Probablemente
sin quererlo, el último examen de ingreso a la Universidad San Francisco
Xavier, desnudó la dramática realidad por la que pasa la educación secundaria en
nuestro departamento, puesto que mostró las profundas diferencias entre la
educación privada y fiscal. Según los datos brindados por la Dirección de
tecnologías de información de la USFX, los jóvenes que egresan de una unidad
educativa privada tienen muchas mayores posibilidades de ser admitidos en la
universidad que los que salen de un colegio fiscal. Por ejemplo, de 75 postulantes del colegio
privado Sagrado Corazón ingresaron 61 bachilleres, lo que marca un 81,33% de éxito en el examen; en
cambio, en el caso del colegio fiscal Cardenal Maurer, de 65 postulantes solo pasaron la prueba 15, es decir un nivel de éxito del 23.08%. Esta situación es todavía más grave
en los colegios del área rural como Eduardo Sempértegui de Zudáñez que, de 11
postulantes, ninguno logró salir airoso en la prueba académica.
Con
todo lo preocupante que puedan ser estos datos, en realidad no son
sorprendentes, en una investigación que publicamos en junio de 2012 ya se
mostraban estos mismos datos. En ese estudio postulamos que, dadas las grandes
diferencias en la calidad educativa entre los colegios fiscales y particulares,
lo que hacía la USFX con el examen de ingreso, era reproducir inequidades,
puesto que abría las puertas de la Universidad a los estudiantes de mejores
ingresos y cerraba a los más pobres.
¿Qué
se debe hacer ante esto? ¿Cuáles son los caminos para dar remediar esta
situación? No se trata, ciertamente, de suprimir el examen de ingreso a la
USFX, puesto que la universidad necesita contar con los jóvenes más
cualificados para enfrentar un proceso de profesionalización, pero tampoco, a
nombre de la "calidad" se puede dejar a miles de jóvenes al margen de la
posibilidad de profesionalizarse.
En
primer lugar, la Universidad a partir de
su cuerpo docente debe investigar en torno al problema, detectar cuáles son los
factores que yacen detrás de la mala formación de los estudiantes. Está claro
que esta agenda de investigación debe ir más allá de las explicaciones
convencionales, que culpan de todo a la supuesta flojera de los jóvenes o a la
despreocupación de los padres. Se necesitan investigaciones que indaguen de
manera profunda el fenómeno y den pautas para la elaboración de políticas públicas.
El
segundo aspecto tiene que ver con la oferta de carreras en USFX. Es ciertamente
escandaloso que en un país pobre como el nuestro, donde la gente tiene poco
tiempo y recursos para emprender una carrera a nivel de licenciatura, USFX
tenga tan poca oferta de carreras a nivel de técnico superior. Por ejemplo, para
el año 2016 la matrícula en USFX solo tenía un 15% de jóvenes estudiando carreras
de técnico superior.
La
pobreza no es culpa de la gente, es un efecto de un sistema educativo que con
su inacción y ceguera los condena a la pobreza.
USFX debe cambiar sus patrones de pensamiento, dejar los conceptos viejos
y enfrentar los desafíos de la modernidad.
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