En el presente trabajo, hacemos un acercamiento a la coyuntura política actual, a partir de describir las condiciones institucionales y discursivas de la política en las que se resolvió la crisis estatal, inaugurando un nuevo ciclo político que tiene en la nueva Constitución Política del Estado el marco institucional para el nuevo Estado y, en el MAS y los movimientos sociales, a sus actores más visibles. Por tanto, haremos un análisis de los resultados del proceso de transición estatal caracterizado por una aguda polarización política, que derivó en pungas y enfrentamientos facticos, discursivos y electorales, donde la política tuvo como escenarios: las calles, los medios de comunicación y las urnas. Finalmente veremos, cual es la situación de Chuquisaca en este contexto.
Uno de los primeros datos que nos debe llamar la atención, es que la polarización política que había caracterizado a la crisis estatal entre enero de 2000 y 2008, ha sido resuelta de manera que hoy el Estado vuelve a tener el suficiente poder y legitimidad como para generar cohesión y certidumbre social y política en torno a un proyecto de Estado que es la nueva CPE, lo que amplía su capacidad de ser el eje ordenador de la política en el país.
Esta crisis tuvo una resolución fáctica por que las fuerzas de oposición hoy carecen de capacidad real para ejercitar presión social y política sobre el gobierno. Sus sucesivos esfuerzos por tratar de postergar, encauzar, modificar o simplemente bloquear la política gubernamental por la vía del conflicto social fueron momentos que generaron agudas tensiones, que obligaron al gobierno a ir a la negociación, pero que en lo sustancial no pudieron generar una posibilidad de regreso a la situación anterior, a la de los años de la democracia pactada. Las diversas coyunturas de referéndums autonómicos, el ataque a instituciones estatales, el bloqueo a las sesiones de la Asamblea Constituyente, fueron momentos de punga fáctica, casi militar, de toma de posiciones, donde el Estado parecía incapaz de poder ejercer el mando o que parecía estaba rebasado por fuerzas locales ligadas a los movimientos cívicos y prefecturales. Fue la acción combinada de las fuerzas gubernamentales y de los movimientos sociales, lo que lograron detener un proceso y servir de apoyo a un gobierno que en algunos momentos parecía que perdía el control de la situación.
En ese marco, la oposición jugó un rol mucho más efectivo, es decir, con mayor capacidad de efecto político, en el seno del Poder Legislativo, en la cámara de senadores, donde tenía mayoría. Fue una situación inédita, desde la UDP, de “gobierno dividido”(Mayorga) donde el poder legislativo no respondía a las directrices del poder ejecutivo y que utilizó éste poder para postergar o bloquear muchas de las iniciativas legislativas del gobierno, lo que se acrecentaba con la norma de dos tercios de votos para la aprobación de algunas leyes y designaciones. Ante esto el Gobierno recurrió a los decretos y a los cercos, para tratar de vencer esta barrera.
Otro elemento son los resultados electorales. La elección de 2005 representó el derrumbe y la caída de los partidos y los pactos políticos (“democracia pactada”) como forma de gobernabilidad política. A partir de 2005 la asistencia a la urnas no solo que ratifica la adhesión de la ciudadanía al gobernante MAS sino que se convierte en poderoso instrumento para restarle poder a la oposición. Así en las elecciones revocatorias de 2008 Evo Morales sube su caudal electoral en casi 10 puntos porcentuales y dos de sus adversarios como José Luis Paredes y Manfred Reyes son revocados, con lo que consolida su poder en la parte occidental del país y amplía en el oriente. Finalmente, en las últimas elecciones presidenciales convocadas en el marco de la nueva CPE, sube mucho más su apoyo logrando ampliar su capacidad hegemónica con dos tercios tanto en diputados como en senadores.
Todos estos procesos están enmarcados dentro de cierto “orden del discurso” (Foucault) cuyos elementos como la defensa de los recursos naturales, la relación entre estado central y regiones y la interculturalidad, son elementos discursivos que son jugados mejor y más rápido por los actores políticos del MAS, que logran situar esos temas en el campo discursivo boliviano. Si bien la oposición nunca negó la importancia de estos temas, trató de colocar también aspectos como modernidad y democracia que se condensaban en su propuesta autonómica. Este discurso dio indudablemente réditos políticos: una y otra vez se mostró a las autonomías como procesos contrarios a la concentración de poder y al autoritarismo del MAS. Sin embargo, una vez que este tema es introducido en la nueva Constitución y es asimilado por el MAS, que lo integra a su propio discurso, el MAS logra convertirse en el eje ordenador del proceso.
El resultado de todo esto es la aparición de un sistema de partidos nacional con partido hegemónico, el MAS, que sustituye al anterior sistema multipartidista moderado con tres partidos políticos (MNR ADN y MIR). Esta hegemonía es tanto electoral como legislativa: la situación de Gobierno dividido ha sido superada por que la oposición ya no tiene mayoría en la Cámara de Senadores y el MAS no necesita de alianzas o acuerdos ya que tiene dos tercios de votos, lo que le permite una mayor dinamicidad en la aprobación de leyes y de nombramientos.
Un tema pendiente es saber si continuará la “división vertical de poderes” (Mayorga) que genera una punga entre los prefectos de oposición y el gobierno central. En esa medida, las futuras elecciones para Gobernador y Alcalde nos podrán señalar si se puede hablar de un sistema de partidos más acotado a las regiones o a los municipios con movimientos ciudadanos que logren un perfilo propio al margen del MAS o de los partidos de oposición.
Dadas estas condiciones uno puede caer en la tentación de pensar que dado que la resolución de la crisis fue resuelta favorablemente al MAS, este proceso estuvo exento de búsqueda de consensos, de alianzas con actores estratégicos o de cambios de discurso de parte del MAS. Uno puede pensar que la ideología plurinacional devino en una hegemonía indígena y que el MAS no sólo que no puede sino que no desea ningún tipo de acuerdo con ningún otro sector que pertenezca a su espacio político. No. La historia de la hegemonía masista tiene sucesos donde integra a la clase media, modera su discurso indigenista, se hace conservador y pactario, integra discursos de otros ámbitos coopta y a la vez anula a potenciales adversarios. Por ejemplo, la ley electoral transitoria de abril de 2009 donde lo ideal eran 36 circunscripciones indígenas el MAS propone 15 y se termina aprobando solo 7; las listas de candidatos a la Asamblea Legislativa Plurinacional donde hay una presencia visible de personas de clase media, su intento de acercarse a regiones o más exactamente ciudades donde tiene menos simpatía, etc. O, por último, la forma como acepta la propuesta autonómica, tan vilipendiada antes, y que ahora es su bandera política.
En suma, hoy vivimos un nuevo tiempo político caracterizado por la a) dominio discursivo en el sentido de que hoy los discursos políticos para validarse necesitan hacer uso de elementos como nacionalismo e identidad étnica, b) por la iniciativa política que, al tener mayoría en el congreso hace que tenga también de su parte las iniciativas políticas y c) por su mayoría electoral que lo convierte en el único partido con real presencia a lo largo y ancho del país.
Por su parte, tenemos una oposición dividida, que ante su poca presencia nacional intenta rearticularse desde las regiones. Para ello es necesario que cambie su discurso y sus emisores. Hasta ahora el discurso de la oposición local ha girado sobre todo en la apelación a la dignidad sucrense y a la memoria colectiva en torno a los hechos de la Calancha. De una u otra manera esta apelación tuvo frutos con la candidatura de Savina, sin embargo, es posible suponer que la victoria del MAS en las elecciones presidenciales está mostrando los bordes y límites de un discurso que no puede mantenerse en el largo plazo. Los discursos políticos suelen hacer apelación al pasado, pero a condición de prefigurar el futuro, cuando solo apelan al pasado se estacan y cuando solo apelan al futuro carecen de identidad. El discurso de la oposición habla mucho de muertos pero poco de autonomías, mucho de pasado y poco de futuro. La política es sobre todo prefiguración de futuro que trata de incluir y no de excluir. Cosas elementales pero que muchas veces son olvidadas por quienes pretenden ser los conductores de esta región.
1 comentario:
el MAS es quien ha impuesto un discurso, una línea que desde mi punto de vista es populista. Si bien también los datos y todas las elecciones le dan la victoria, me preguntó, cuánto ha mejorado la condición de vida del boliviano promedio, estaremos viviendo "bien"??, eso de ir de elección en elección, de politizar hasta la reproducción de los cerdos y más aún con la amenaza de hacer de bolivia "socialista" cuando sabemos que ese sistema es anti natura, bueno, en fin hay mucho por debatir, creo que me quedo con la definición de un taxista, los del MAS están orgullosos y creen ilusamente que se quedarán para toda la vida, y si un gobierno asume esa creencia entonces revela que en realidad no quieren que vivamos bien. saludos y felicidades por el artículo.
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