sábado, 18 de febrero de 2017

EL MAS EN PROBLEMAS LA DEMOCRACIA EN APUROS

El próximo 21 de febrero se cumple un año de la primera gran derrota política del gobierno de Evo Morales. Ese día, la opción del No en el referendo sobre una nueva postulación de Morales para las elecciones presidenciales de 2019, había ganado con un porcentaje de 51,30% de los votos.
Desde entonces el gobierno de Morales no ha podido superar una suerte de trauma político que lo persigue y que literalmente no le deja dormir. Como la derrota es una suerte de demonio o fantasma, ha  elaborado un guion que le permita exorcizar el mismo, planteando la tesis de que el pueblo el 21 de febrero voto engañado, que en realidad no fueron criterios razonados sino un engaño relativo al caso de la exnovia de Evo Gabriela Zapata y sus vinculaciones con empresas chinas, las que influyeron en su voto.  Este argumento no es gratuito, ya que permite al MAS deslegitimar el resultado del referendo y plantear otro mecanismo que permita volver a postular a Evo a las elecciones de 2019.
Como la fuerza política de Morales es todavía enorme, no solo por su popularidad sino porque tiene un dominio sobre el poder legislativo junto a una gran influencia sobre el poder judicial, nada indica que Morales no vaya como candidato presidencial en las elecciones de 2019.


Pero será un salto al vacío. Luego de más de 13 años en el poder, Morales tendrá que enfrentarse a un inevitable desgaste producto de la baja en la dinámica económica, las  denuncias de corrupción, un esquema internacional adverso en que sus pares latinoamericanos (Correa, Maduro, Kirchner) pasan por crisis políticas, y una división en el propio MAS producto de la disputa interna en torno a cuotas de poder.
En estas condiciones es poco probable que Morales repita el nivel de sus anteriores votaciones y hasta es posible que, en una segunda vuelta electoral pierda. La pregunta en estas condiciones es ¿volverá Morales a esgrimir la idea de que el pueblo voto engañado? ¿Dirá de nuevo que hubo una injerencia de la embajada americana para crear una imagen negativa del gobierno? En fin… ¿desconocerá el resultado? Aunque puede sonar todavía improbable esto no deja de ser verosímil, Morales ya manejó este argumento para no dar por válidos los resultados del 21F ¿por qué no podría volver a hacerlo?
Cuando Morales desconoce un resultado, no solo falta a su palabra sino que coloca en serio riesgo la propia democracia, ya que esta es, sobre todo, un conjunto de mecanismos que permite y facilita la toma de decisiones de la comunidad política. Cuando esta regla se rompe, naturalmente que el mismo edificio institucional del estado de derecho se ve en serio riesgo. Ya lo decía Bobbio: la democracia no genera la certidumbre sobre los resultados, pero si sobre las reglas. Reglas que, además, no son concesión gratuita de un gobierno, persona o partido, sino que es un consenso social que opta por la democracia como el mejor medio para que la lucha por el poder no termine por destruir la propia sociedad.


Esto es algo que los líderes de otros países han entendido pese a que no estaban de acuerdo con los resultados que arrojaban las urnas. En efecto, en octubre de 2016 el presidente de Colombia José Manuel Santos perdió el plebiscito para ratificar el proceso de paz, y pese que creía que su opositor Álvaro Uribe había desplegado una propaganda negativa basada en la mentira y el miedo, reconoció el resultado; por su parte, el presidente de Ecuador Rafael Correa, quien cree que los medios de comunicación mienten sobre su gobierno ya no insiste en ir a un cuarto mandato, pese a que su fortaleza política le puede permitir torcer la ley y la constitución.

Hace poco el vicepresidente García ha confesado que el referendo del pasado 21 de febrero fue un mal cálculo político del MAS. Parece un avance.  Empero los errores políticos deben pagar quienes lo cometen, nunca la democracia. 

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