Las noticias
que tenemos de la alcaldía no son nada alentadoras. Hay denuncias y peleas
entre los componentes de la coalición, con acusaciones mutuas de
obstruccionismo, corrupción, nepotismo y “pequismo”, que no hacen otra cosa que
mostrar una alcaldía en crisis, sin rumbo y horizonte. De esta manera, el
importante respaldo y legitimidad conseguido en las urnas por Moisés Torres
Chivé, corre el riesgo de convertirse en desazón e indiferencia en la
ciudadanía.
A continuación
tratamos de ensayar algunas explicaciones que pueden ayudarnos a entender este
fenómeno:
a)
Ausencia de sintonía entre el Ejecutivo y el Consejo
municipal. En el municipio de Sucre se da la paradoja de que el Consejo responde
a una correlación de fuerzas del año 2010 y el alcalde a una realidad política
del 2012; de esta manera no solo que hay concejales que están
sobrerepresentados como agrupación ciudadana, sino que algunos de ellos no
representan a ninguna fuerza política porque ella ha dejado de existir, es el
caso de Nueva Alternativa Ciudadana NA-C, por ejemplo. Ante este panorama es
lógico que estos actores, basen sus estrategias políticas en meros proyectos
personales y no políticos y negocien a cada momento su respaldo al Alcalde.
b)
Limitada capacidad de maniobra política del alcalde.
Como se sabe, Moisés Torres es producto de una rápida e inédita coalición que
hace que, a nivel interno, haya una ausencia de un eje ordenador que sea capaz
de cohesionar a las diversas fuerzas que componen la coalición que, como se
sabe, formalmente son el UN, PAIS y LIDER donde también existen grupos informales
que presionan por cuotas de poder . Lo que más se asemeja a la alcaldía actual,
es a un conjunto de pequeños feudos que antes que coordinar, disputan entre si,
impidiendo y ralentizando la gestión municipal.
Por tanto, no
se nota el cambio prometido. La alcaldía no solo que no arranca con proyectos, sino
que no puede cumplir mínimamente su rol
de ordenador de la ciudad. Sucre sigue
sumida en el desorden y el caos automotor, con calles donde cada vez hay menos
espacio para el ciudadano que, atónito, tiene que caminar por veredas inundadas por comerciantes de toda
laya; las calles han sido convertidas en ferias permanentes; los barrios se
inundan de basura y uno tiene la sensación de que la gestión del Alcalde tiene
otras preocupaciones, menos la suerte de la ciudad.
Ante esto la
gestión de Moisés Torres ha tratado de “mediatizar” su gestión (hacer ver en
los medios de comunicación aquello que no se da en la realidad): como no existen
políticas para eliminar la venta y consumo masivo e indiscriminado de alcohol,
genera noticias donde al alcalde se lo ve echando al caño miles de litros de
leche de tigre; como el problema de la higiene y la basura es cada vez más
apremiante, algunos sábados, el alcalde, ayuda a limpiar los mercados y algunos
barrios; como el problema de tráfico vehicular es cada vez más intolerable,
coloca una cuantas simpáticas e insuficientes cebras en el centro de la ciudad.
Todo esto ha
configurado un panorama de debilidad política del Alcalde, que hoy sufre las mismas
paradojas que tuvo la gestión de la exprefecta Sabina Cuellar: muchos aliados,
pero poca gestión; muchas alianzas pero pocos proyectos; muchos amigos pero
pocas pegas.