miércoles, 14 de febrero de 2018

SIN INICIATIVA POLÍTICA

El gobierno ha resuelto dejar de lado la iniciativa política y repetirse a sí mismo. Dueño absoluto de la verdad, no ha podido siquiera evaluar bien el conflicto por el código penal y ha continuado su gestión como si nada hubiera pasado, como si el problema no hubiera desnudado las carencias profesionales de sus ministros, la falta de coordinación entre el poder ejecutivo y legislativo, la ausencia de una estrategia de administración del conflicto, amén de una falta de capacidad de comunicación de su ministra y del propio Morales. Como si lo ocurrido no hubiera sido una verdadera tormenta en la gestión del gobierno, una derrota donde un grupo con poca experiencia de movilización como los médicos pudo vetar una ley ya sancionada por el poder ejecutivo, el gobierno continúa con su lógica de ningunear y desconocer el contrapoder ciudadano cada vez más organizado y fortalecido.  



En enero de 2018, cuando la ciudadanía y los movimientos sociales afines al gobierno esperaban una remoción casi total del gabinete (que también debería llegar a la directiva de la cámara de diputados y senadores), Morales decidió por mantener las cosas como están, por premiar a su ministros con su ratificación y solo cambiar a dos de ellos que, por razones de salud, habían pedido su sustitución. Por su parte, cuando el conflicto médico abrió una amplia expectativa sobre el destino de la salud pública en nuestro país, el gobierno no mostró ninguna iniciativa que haga pensar que existe una policía de salud diseñada desde el gobierno para ser discutida por sus actores y, cuando la abrogación de nuevo código abría las posibilidades para que el gobierno ponga en juego alguna propuesta de reforma de la justicia, no se ve ninguna iniciativa de parte del poder ejecutivo, salvo el anuncio de una cumbre cada vez más lejana y olvidada.  
A cambio, el gobierno da señales propuesta pero en ámbitos que, paradójicamente refuerzan y expresan sus limitaciones y falta de profundidad en el diagnóstico de la última crisis política. Como cree que los opositores hace política detrás de las computadoras, anuncia un control de la redes sociales, además de una “guerra digital” donde los movimientos sociales dejan las calles para convertirse en trolls plurinacionales o en  emoticonos azules; como cree que la oposición surge desde los niveles de gobierno subnacional, apoya iniciativas de referendo revocatorio contra  varios alcaldes (Revilla es el más notorio) y, como está persuadido que la oposición ha contaminado las organizaciones sociales (eso que los leninista conocen como “entrismo”), apoya su debilitamiento o su división como es el caso de la Central Obrera Boliviana.

Hubo un tiempo en que el gobierno tenía iniciativa política, un tiempo luminoso en que el MAS marcaba horizonte político, hoy ha perdido ese rol. Una vez cumplidos los grandes puntos de la agenda política de 2003 que contenía nacionalización de los recursos naturales, inclusión de la diversidad y asamblea constituyente, el poder carece de propuestas que no sean la autoalabanza y la repetición de sí mismo. 

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