domingo, 10 de marzo de 2013

ECUADOR: CORREA DE LARGA DURACIÓN


Para un boliviano acostumbrado a vivir en medio de una conflictividad que toma las calles, que se escucha en los medios de comunicación y que, de una manera u otra, termina por estructurar nuestra vida cotidiana, lo primero que llama la atención del Ecuador no es la presencia de un liderazgo carismático como el de Rafael Correa y su consabido “hiperpresidencialismo” sino la casi inexistencia de la política en las calles, es decir la ausencia de marchas, interrupciones de tráfico vehicular, bloqueos de caminos y la poca referencia a temas políticos en los noticieros y en la conversación cotidiana.

Hoy, qué duda cabe, Ecuador pasa por un momento político sin precedentes cuya mayor singularidad consiste en tener un presidente, Rafael Correa, que ha logrado combinar una discurso izquierdista con medidas económicas y sociales que enrumban al Ecuador hacia una sociedad moderna. Es decir Correa, en un contexto de bonanza petrolera, ha creado un discurso antiimperialista con fuertes referencias a la dignidad y defensa de los pobres junto a importantes inversiones en el campo de la educación y de la infraestructura caminera, que le granjea los votos tanto de sectores “progres” como de una clase media ansiosa de estabilidad y certidumbre. Correa se mueve en un amplio margen discursivo que tiene dos ejes, dos ideas, que alcanzan niveles míticos en América Latina: revolución y modernidad.

Solo de esta manera se puede entender que el candidato de la izquierda Alberto Acosta (aliado de Correa hasta la Asamblea Constituyente) haya bajado en su votación y que los grandes opositores de derecha como el ex militar Lucio Gutiérrez, el banquero Guillermo Lasso y el empresario Álvaro Noboa no logren ni la mitad de la votación alcanzada por Correa que, con un histórico 57 % de los votos, es quien ordena y valida los discursos políticos. Como señala Felipe Burbano en el diario Hoy: “Ecuador pasa por un momento hegemónico en la sociedad ecuatoriana, es decir, con la presencia de un actor poderoso bajo cuyo control se encuentran todas las piezas de la escena política” (12/2/2013)

¿Cómo Correa logra posicionarse en este liderazgo? Al igual que Evo Morales en Bolivia, Correa es el depositario de una ola expansiva democratizadora en Latinoamérica que, absolutamente decepcionada por el rendimiento neoliberal en la economía y asqueada de su sistema de partidos, juntó demandas de mayor equidad social con demandas de ciudadanía de corte cultural e identitario (muchas de las cuales se plasmaron en el texto de la asamblea constituyente de 2007).

Rafael Correa al igual que Evo Morales, a partir de notables victorias electorales y de la realización de una Asamblea Constituyente, debilitó fuertemente el sistema de partidos, aplicó políticas de reconocimiento de la diferencias cultural y étnica, puso al Estado como centro ordenador de la economía, con fuertes medidas redistributivas del ingreso como el Bono de Desarrollo Humano (que permite a más de dos millones de pobres recibir 50 dólares por mes) y un gran aumento de inversiones en educación que, sin duda, fueron factores de reducción del desempleo y la pobreza. Según datos del Banco Mundial, el PIB per cápita de Ecuador desde 2006, fecha de la asunción de Correa a la presidencia por primera vez, hasta 2012 ha subido en un orden de 49 %.

También juega la historia larga. Ecuador es un país donde no hubo una reforma agraria como la de 1953 en Bolivia, que implicó un cambio profundo de las élites en el poder, fruto de una revolución civil. Los intentos de reforma agraria en Ecuador, tanto en 1964 y de 1973 no dieron una redistribución significativa. Como señala Lissa North[1], “la clase terrateniente manejó las dos reformas agrarias de tal forma que las convirtío en su opuesto: en contrareformas”. Es más, la elite ecuatoriana en el poder nunca pudo despojarse de su forma familiar y endogámica de manejo empresarial y político[2]: gran parte de los “establecimientos industriales eran imperios familiares ya establecidos ya que de casi la mitad de las 1.080 compañías, registradas en la superintendencia de Compañías en 1973, estaba en manos de un máximo de cinco personas” (North, 1985: 431).

Por tanto, de alguna manera, Rafael Correa se mueve dentro de este conjunto de demandas surgidas tanto desde el corto plazo como desde el largo plazo
Sin embargo, el reverso de la moneda es que esta cesión de derechos, es decir esta mayor ciudadanía trae, paradójicamente, la desarticulación o fagocitamiento de las organizaciones de la sociedad civil. Hoy una buena parte de las organizaciones que habían enarbolado las banderas del cambio social, aquellas que botaron a presidentes corruptos y cuyo capital organizativo provocó la Asamblea Constituyente, o están en el gobierno o están divididas y desarticuladas, en una pasividad alarmante.

Algo de esto también se puede ver en Bolivia. Sin embargo, soy de la idea que, como producto de una mayor tradición sindical y, de manera general, con una sociedad civil más politizada, esta intención de desorganización de la sociedad civil no se ha cumplido, ciertamente pese a los esfuerzos que hace el MAS en el poder.

De todas maneras, hoy Ecuador vive un momento particularmente interesante, donde el estado y en especial el poder ejecutivo, juega un papel central como ordenador de la economía y de la política. Esto ha despertado la natural suspicacia de analistas y opositores que vislumbran serios riesgos para la democracia, sus instituciones y sus valores. No obstante, la mayoría de los Ecuatorianos el pasado domingo 17 de febrero, le han expresado a Rafael Correa a través de las urnas, que están dispuestos a correr ese riesgo.


Quito 23 de febrero de 2013


[1] North Liisa L., (1985) "Políticas Económicas y Estructuras de Poder", en Louis Lefeber, La Política Económica del Ecuador: Campo, región, y nación. FLACSO y CERLAC con La Corporación Editora Nacional.
[2] El candidato presidencial Álvaro Noboa, un empresario bananero, financiero y constructor dijo al finalizar su campaña en 2013 “Aquí me pueden ganar en cantar, en boxear, en jugar fútbol, pero en hacer plata no me gana nadie, y esta vez me voy a dedicar a hacer plata para el Ecuador” (El Comercio 17/2/2013)

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