Cuando llegamos al primer mes de gestión de Rodrigo Paz, todavía desconocemos las medidas del gobierno respecto a dos asuntos clave: el precio de los carburantes y el tipo de cambio. Es verdad que se ha destapado lo que llama un "Estado cloaca" y ha logrado que los surtidores de gasolina y diésel se libren de las colas de espera; pero ello, con todo lo auspicioso que es, no toca lo esencial. En este artículo planteo tres hipótesis que pueden estar detrás de esta indecisión del gobierno del PDC.
La primera hipótesis es que el gobierno esté esperando los resultados de las elecciones subnacionales previstas para el 22 de marzo del próximo año, donde espera vencer en varias alcaldías y gobernaciones. Esto le daría mayor musculatura política para enfrentar el seguro malestar por la aplicación del ajuste de precios. Pero es una idea errónea: las demandas y temas políticos que se juegan en lo subnacional no suelen acompañar lo nacional, al punto que candidatos opositores al oficialismo pueden ganar en varias ciudades y departamentos. Lo que más bien puede darse es una rearticulación del MAS en lo subnacional, lo que le daría oxígeno para intentar reorganizarse. Así las cosas, el tiempo juega en contra de Paz.
La segunda hipótesis puede ser que Paz esté esperando dañar aún más la imagen y estructura del MAS. Se mantiene a Evo Morales en su autoexilio, se inicia un juicio a Luis Arce y se detiene a varios exfuncionarios acusados de corrupción. Esa debilidad del MAS puede ser la fortaleza del gobierno para facilitar las medidas de ajuste. Esto hace recordar al último gobierno de Víctor Paz, que aplicó el ajuste estructural cuando era un lugar común considerar a la COMIBOL —y con ella a la vieja dirigencia cobista— los culpables de la crisis. Este razonamiento puede ser lógico, pero equívoco. En 1985, el ataque era a una sola organización, la COB, que contenía al conjunto del mundo proletario boliviano; aunque difícil de derrotar, era un solo enemigo unido. En cambio, hoy el escenario es distinto. A diferencia de la COB monolítica de los 80, la sociedad actual presenta un tejido social fragmentado y un sector informal difuso, difícil de disciplinar con una sola maniobra. El gobierno no se enfrenta a un sindicato gigante, sino a múltiples corporaciones y sectores sociales atomizados o articulados al MAS, lo que hace que el cálculo político sea mucho más complejo.
La tercera hipótesis es que el gobierno esté esperando estructurar políticas de contención del malestar derivado del ajuste. Para ello necesita recursos para subir los salarios sin que sean promotores de inflación, y necesita desarrollar mecanismos de compensación para los más vulnerables, creando una especie de "colchón" que les permita campear mejor la crisis. Además, se tendría que recurrir al Estado para controlar los precios de los artículos de primera necesidad y evitar la especulación y el agio consiguientes.
En todo caso, como ya vengo insistiendo en varios artículos, para el éxito de cualquier política de ajuste se necesita un Estado fuerte, con capacidad de llegada territorial, autoridad y una burocracia profesional y competente que, todavía, no tenemos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario