En los últimos días el MAS está leyendo con
cuidado las encuestas y escuchando atento a sus asesores de imagen
gubernamental. Los datos les informan que un flanco débil de su gestión es la corrupción, un
factor que les resta votos en su objetivo de lograr el triunfo del Si a la
reforma de la constitución que permita la repostulación del binomio Evo-Álvaro
para las elecciones presidenciales de 2019.
Entre los varios casos de corrupción, el más relevante es del Fondo de Desarrollo Indígena Originario Campesino (FONDIOC), tanto por el
monto robado (se habla de 78 millones de bolivianos) como por los implicados en
la misma. La fiscalía ha asumido acciones y ha ordenado la detención de Julia ramos exministra de desarrollo rural y
tierras, del Senador masista Jorge Choque y del
exdirigente del MAS Damián Condori.
Hace falta saber si estas acciones lograrán avanzar hacia
otras personas que también tienen que ver con las denuncias de corrupción, veremos si también se investiga a otras implicadas como Nemesia
Achacollo y Felipa Huanca que, hasta el momento, permanecen libres e intocadas.
El hecho de que se hayan detenido a varios importantes dirigentes del MAS y que
otros estén bajo sospecha, expresa, con toda nitidez, que la corrupción ha
alcanzado a la médula y corazón del poder masista, lo que lo convierte en un
factor de fuerte deslegitimación del gobierno.
Recordemos que, en varios países vecinos al nuestro, la corrupción ha corroído la credibilidad y la
popularidad de sus gobiernos: en Brasil, uno de los factores de
crisis política fue el hecho de que altos funcionarios fueron descubiertos en contratos
oscuros e ilegales con la estatal petrolera Petrobras; que en Chile, Michel
Bachelet empezó a descender en su popularidad cuando su hijo fue acusado de
acceder a información gubernamental privilegiada; que en Argentina la debacle krichnerista empezó cuando varios personajes del gobierno fueron acusados no solo de corrupción sino de ligazón
con el narcotráfico.
Luchar contra la corrupción cuando ella salpica a los
principales dirigentes del partido es un gran desafío político. No puede el
gobierno meter a la cárcel a sus operadores políticos sin debilitarse el mismo.
Por ello, el gobierno de Morales, busca una ecuación en la que logre revertir
sus negativos en su imagen en relación a
la corrupción sin romper los equilibrios políticos al interior de su propio
partido; en otras palabras, tiene la urgencia de mejorar en su intención de
voto para el referendo de febrero de 2016, sin que esto genere una crisis que
ponga en riesgo la unidad partidaria.
Esto es así, porque los implicados en la corrupción no son
simples militantes masistas, en muchos casos, son verdaderos símbolos del partido,
mujeres y hombres que estuvieron a lado de Morales y que fueron la bases con
la que se construyó el MAS- IPSP. Algunos de ellos son representantes de los
movimientos sociales que apoyaron la llegada de Morales al poder y que hoy
trabajan duramente para que este líder continúe en la primera magistratura.
Nemesia Achacollo, Felipa Huanca y Julia Ramos fueron, en su momento, dirigentes de
la más importante organización sindical campesina como es la
Confederación de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa; por su parte, Jorge Choque
y Damián Condori fueron dirigentes de la Federación de Campesinos Tupak Katari
y de la Federación de Campesinos de Chuquisaca respectivamente.
Al detener al importantes dirigentes del MAS el poder da muestras
de luchar contra la corrupción, empero eso no puede ser todo, hace falta una
profunda reforma de las instituciones ligadas a la justicia, lo que pasa
necesariamente por dotar de independencia y autonomía a los poderes legislativo
y el judicial, objetivos todavía impensables en tiempos en que el Estado trata
de concentrar y no de ampliar el poder.