Muchos caracterizan a Bolivia como un Estado plurinacional (EP) y a su economía como estatista. Lo primero estaría prescrito claramente en la actual Constitución Política del Estado Plurinacional (CPEP) y lo segundo en la gestión “socialista” del gobierno del MAS. Empero, ambas visiones son erradas, porque el Estado boliviano, en rigor, no es lo uno ni lo otro.
Luego de más de 15 años de promulgada la nueva Constitución, la plurinacionalidad es una ficción. No existen 36 naciones en sentido estricto porque toda nación para serlo necesita cierto grado de dominio y de autodeterminación sobre el territorio que reclama suyo, lo que claramente no se ha dado. Ninguna nación, de las 36, hoy tiene poder sobre su sistema político y ni qué decir sobre el destino o explotación de sus recursos naturales. Todas ellas han sido absorbidas, cooptadas, anuladas o silenciadas por el proyecto hegemónico del MAS.
El EP es un fracaso no porque existieran actores con poder que se opongan al estado soñado por los intelectuales decoloniales. El freno al EP no ha sido ni la derecha señorial ni la clase nueva clase media citadina, sino, paradójicamente, el propio MAS. Este partido aliado a las elites políticas aymaras y quechuas, ha socavado el proyecto plurinacional desde dentro. Los grupos étnicos de tierras altas, en vez de empujar sus “naciones” hacia formas institucionales estatales autónomas, optaron por sumarse al proyecto centralista del MAS. Dicho de otra manera, no existe el EP porque las fuerzas que confabulan contra ella son los propios actores que dicen defenderla y propugnarla.
Por su parte, en el caso de las etnias de tierras bajas, cuando quisieron ejercer su derecho a la autodeterminación solo hallaron represión del gobierno, como ocurrió con la marcha de defensa del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) en agosto de 2011.
El otro asunto es la creencia que existe un modelo económico estatista en Bolivia. ¿Realmente esto es verdad? No lo parece: las exportaciones mineras que hoy ocupan el 48% de las exportaciones bolivianas son producto de la actividad privada (trasnacionales y cooperativistas); lo mismo pasa con la exportación de soya, girasol y sus derivados que ocupan el 11.8% del total de exportaciones boliviana; tampoco la banca está nacionalizada y el comercio y la libre exportación e importación de bienes, (en buena parte contrabando) están en auge ¿De qué modelo estatista hablamos?. Para mayor abundamiento, si nos vamos a la composición del empleo, en nuestro país el 53% del total pertenecen al sector terciario, comerciantes, mecánicos, transportistas y vendedores de comida que cada día salen a las calles a rendir culto al mercado.
A pesar de estas evidencias, hay quienes creen que el EP y el modelo económico estatista realmente existen, que no son una ficción. En el primer caso, el politólogo Luis García en un artículo publicado en Péndulo Político en 25 de agosto pasado, sostiene que el EP está vivo pero en miniatura, que es como una bella plantita que crecerá en el largo plazo de manera inevitable, porque ella está inscrita “normativamente” en la actual Constitución: “solo faltaría ver al Estado Plurinacional como imaginarios, como algo que está por venir, por configurarse”, afirma García. En otras palabras, solo haría falta tener la paciencia de un budista Zen y esperar que lo que hoy son solo arbustos y tierra baldía, mañana sean árboles frondosos y tierras fértiles.
En el segundo caso, el economista Antonio Saravia, sostiene que el estatismo es una planta carnívora que se fagocita a emprendimientos y emprendedores. En una entrevista en el programa OscarOrtizTV, Saravia señala que el estatismo en Bolivia es “un modelo que reprime y aplasta al individuo al punto que no le deja desarrollar su proyecto de vida”. Con empresas nacionales, transnacionales, cooperativas y contrabandistas desarrollando su proyecto de vida capitalista sin control estatal alguno es difícil creer a Saravia.
El EP y el estatismo, no son cosas que existan y menos de que vayan a serlo en el futuro. Lo que hoy tenemos es un Estado fuertemente centralizado con un partido de vocación totalitaria que destruye todo intento de autonomía y determinación de las unidades subnacionales municipales, más una economía donde la lógica del libre mercado domina gran parte del trasiego empresarial y comercial boliviano.
El estado no es producto del monopolio de la violencia legitima como reza la conocida definición de Max Weber. En realidad el estado no lo puede todo, no es todopoderoso en modo alguno, antes bien, como sostiene Michael Mann es un arena, un espacio de lucha entre actores con poder. El producto de esta lucha es el estado realmente existente y no las utopías o falsedades que algunos creen ver. Por ello, lo que tenemos en Bolivia es un clásico Estado-nación que celebrará su Bicentenario el próximo año y no un Estado Plurinacional de cuyo cumpleaños muy pocos se acuerdan.
3 comentarios:
Excelente como de costumbre
No hay 36 naciones. La CPE dice 36 idiomas, y muchos de ellos ya no existen. Y de las "naciones" existentes, la mayoría fueron víctimas del totalitarismo que mencionas. Bien por recordarlo.
¿son Bélgica o Suiza estados más plurinacionales q Bobobo? según tus definiciones paradójicamente sí!
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