Cuenta la leyenda que en tiempos algo remotos, en Potosí, una ciudad minera que tiene la rara costumbre de creer en dios y en el diablo a la vez, un señor de apellido Blanco, que vivía de la harina, los fideos y las telas que proveía a las familias potosinas, tuvo la genial idea de comprarse un equipo de fútbol llamado Bamin Real Potosí que, en los años noventa, tuvo tantos éxitos y triunfos como altas fueron las cotizaciones y ventas de minerales.
Potosí, una ciudad, en que la mitad de la gente se gana el sustento diario de lo que le extrae a las minas de su Cerro Rico y la otra mitad vive de lo que le vende a los mineros, hoy tendrá, una vez más, su momento de mayor gloria: el equipo de sus amores, Real Potosí, enfrentará al Flamengo de Brasil, el equipo de crack Ronaldiño, pidiéndole a todos los dioses un milagro utópico e imposible: que Ronaldiño haga su más fulgurante, único e inolvidable partido y que, sin embargo, su equipo, el Flamengo, pierda.
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