces sus resultados anteriores.



A la luz de estos datos, es pertinente formular algunas reflexiones:

a) Las empresas encuestadoras han salido de esta contienda profundamente desprestigiadas. Sus proyecciones erraron tanto en la primera vuelta, cuando daban por ganador a Samuel Doria, como en la segunda, al pronosticar la victoria de Quiroga. En ambos escenarios, el supuesto perdedor resultó ser el ganador. Los responsables de este fiasco dene una explicación, pues jugaron con las emociones de dos candidatos que, probablemente, ya se sentían vencedores y ensayaban traje y sonrisa para el dia de su posesión. El Tribunal Supremo Electoral, ente regulador de estas consultoras, debería actuar, ya que las encuestas intentaron, sin éxito, influir en la decisión de los votantes con información falsa o, al menos, dudosa.

b) El triunfo de Paz demuestra que la guerra sucia y el gasto desmedido en publicidad no garantizan la victoria. La premisa del asesor electoral de Quiroga, que sostenía que el electorado se guía más por la imagen que por la economía, y más por las emociones que por la razón, ha colapsado estrepitosamente. La estrategia no supo diferenciar entre el MAS como partido y el "masismo" como movimiento de masas que lo apoya. 

c) A diferencia de otros países, en Bolivia no fue posible un giro radical hacia la derecha, al estilo Milei. Los líderes de esta corriente liberal o libertaria, como Jaime Dunn y Antonio Saravia no lograron competir en las elecciones, y Tuto Quiroga, que terminó por enarbolar esta bandera, no consiguió el apoyo necesario para imponer esa visión. En cambio, tuvo mas tracción electoral el discurso mucho menos radical y más populista de Rodrigo Paz, encarnado en lemas como "el Estado tranca" o "capitalismo para todos". Este lenguaje, deliberadamente ambiguo, refleja el talante de la nueva administración de Paz, que utiliza ejes discursivos abiertos a múltiples interpretaciones. Siguiendo al pensador populista Ernesto Laclau -que concibe al populismo como la condición de existencia de la política-, tanto el "capitalismo para todos" como el "Estado tranca" serían significantes vacíos que cada actor llena a su conveniencia lo que permitió vehiculizar un discurso simple y en el fondo populista.

d) Aunque parezca extraño, la economía no fue el elemento central y definitorio de la votación. Como suele ocurrir, el electorado se guio por otros factores, como los clivajes regionales que vehiculizaron las identidades étnicas. Al observar el mapa electoral por departamentos, se constata que la gente votó siguiendo las mismas tendencias que existían antes de la crisis económica. La división entre Oriente y Occidente se mantuvo, con Santa Cruz liderando la inclinación hacia un candidato opuesto al preferido en el altiplano. 

e) Las redes sociales por sí solas no logran convencer al electorado; se limitan a repolarizar la política, sin conseguir atraer votos del bando contrario. A lo largo de la campaña, ambos contendientes se enfrascaron en una intensa guerra sucia, pero ninguno logró penetrar los bastiones de votos del rival. Lo que sí consiguieron fue reafirmar sus bases, fortaleciendo la posición política de sus seguidores, pero sin expandir su electorado a otros espacios.

En suma: La inédita segunda vuelta no trajo grandes novedades electorales. Esto confirma el viejo adagio de que la gente rara vez apoya cambios radicales. A pesar de lo que propugnen los polarizadores, el electorado suele votar por un candidato de centro, y así ha sido en esta ocasión. Esto hace adivinar el talante pragmático de la futura administración de Paz: una permanente negociación con los actores con poder tanto institucionales como no institucionales tratando de avanzar hasta donde se pueda en ciertas políticas y retrocendiendo en otra. Un tipo de gobierno que, en el fondo, corresponde con la debilidad del Estado boliviano. 





jueves, 23 de octubre de 2025

Bolivia: Los desafíos del próximo gobierno de Rodrigo Paz

 Tras una victoria contundente en la segunda vuelta electoral realizada el pasado domingo 19 de octubre, el nuevo gobierno de Rodrigo Paz enfrenta un panorama político complejo. El candidato de centroizquierda del Partido Demócrata Cristiano (PDC) se impuso con el 54% de los votos al obtener casi diez puntos de ventaja sobre su rival, Jorge Tuto Quiroga. Este triunfo no solo pone fin a dos décadas de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS), liderado por Evo Morales, sino que también confiere una sólida legitimidad a la nueva administración. Sin embargo, los retos que se vislumbran en el ámbito político, para el gobierno de Paz que asumirá el 9 de noviembre próximo son considerables. 




 

La primera gran prueba para Paz será la consolidación de su base de poder en el legislativo. La principal debilidad radica en que el Partido Demócrata Cristiano (PDC)  funcionó como un "vientre de alquiler", una estructura instrumental sin arraigo social o nacional que respaldara la candidatura. Aunque Paz capitalizó el voto del "núcleo duro" del MAS en varias regiones, no heredó la estructura partidaria ni la capacidad de movilización de su predecesor. Esta debilidad partidaria genera dos puntos de fricción:

 

Dentro de la bancada del PDC podrían emerger múltiples facciones, cada una buscando cuotas de poder. Las tensiones que ya se evidenciaron entre Paz y su compañero de fórmula, Edman Lara, durante la campaña podrían exacerbarse, complicando la gobernanza del Ejecutivo y la gestión de la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP).

 

Así mismo, Paz deberá negociar consensos con otros partidos. Si bien cuenta con el respaldo explícito de Unidad de Samuel Doria Medina, que se concretó en el balotaje, las relaciones con el partido de Quiroga, LIBRE, son más tensas. Aunque comparten afinidades ideológicas (economía de mercado, apertura exterior, respeto a las instituciones), las secuelas de la agresiva campaña electoral dificultarán una posible alianza. La mayoría simple en la ALP está asegurada con la alianza del PDC con Unidad, pero para reformas de mayor calado, como un eventual cambio constitucional, necesita acercarse y pactar con LIBRE, que posee la llave de los dos tercios. 

Un segundo desafío crucial será la relación con los poderosos y decisivos movimientos sociales. El apoyo de estas organizaciones a la fórmula del PDC, si bien fue un factor determinante para su victoria, no garantiza una lealtad incondicional. Con un notable historial de empoderamiento político, estas organizaciones buscarán proteger sus privilegios y, si se sienten desfavorecidas, podrían recurrir a movilizaciones que amenacen la estabilidad social. Su apoyo será fundamental para legitimar cualquier ajuste económico y social. El manejo de las tensiones con estos sectores y la forma en que el nuevo gobierno gestione el legado del "masismo" serán vitales para mantener la estabilidad del país. En muchos sentidos estas son fuerzas antisistema que pueden bloquear el gobierno de Paz. 

 

La capacidad del nuevo gobierno para emprender cualquier política económica y social está condicionada por la superación de estos dos desafíos políticos: Se necesita un legislativo alineado con el Ejecutivo y una articulación efectiva con los movimientos sociales. 

 

Una vez resueltos los obstáculos políticos, el siguiente gran desafío es el económico. Paz recibe un país en crisis, con escasez de dólares, inflación y reservas internacionales en descenso. La eliminación de los subsidios a los combustibles, una medida crucial para la sostenibilidad fiscal, podría provocar un grave descontento social. El precedente de 2010, cuando Evo Morales tuvo que dar marcha atrás a un ajuste similar por la presión de los movimientos sociales, subraya la delicadeza de esta situación. 

 

El 19 de octubre no solo marcó el fin de una era política, sino que también abrió un interrogante crucial: ¿se encamina Bolivia hacia una verdadera transformación o hacia una continuación del modelo del MAS por otros medios?

 

La respuesta a esta pregunta definirá la dirección del país en los próximos años. Si el nuevo gobierno de Rodrigo Paz opta por la primera vía, será indispensable abordar reformas estructurales que permitan fortalecer las instituciones democrática. Estas reformas incluirían: Reducción del presidencialismo y generar un sistema de justicia libre de la influencia política.

 

Si, por el contrario, el gobierno de Paz se concentra únicamente en la solución de los problemas económicos más apremiantes —como la inflación y la escasez de hidrocarburos—, ignorando sus causas profundas, el modelo del MAS podría persistir. Este modelo se caracteriza por una economía de base estrecha, sin una industrialización significativa ni una generación estable de empleo.

 

Es probable que el MAS, ahora sin mayoría parlamentaria, ofrezca un margen de maniobra inicial a la nueva administración. Sin embargo, el panorama político no estará completo hasta las elecciones subnacionales del próximo año. Solo entonces se definirá con mayor claridad la nueva correlación de fuerzas en el país. Por ahora, Bolivia da sus primeros pasos fuera del dominio hegemónico del MAS y de la sombra de Morales. 

 

 

Sucre, octubre de 2025

 

sábado, 18 de octubre de 2025

Edman y J.P., los dos caras de la misma moneda

 La democracia es un mecanismo para reemplazar gobiernos, especialmente los deficientes, pero no para seleccionar a los ciudadanos más capacitados. Si ese fuera el objetivo, bastaría con organizar un concurso de méritos para designar a los "virtuosos" en el poder, pero el sistema democrático opera bajo otras premisas. En las democracias modernas, todos tenemos la posibilidad de elegir, pero también de ser elegidos, con la única limitación de la edad.

A raíz del reciente debate, se han incrementado las críticas hacia los candidatos vicepresidenciales Edman Lara y Juan Pablo Velasco. Desde diversas perspectivas, de izquierda a derecha, se les ha calificado como mediocres, ignorantes, neófitos y repetidores de guion, entre otros adjetivos. Aunque se coincide parcialmente con estas opiniones, parece más productivo analizar los factores que permiten este fenómeno, en lugar de insistir en la crítica a los individuos.



Esta situación se explica por tres factores principales. En primer lugar, la debilidad de los partidos políticos. Si estos funcionaran como verdaderos semilleros para la formación de líderes, la historia sería distinta. Idealmente, los partidos operan como escuelas de cuadros, donde se preparan los futuros políticos. Aunque a veces surgen individuos corruptos o demagogos, esta posibilidad es menor cuando existen formaciones sólidas, como el MNR o el POR en 1952, o el MIR en 1979. Probablemente, el debate habría sido diferente si, en lugar de usar Twitter, Juan Pablo Velasco hubiera leído a Gabriel René Moreno o a Alcides Arguedas. De igual modo, la situación sería diferente si Edman Lara, en vez de crear contenido para TikTok, hubiera dedicado tiempo a los ensayos de Carlos Medinaceli o a la poesía de René Zavaleta.
El segundo aspecto es la cultura política actual. Hoy, una gran parte de la ciudadanía apoya la renovación de candidatos en cada elección, rechazando a quienes ya han ocupado un cargo. Esta actitud lleva a que, cuando un diputado o senador busca la reelección, sea inmediatamente atacado en redes sociales. Si bien un cierto grado de renovación es necesario en cualquier ámbito, convertirla en un fin en sí mismo es un error. La política, como cualquier oficio, requiere acumulación de experiencia. Candidatos como Lara o Velasco no surgen de la nada; se postulan, a pesar de su falta de preparación, porque existe una percepción generalizada que los legitima, asumiendo que la novedad es sinónimo de aptitud para cualquier cargo, incluso la vicepresidencia.
El tercer factor es el notable desinterés por la militancia política. Abundan las críticas hacia Lara y Velasco, pero ¿cuántos de los profesionales "bienpensantes", supuestos adalides de la razón y la lógica, se atreven a participar activamente en política?. Es fácil criticar desde la comodidad de una tribuna a quienes carecen de iniciativa o talento.
Max Weber definió la política como una profesión más, una actividad humana de la que algunos viven. Mientras unos son profesores o veterinarios, otros se dedican a la política, un oficio a veces ingrato, pero indispensable para la vida en sociedad. Pensar que el oficio político es exclusivo de profesionales de clase media y gran cultura es un error que debilita la democracia, pues legitima a demagogos que, una vez en el poder, la destruyen.


lunes, 29 de septiembre de 2025

Savina

 Savina Cuellar vive en Sucre, en el barrio Japón, en la calle Okinawa y su casa parece estar suspendida en el aire. Ella tuvo la oportunidad de conocer personalmente allá en el lejano 1979, a la ex presidenta Lidia Gueiler en ocasión de una reunión de liderezas que fundaban una organización de mujeres campesinas. Un año después, ya como dirigenta de la federación de mujres Bartolina Sisa de Chuquisaca fue encarcelada por la narcodictadura de Luis García Mesa que supuso, equivocadamente, que encerrando a los líderes sociales también clausuraba su voz. Por entonces, Savina tenía 17 años de edad. 




 

Más de dos décadas después, en 2006 ella fue constituyente por Chuquisaca,  en aquellos meses en que se vivían ensoñasiones de revolución y cambio y todo podía ser posible porque, se decía, era el pueblo el que tomaba las decisiones y no las elites. Por ello se indignó que un cónclave que, literalmente se ofrecía como un espacio que debía tratar todo, se niegue en seco a abordar un tema pendiente como era el retorno de los poderes ejecutivo y legislativo a la ciudad de Sucre. Esta negación ocasionó el mayor conflicto regional que haya conocido Chuquisaca desde 1899 y que derivó en una fractura entre el MAS y Sucre que aún perdura hasta hoy. 

 

Fue en esos meses de convulsión, de ausencia de poder que fue candidata por la Alianza Comité Interinstitucional (ACI) y ganó la prefectura departamental con el 55% de los votos gracias a un apoyo abrumador de la ciudad de Sucre.  Le tocó gobernar Chuquisaca por casi dos años entre 2008 y 2010, en unos tiempos recios y convulsos cuando el MAS exhibía todo su poder y extinguía o trataba de acabar con todo asomo de resistencia y crítica a su gobierno. Como cuenta la ex prefecta, en aquellos momentos su refugio era Dios al que se aferraba pensando que si él le había puesto en el poder era para algo bueno. 

 

En su gestión, Chuquisaca quiso unir su destino al departamento de Santa Cruz y se sumó a  la demanda cruceña de autonomías departamentales al punto que Cuellar, en septiembre de 2008,  firmó una resolución convocando a referéndum por autonomías en Chuquisaca que finalmente no fructificó. 

 

Con sentido histórico, la ex prefecta quiso unir el campo chuquisaqueño con el mundo urbano de Sucre y a ambos con el departamento de Santa Cruz. No era un mal plan, habida cuenta que hasta ese momento Chuquisaca seguía mostrando una absurda polarizacion entre el espacio rural con el urbano y desde 1899 seguía la línea política dictada desde La Paz. Era ciertamente un camino inverso al que la política tradicional nos había acostumbrado. 

 

En todo caso, esta propuesta no fructificó, en parte porque el MAS, boicoteó sostenidamente su gestión; y también porque a Santa Cruz y sus elites siempre les faltó una visión nacional de la politica. Santa Cruz apostó por las autonomías pero nunca fue frontal en su apoyo a la demanda de capitalía para Sucre ni fue solidario en el tema de campos petrolíferos compartidos. 

 

Sin embargo Cuellar ya poco recuerda todo esto. Ella rememora permanentemente la cruenta muerte de su papá, de su marido y de su cuñado que, primero desaparecieron sin explicación, para semanas después ser encontrados muertos en un cerro de Monteagudo. No entiende o no logra comprender las enormes peripecias que tuvo que pasar por juzgados y estaciones de policia para encarcelar a quien había cometido la atrocidad de acabar con la vida de sus seres queridos. 

 

Pero Savina pese a haber sido dirigenta sindical, constituyente, prefecta y premiada como personaje del año por el periódico El Deber y por el Comité Cívico Cruceño, nunca vivió de la política, o nunca del todo. Antes de ser miembro del cónclave que debía reformar la constitución y ser la cabeza visible de la resistencia chuquisaqueña a los dictámenes del MAS, combinaba su actividad agricola con la venta de ropa americana que, si bien no le daba para el ahorro era una actividad de la que podía vivir. Hoy,  a sus 62 años Savina se dedica a vender ají y queso tanto en Sucre como en Santa Cruz y no pierde su deseo de volver al ruedo político. “Si sabes algo de la política me avisas” me dice en la puerta de su casa a manera de despedida.  

 

 





domingo, 15 de septiembre de 2024

EL PELIGROSO ENCANTO DE LA SIMPLICIDAD

A los políticos bolivianos les encanta la simplicidad. Desde el presidente del Estado hasta los dirigentes sociales; desde las autoridades académicas hasta los dirigentes vecinales han dado sobradas muestras de ello. No se trata de una práctica novedosa ni aislada, pero su práctica en las últimas semanas de crisis política y económica se ha hecho constante y peligrosa. 


 

Para empezar, el presidente Luis Arce en un discurso televisado, en un horario de máxima audiencia y con un aire de profesor universitario, ha culpado de la falta de dólares y provisión de diésel, a los gobiernos anteriores de los que él mismo fue parte. No se entiende cómo Arce puede olvidar su propio pasado y pretender condenarlo sin condenarse el mismo. Por si esto fuera poco, para salir de la crisis Arce propone volver a los consejos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) creada en 1958 que propuso sustituir importaciones para evitar los “injustos” términos de intercambio comercial entre los países imperialistas, productores de bienes, y los latinoamericanos productores de materias primas, cuando ella ya ha sido rechazada por la propia realidad. Quisimos hacer nuestras propias computadoras Quipus y nos fue como en feria de pueblo migrante, quisimos tener nuestro propio satélite y todo se fue al cohete. Hoy no se trata de producir lo mismo que se fabrica en otras latitudes, se trata de insertarse en los mercados globales como lo hacen, sin ir muy lejos, los agroemprendedores de orégano de Tomina. 

 

Los opositores también tienen su lugar en esta lógica de la simplicidad.  En su versión de oposición política no partidaria está el rector de la Universidad Gabriel René Moreno, Vicente Cuellar que, sin más, ha liderizado un movimiento que rechaza los resultados del Censo 2024 al que la tilda de fraudulenta por no coincidir, dice, con sus propios datos. La misma postura han tenido los lideres de la oposición partidaria como Luis F. Camacho de Creemos y Carlos Mesa de Comunidad Ciudadana.  

 

Aunque sus razones pueden ser valederas, las preguntas son: si se invalida en Censo de 2024 ¿Con qué información se trazarán las líneas maestras de las políticas de desarrollo nacional, departamental y municipal para la próxima década? ¿Cómo podremos saber dónde están las mayores carencias económicas y sociales? ¿Cómo tendremos certeza de dónde se generan las mayores inequidades y por qué?. Afortunadamente, Carlos Hugo Molina, un intelectual cruceño nada dado a las explicaciones fáciles ni a las verdades de Perogrullo, ya basa sus opiniones en los datos del último Censo para estudiar las claves del desarrollo interdepartamental, como se puede ver en su última columna publicada en Correo del Sur el pasado 10 de este mes titulada “El Censo no modifica las claves del desarrollo territorial”.

Por otro lado, las posturas opositoras demandan un aumento de respaldo económico para lograr desarrollo.  Se habla de un pacto fiscal o de un fondo de compensación para regiones pobres como Chuquisaca o Potosí. Hasta ahí todo bien, el problemas es que estas ideas olvidan que el desarrollo no solo es asunto de dinero sino de institucionalidad. Por ejemplo, entre el periodo 2006 y 2017 Chuquisaca recibió por concepto de regalías y transferencias la cifra récord de Bs. 16.647.000 (unos 2.391 millones de dólares al cambio oficial), sin que se haya generado crecimiento productivo ni detenido el persistente éxodo de habitantes de este departamento. Desgraciadamente, ese dinero convirtió en ricos a los nóveles políticos que aparecieron en 2006, o se hizo humo en cargos y proyectos inviables. En economía los recursos son condición necesaria pero no suficiente. 

 

Si no tenemos proyecto departamental, una burocracia eficiente y un liderazgo local, nunca sabremos en qué usar los recursos, tampoco sabremos cómo hacerlo y no tendremos a alguien a cargo de las riendas regionales.  

 

Los gobernantes y los opositores se niegan a tratar de entender cómo funcionan nuestras economías y nuestras sociedades y tampoco son dados a profundizar en los problemas y en los resultados de sus propios proyectos. El resultado solo puede ser favorable a ellos pero no a la sociedad que pretenden dirigir. Lo que en el fondo buscan es polarizar con ideas simples que siempre tienen más llegada que los razonamientos complejos. Tiene razón el filósofo español Daniel Innerarity cuando sostiene en su libro Una teoria de la democracia compleja que “la principal amenaza a la democracia no es la violencia o la corrupción, sino la simplicidad”. 

 

viernes, 13 de septiembre de 2024

Comentarios al libro Malpaís de Cesar Rojas Ríos


En la última década se ha producido un interesante debate en torno a la meritocracia. Filósofos como el profesor de la Universidad de Harvard Michael Sandel en su libro
 Tiranía de la meritocracia sostiene que buena parte de los conflictos políticos y sociales que aquejan a nuestras sociedades tienen que ver con la lucha por el éxito y por el consiguiente resentimiento de aquellos que no tuvieron la suerte de abordar el ascensor del prestigio social. Por ello, Sandel propone repensar en una  búsqueda de una sociedad donde prime el bien común más allá “de tanta clasificación y tanto afán de éxito”.

En contraposición a Sandel la ensayista y periodista francesa Sophie Coignard en su libro La tiranía de la mediocridad plantea la paradoja de que, justamente aquellas personas que hoy están contra la meritocracia son nacidas en familias de clase media y hasta humildes, entre ellos el propio, Sandel y otros (Bourdieu, Foucault) que llegaron por sus esfuerzos y talento a las altas cumbres del prestigio social y académico sin que su origen haya sido un obstáculo. La segunda postura que tensiona la hipótesis de Sandel es del filósofo norcoreano, Byung-Chul Han cuyo libro La sociedad del cansancio hace una crítica demoledora de la sociedad del éxito, que habría provocado una suerte autoexplotación de los sujetos, al punto de generar una sociedad neurótica y al borde la psicosis colectiva. 

 

Ahora bien, lo curioso es que estos son asuntos propios de las  sociedades occidentales, no de las latinoamericanas ni peor aún de la boliviana. El libro Malpaís. Asenso de los mediocres seriales y muerte en vida de las instituciones de Cesar Rojas, parte de esta postura y creo que abre la senda de una nueva perspectiva que permite estudiar y entender mejor nuestro país.  

 

Rojas propone que el problema en Bolivia no es que lleguen al éxito los que tienen merito sino que tienen demérito. El dilema no es que arriben los mejores a la cima y desde ahí vean con desdén a los que aun esforzándose no logran el éxito. No. El problema es que llegan los peores a la cima y desde ahí miran con soberbia a los mejores. El asunto no es que la personas hayan alcanzado las altas esferas de la responsabilidad social y política por su méritos sino que son los medianos los que han logrado colocarse en estos lugares. 

 

Estos mediocres “pomposos sin conciencia de su mediocridad van en busca de los reflectores sociales” y hoy han tomado las altas responsabilidades institucionales y hoy están como directores de empresas estatales, como ministros, como  gobernadores, como alcaldes y como autoridades académicas  sin que se les sonroje la carta de verguenza por estar en puestos para los cuales no tienen ni la más mínima capacidad. Han llegado a esos espacios apañados por procesos electorales “degradados, alejados de la deliberación y el debate informado y razonados” prometiendo dádivas y ventajas, regando alcohol y abundante comida en las gargantas de sus acólitos, prometiendo todo sin que, naturalmente, puedan cumplir ninguna de sus propuestas por la básica razón de que están absolutamente descalificados hacerlo.

 

Por eso, es casi una extravagancia, una utopía, el rediseño de las instituciones bajo la promesa de mejorar las eficiencia y eficacia de las mismas. El texto sostiene que existe una simbiosis entre lo degradada que está la institución y lo mediocres que la dirigen. “La institución vale lo que valen las personas”, dice Rojas. En estas condiciones “la tarea infatigable no es el rendimiento institucional, sino el acrecentamiento de poder: más poder, mejor; más alto el cargo, mejor; más ingresos, mejor. Y así siguen alimentando el bucle”.

 

Por eso y siguiendo el razonamiento de nuestro autor, quizá el problema en Bolivia tenga que ver con el Estado o con el estado del Estado. Tenemos instituciones débiles que son capturadas por los mediocres. Aquí no es que el Estado tenga normas y reglas que limiten el avance de los mediocres sino que es un Estado que pacta con ellos, que convive con ellos. Es un proceso de secuestro institucional donde el jefe y sus camarillas se fagocitan a la institución  que “ya no hace lo que debería, más bien hace lo que no debería”.

 

De este modo, las instituciones en nuestro país son entes que crecen y se desarrollan a la inversa de los fines para los que fueron creadas.  Los mediocres y sus camarillas contruyen normas internas, desarrollan una institucionalidad paralela, creada para sostener en el poder al jefe y para mantener en sus privilegios a sus fieles camarillas. La disputa politica, en estas condiciones, no es una lucha entre  propuesta o ideologías distintas, como deberia ser, sino camarilla contra camarilla, cheque contra cheque y billete contra billete, igual que en el siglo XIX. 

 

No podria dejar que mencionar una propuesta metodológica del libro que sostiene que los mediocres se definen por que aman la cantidad, adoran lo enorme. Esto es un indicador infalible. Los mediocres son constructores de edificios, de canchas, de grandes bloques de cemento; son los que convocan a marchas y desfiles multitudinarios . Son los que alientan a coser la bandera más larga del mundo, a cocinar el mondogo mas grande del mundo, a hornear la salteña mas enorme del mundo, todo grande y pomposo, como corresponde para tapar su medianía, su letal mediocridad. 



Finalmente ¿Cuál el desafio que César Rojas platea a nuestra sociedad? ¿Cómo cambiar esta situación? El autor en varias partes de su libro hace alusion al mito de Sísifo, donde lo recurrente es que “la piedra solemne de las esperanzas vuelva a rodar colina abajo, al llano de la frustración y la desesperanza, para hoy tener que plantearnos levantarla nuevamente desde punto cero”. Quizas esa sea la pauta para el momento de hoy. Luchar desde donde toque, para hacer sonrojar de vergüenza al mediocre que ha asaltado las instituciones. Finalmente, Sisifo en un héroe absurdo pero héroe al fin, donde la certidumbre del fracaso no aminora el empuje de su lucha. 

 

 

Sucre, julio de 2024