El referendo del pasado
domingo brindó algunos datos novedosos que, en el largo plazo, pueden
reconfigurar el panorama político boliviano. A continuación presento alguno de
ellos que me parecen tendrán su incidencia en los discursos y proyectos
políticos futuros.
El primero de ellos tiene
que ver con la fortaleza que ha demostrado tener la Constitución Política del
Estado Plurinacional para ser el eje ordenador de los proyectos y discursos
políticos. En esa medida llama la atención que desde las filas opositoras ya
sea de derecha o de izquierda o de derecha, se haya puesto a la Constitución,
defensa e inviolabilidad como un
argumento central para rebatir la posibilidad de su modificación. Pero no solo
ello, además la Constitución tiene a mi juicio tres ejes que ningún actor
político pone en cuestión como ser la vigencia de las autonomías, la inclusión
política y social y la nacionalización de los recursos naturales. Estos son
elementos que centrales de la nueva CPE y del campo político boliviano a partir
de los cuales se organizan los discursos y proyectos políticos en el largo
plazo. En esa medida, el fantasma de
“retorno al pasado”, en caso de que gane el No a la modificación de la Constitución,
no tiene razón de ser, por el simple motivo de que hoy es políticamente suicida
ir en contra de esos tres ejes señalados. En ese sentido el Estado
plurinacional goza de buena salud, aunque ya no tiene al MAS y a Evo como
únicos y excluyentes portadores de este discurso, lo que no es un dato menor.
Un segundo dato es que el
referendo mostró la presencia determinante de los medios de comunicación. Probablemente,
otro hubiera sido el resultado del referendo de no existir el trabajo de los
medios que, al final, fueron los que hicieron conocer las denuncias de
corrupción que tanto han afectado a la campaña del MAS. Esta labor, por supuesto que tuvo en las redes
sociales su gran instrumento de amplificación: todas las noticias, denuncias y
detalles sobre la labor de los gobernantes y que tenían como origen los
periódicos, radios y televisión eran repetidas y comentadas incansablemente en
las redes sociales que terminaron por priorizar la agenda de los temas que
debían ser discutidos en la campaña electoral.
Fue ahí donde el gobierno perdió terreno electoral: no pudo colocar como
eje de discusión el tema de los resultados de su gestión, central en su
estrategia y, al final, terminó a la defensiva, tratando de justificar sus
acciones y de rebatir las denuncias de
corrupción.
Un tercer elemento tiene
que ver con cierto cambio en la
geografía electoral. Según los datos brindados por El Deber el partido de
gobierno tiene un notable retroceso en el voto urbano. De hecho ha perdido en
todas las capitales de departamentos excepto en El Alto. Esto puede tener efectos en el largo plazo ya
que una de las claves del éxito político y electoral del MAS es que si bien es un partido campesino, nacido en los
sindicatos cocaleros, tuvo una capacidad notable de irradiación en las ciudades
y en la clase media. Que el MAS haya retrocedido en las ciudades probablemente
está hablando de que su discurso de izquierda y antimperialista ya no tiene la
misma capacidad de interpelación de antes, no alcanza para convencer a un
electorado, que desea avances en aspectos como justicia fiable y rápida,
legisladores independientes y respeto a las reglas del juego político.
Otro aspecto novedoso es
que los esfuerzos del MAS por conseguir
un apoyo electoral favorable y estable
en departamentos como Santa Cruz, Beni o Tarija
han fracasado, esto puede estar hablando de una cierta activación del
clivaje territorial. A pesar de que Evo hace muchas obras en el oriente, la
población de estas regiones a la hora de definir sus adherencias políticas y
electorales no tienen como referente el MAS sino la regionalista, más local que
nacional.
También se debe mencionar
que el MAS pierde en su bastiones electorales tradicionales, esos que le dieron
grandes triunfos en las elecciones nacionales de 2002 y 2005. El caso más
relevante es Potosí donde el No logro más del 80% de la votación en la ciudad. Este
resultado, más allá del voto castigo, porta la demanda de una mayor equidad en
el desarrollo interdepartamental.
Los
resultados del referendo y de la derrota del MAS de alguna manera está
señalando una agenda para el siglo XXI: construir
institucionalidad, mejorar los recursos humanos en el Estado, dotar de
independencia y profesionalismo al poder judicial y legislativo y buscar un
desarrollo interdepartamental más equitativo. Para ello no se necesita de un
caudillo que gobierne 20 años continuos sino un proyecto político viable que
nos enfrente a la modernidad.
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