ALGUNAS CLAVES HISTÓRICAS PARA ENTENDER LA IDENTIDAD SUCRENSE
Franz Flores Castro[1]
Introducción
Se suele decir
que las identidades se construyen en relación al otro para establecer tanto
diferencias o similitudes reales y otros imaginadas que son base para la acción
social y política. Al ser una construcción, no están dadas de una vez y para
siempre, sino que son producto de un largo proceso histórico, muchas veces
olvidado, pero que se va resignificando en los actores sociales y en sus
devenires.
A continuación
presentamos algunos elementos históricos que pueden servir de punto de partida
para acercarnos a la identidad colectiva sucrense. Para ello, hacemos un
recorrido por la forma como se ha ido manifestado el regionalismo en Sucre
desde 1825.
La disputa intelectual por la primogenitura del grito libertario
Para José Luis
Roca, una de las formas de expresión del regionalismo es la pugna “por regiones
rivales por constituirse en hegemónica” (Roca, 2005: 27); por lo tanto es una
disputa política por la búsqueda del dominio del sentido y acción estatales a
favor de una determinada región y que está determinada por la capacidad
económica de sus clases dominantes. Así, los años del dominio conservador
(1884-1900) coinciden con la primacía de la región sureña de Chuquisaca, la de
los llamados Patriarcas de la Plata y la
del dominio liberal (1900-1920) con la hegemonía del norteño departamento de La
Paz.
Desde inicios de
la república en 1825, Sucre es una ciudad que constituye su identidad en pugna
con La Paz, con quien disputa la capitalía y en base a la cual diseña algunos
rasgos de su identidad.
Esta lucha por
ser la capital de la república tiene que ver con el lugar y la fecha donde se
dio el primer grito libertario: los chuquisaqueños defienden que fue el 25 de
mayo de 1809 y los paceños el 16 de julio del mismo año. A pesar de que, como
resulta obvio, la sucesión cronológica da la razón a Sucre, los paceños
sostienen que lo de Mayo no fue una revolución, sino una simple revuelta que
nunca pidió libertad por que defendió a Fernando VII, preso de la tropas de
Bonaparte; los sucrense replicarán que esa defensa era sólo un hábil
estratagema diseñado por los llamados “doctores de Charcas” para esconder los
fines de la revolución. Se trataba de una discusión fundamentalmente académica
que, como nunca en nuestro país, estuvo ligada a la discusión y disputa política.
En esa medida,
durante todo el siglo XIX, la intelectualidad chuquisaqueña discutió defendió y
argumentó la llamada primogenitura de la revolución del 25 de mayo de 1809 en
la ciudad de La Plata, frente a la del 16 de julio del mismo año en La Paz. No
era una cuestión menor ya que dependiendo de los resultados de esta discusión,
la región demostrara la primogenitura, podía justificar ser la capital de la
república.
La Sociedad
Geográfica y de Historia Sucre, fundada en 1886, fue parte activa de este
debate, ofreciendo para ello estudios historiográficos y documentos inéditos
que eran publicados en su Boletín. En esta sociedad estaban reunidos los más
reconocidos intelectuales sucrenses de la época como Nicanor Mallo, Aniceto
Solares, Agustín Iturricha y Valentín Abecia, cuyos pensamientos y posiciones
ejercieron una notable influencia en la construcción de la identidad sucrense,
ya que aunque los intelectuales en Bolivia “no fueron sino un puñado de
personas en medio de una sociedad casi analfabeta y mayoritariamente campesina,
su peso se dejó sentir en la opinión” (Romero, 2007: 17).
La Guerra Federal de 1899 y los festejos del Centenario del 25 de
mayo de 1899
Este es el
ambiente social y cultural presente al momento de estallar la Guerra Federal. Este conflicto, si bien portó formalmente las banderas del federalismo,
en los hechos contenía una estrategia política del Partido Liberal, sin
posibilidades de llegar al poder desde 1884, para trasladar definitivamente la
sede de gobierno de Bolivia a la ciudad de La Paz, golpeando a los
conservadores sucrenses en el poder.
La Guerra Federal fue para los chuquisaqueños una derrota política
que afectó fuertemente a las élites locales que, de pronto, se vieron frente al
hecho de que ya no convenía insistir en el tema de la primogenitura del grito
libertario. Tanto es así que uno de los uno de los historiadores chuquisaqueños
que con más énfasis había participado en la discusión en torno a la
“primogenitura”, como era Valentín Abecia Ayllón, llegó a señalar que:
Si como está probado hasta la evidencia, la idea de la
emancipación americana vino incubando en los hombres más avanzados de Sur
América que residían en las principales capitales del virreinato, no hay para qué discutir cuál de ellas tuvo
la primacía en la revolución, porque este acto, lo hemos repetido varia
veces (…) ha sido el brote de toda una colectividad (…) debió estallar él en
los centros más civiles así como pudo
haberse iniciado simultáneamente en diversas capitales. (en Álbum del
Centenario, 1909: 136, resaltado nuestro).
Por tanto, las
élites sobredimensionaron otro componente de su dispositivo identitario como el
de ser la región, más propiamente la ciudad, donde se atesoraban las costumbres
más distinguidas y se encontraba la nobleza más
rancia, herencia de la cultura y sangre española.
Los festejos
del centenario de la revolución del 25 de mayo 1809 fueron una oportunidad para
demostrarlo. En un ambiente marcado por el dominio liberal y con la presencia
del Presidente Montes, se organizaron los actos y fiestas de conmemoración de
la revolución de 1809 que sirvieron para
… reafirmar su imagen de aristocracia culta y refinada que atesora
la cultura española, una élite de gustos finos y delicados que no pueden
encontrarse en otros puntos del país. Buscaban afanosamente reafirmar su
dominio simbólico, recreando un pasado glorioso. El centenario del 25 de mayo
de 1809 fue un motivo para recrear esta identidad (Flores, 2009: 335).
De esta manera
las fiestas se realizan en el Club de la Unión, el lugar más aristocrático de
la ciudad; los vestidos y trajes compiten en lujo y distinción y los discursos
subrayan el hecho de si bien Sucre había iniciado la independencia de España,
esa ruptura era solo política, más no de sangre ni cultura. Como decía el
munícipe José Carrasco, en el banquete municipal:
… cuando la
América se sintió fuerte para desligarse de la patria potestad, luchó por su
independencia, y una vez obtenida, devuelve a España su cariño y su amor cual
hijo que se independiza a pesar de los esfuerzos de la madre para detenerlo en
su hogar. Por eso me parece oportuno recordar en esta ocasión a la patria de
nuestros abuelos y cuya generosa sangre, corre por nuestras venas,
transmitiéndonos su heroísmo, su valor y carácter caballeresco (Álbum en
Flores, 2009: 245).
La elite local,
sin una capital política de la cual enorgullecerse, se refugió en su pasado
glorioso y noble para reinventar el imaginario local. Si bien nunca dejó de
lado e postulado de que Sucre fue el lugar del primer grito libertario, la
elite empezó a reinterpretar la historia exaltando los rasgos nobles y señoriales
de su pasado colonial, para diferenciarse de otras regiones
A este rasgo se
debe añadir el otro rasgo del regionalismo descrito por Roca que es la
relación entre el Estado y las regiones. Para este imaginario, la situación de
pobreza de Sucre se debe a que, desde el establecimiento de la capital en la
ciudad de La Paz, la región ha sido sistemáticamente postergada sin un
presupuesto que atendiera sus necesidades. Por tanto, a diferencia de otras
regiones, el subdesarrollo chuquisaqueño tendría como referente un año concreto,
1899 y un culpable, la lógica centralista de los sucesivos gobiernos.
Sucre, mayo de
2012
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