lunes, 29 de septiembre de 2025

Savina

 Savina Cuellar vive en Sucre, en el barrio Japón, en la calle Okinawa y su casa parece estar suspendida en el aire. Ella tuvo la oportunidad de conocer personalmente allá en el lejano 1979, a la ex presidenta Lidia Gueiler en ocasión de una reunión de liderezas que fundaban una organización de mujeres campesinas. Un año después, ya como dirigenta de la federación de mujres Bartolina Sisa de Chuquisaca fue encarcelada por la narcodictadura de Luis García Mesa que supuso, equivocadamente, que encerrando a los líderes sociales también clausuraba su voz. Por entonces, Savina tenía 17 años de edad. 




 

Más de dos décadas después, en 2006 ella fue constituyente por Chuquisaca,  en aquellos meses en que se vivían ensoñasiones de revolución y cambio y todo podía ser posible porque, se decía, era el pueblo el que tomaba las decisiones y no las elites. Por ello se indignó que un cónclave que, literalmente se ofrecía como un espacio que debía tratar todo, se niegue en seco a abordar un tema pendiente como era el retorno de los poderes ejecutivo y legislativo a la ciudad de Sucre. Esta negación ocasionó el mayor conflicto regional que haya conocido Chuquisaca desde 1899 y que derivó en una fractura entre el MAS y Sucre que aún perdura hasta hoy. 

 

Fue en esos meses de convulsión, de ausencia de poder que fue candidata por la Alianza Comité Interinstitucional (ACI) y ganó la prefectura departamental con el 55% de los votos gracias a un apoyo abrumador de la ciudad de Sucre.  Le tocó gobernar Chuquisaca por casi dos años entre 2008 y 2010, en unos tiempos recios y convulsos cuando el MAS exhibía todo su poder y extinguía o trataba de acabar con todo asomo de resistencia y crítica a su gobierno. Como cuenta la ex prefecta, en aquellos momentos su refugio era Dios al que se aferraba pensando que si él le había puesto en el poder era para algo bueno. 

 

En su gestión, Chuquisaca quiso unir su destino al departamento de Santa Cruz y se sumó a  la demanda cruceña de autonomías departamentales al punto que Cuellar, en septiembre de 2008,  firmó una resolución convocando a referéndum por autonomías en Chuquisaca que finalmente no fructificó. 

 

Con sentido histórico, la ex prefecta quiso unir el campo chuquisaqueño con el mundo urbano de Sucre y a ambos con el departamento de Santa Cruz. No era un mal plan, habida cuenta que hasta ese momento Chuquisaca seguía mostrando una absurda polarizacion entre el espacio rural con el urbano y desde 1899 seguía la línea política dictada desde La Paz. Era ciertamente un camino inverso al que la política tradicional nos había acostumbrado. 

 

En todo caso, esta propuesta no fructificó, en parte porque el MAS, boicoteó sostenidamente su gestión; y también porque a Santa Cruz y sus elites siempre les faltó una visión nacional de la politica. Santa Cruz apostó por las autonomías pero nunca fue frontal en su apoyo a la demanda de capitalía para Sucre ni fue solidario en el tema de campos petrolíferos compartidos. 

 

Sin embargo Cuellar ya poco recuerda todo esto. Ella rememora permanentemente la cruenta muerte de su papá, de su marido y de su cuñado que, primero desaparecieron sin explicación, para semanas después ser encontrados muertos en un cerro de Monteagudo. No entiende o no logra comprender las enormes peripecias que tuvo que pasar por juzgados y estaciones de policia para encarcelar a quien había cometido la atrocidad de acabar con la vida de sus seres queridos. 

 

Pero Savina pese a haber sido dirigenta sindical, constituyente, prefecta y premiada como personaje del año por el periódico El Deber y por el Comité Cívico Cruceño, nunca vivió de la política, o nunca del todo. Antes de ser miembro del cónclave que debía reformar la constitución y ser la cabeza visible de la resistencia chuquisaqueña a los dictámenes del MAS, combinaba su actividad agricola con la venta de ropa americana que, si bien no le daba para el ahorro era una actividad de la que podía vivir. Hoy,  a sus 62 años Savina se dedica a vender ají y queso tanto en Sucre como en Santa Cruz y no pierde su deseo de volver al ruedo político. “Si sabes algo de la política me avisas” me dice en la puerta de su casa a manera de despedida.  

 

 





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