domingo, 27 de noviembre de 2016

AMÁBAMOS TANTO A FIDEL

La mayor parte de mi generación, la de los ochenta, admiró primero la revolución cubana y al Che Guevara y solo después lo hizo con Fidel Castro. Cuba era el país símbolo, el país que había logrado enfrentarse a los Estados Unidos, plantarle cara, convertir el lupanar que era Cuba con Batista, en la tierra que buscaba justicia e igualdad. En aquellos momentos, para todos nosotros, como para gran parte de la izquierda, las elecciones, los partidos políticos y el estado de derecho era temas secundarios, poco relevantes, soñábamos con un mundo mejor con la instauración de comunismo, y esos asuntos, eran, a los sumo, pequeñas libertades que se debía lograr para construir nuestro paraíso en la tierra.
Acompañados por canciones de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Mercedes Sosa amamos a Fidel más allá del bien y del mal, es decir más allá del estado de derecho que con toda seguridad no se daba en la isla.  Entre escoger entre más libertad o justicia, escogimos lo segundo, no interesaba tanto que se conculcaran democracia, lo que importaba era que Cuba tenía altos estándares de educación y salud, que no tenía Bolivia, en aquel entonces castigada por las dictaduras militares.



La transición a la democracia en los ochenta a muchos de mi generación nos invitó a la reflexión ¿hasta qué punto había que sostener la democracia? ¿Cuál el rol de los partidos políticos? ¿De verdad la unión soviética era ese paraíso que nos mostraba la revista Sputnik? ¿O era la sociedad que nos revelaba la revista Selecciones? nunca lo supimos, en realidad nunca tuvimos tiempo para saberlo, antes de intentarlo siquiera, la inflación, la crisis económica, la sequía y a caída de la Unión Soviética nos sacó de nuestras reflexiones y nos entregó al neoliberalismo.
Fue entonces que todavía amamos más a Fidel. Mientras todo el mundo viraba hacia el capitalismo, mientras Gorbachov nos mostraba una y otra vez que el socialismo era la mejor vía para el capitalismo, mientras varios partidos políticos, como el MIR, viraban hacia el modelo de mercado, mientras varios líderes e intelectuales repensaban las formas de lograr gobernabilidad en el contexto de la democracia, en medio de un pragmatismo más acorde con la globalización neoliberal, Castro se mantenía incólume; como un Sísifo pertinaz y feliz cargaba su piedra llena de ideales -ya un poco obsoletos- y se sostenía en la brecha hacia el socialismo, denunciando en foros internacionales, lo criminal de mantener el bloqueo a su país, que lo único que pedía era definir sus destinos de manera soberana.
Después cayó el neoliberalismo, vino el socialismo del siglo XXI y nos volvimos a encontrar con Fidel. Empero ya lo amábamos menos, era sospechoso que se mantuviera tanto tiempo como líder absoluto, que no diera lugar a una prensa libre, que se encarcelara a opositores y no se permitiera la vigencia de un genuino estado de derecho. Fidel y a revolución cubana adolecían de aquello que era fatal para todos los gobiernos: la endogamia en el poder. Cambió la historia y cambió el contexto político, pero no cambio Fidel: aquello que era una virtud en la revolución cubana a la larga se convirtió en un lastre, en algo que le hacía daño.

Hoy Fidel está muerto, convertido en cenizas, siendo paseado por toda Cuba antes de su morada final, con él se va una gran parte de la historia del siglo XX, la historia de una América Latina, que combatió contra la dictadura, contra la injusticia y la desigualdad y que amó tanto a Fidel porque justamente representaba esa lucha.

sábado, 26 de noviembre de 2016

FIDEL CASTRO

FIDEL CASTRO

Buena parte de América Latina llorará la muerte de Fidel porque eso era, un líder continental más que cubano  Esto fue posible por el hecho de que en la década de los 50,  cuando todos los países viraban al nacionalismo antimperialista Fidel fue quien mas y mejor logró expresar este discurso.
No solo eso, además supo mantenerse fiel a ese ideario cosa que no pasaba con otros líderes. Por ejemplo el nacionalismo de Víctor Paz y del MNR terminó cediendo una y otra vez a EEUU hasta permitir el ingreso de capitales extranjeros en sectores clave de la economía y dio paso a la reorganización de ejército derrotado por las milicias mineras y campesinas en 1952.
Fidel es la expresión de la fidelidad a las ideas aunque muchas veces se olvide que ello fue al costo de suprimir  libertades civiles y políticas en Cuba.

martes, 22 de noviembre de 2016

EL NO A LA CARTA ORGÁNICA

El pasado domingo 20 de noviembre los trabajadores del gobierno municipal de Sucre y los impulsores de la opción del Si a la Carta orgánica Municipal, quedaron con ganas de festejar un triunfo que, hace meses atrás, se ofrecía como inevitable. Sin un partido político ni agrupación ciudadana que esté en contra de la Carta, su aprobación parecía cosa de mero trámite.
Empero, lo que ocurrió el pasado domingo es algo más que el fracaso de los propugnadores del Sí, es la muestra patente del alejamiento de la sociedad civil y el estado, de un creciente divorcio entre la ciudadanía y el gobierno.


Tres son los rasgos que expresan este alejamiento. Por una parte la incapacidad de la Alcaldía y la Gobernación para dar soluciones concretas, efectivas y sostenibles a las diversas necesidades de la ciudadanía y la forma en que se trata de disfrazar esta ausencia con reuniones internacionales, ferias de todo tipo y desfiles que, de pronto, se convierten en acciones centrales de la gestión edil, pero que en rigor no contribuyen a solucionar los problemas estructurales de la ciudad de Sucre.
El segundo rasgo tiene que ver con la ausencia de canales de agregación de demandas de la ciudadanía: la población no encuentra en la Alcaldía, ni en los partidos de oposición ni en otras instituciones, un mecanismo de protesta, una vía para dar a conocer su opinión, un camino para expresar su voz y sus demandas. Con un comité cívico presidido por personajes afines al partido de gobierno, con una oposición carente de capacidad y propuesta política, con unos sindicatos que han perdido toda visión general de sociedad y unas ONGs que se han funcionalizado por completo al proceso de cambio del MAS, la población siente que está sumida en la indefensión, percibe que no hay quien la apoye, defienda y escuche.
El tercer rasgo es la ausencia de liderazgo. En todos estos años del MAS en el poder no ha aparecido ningún líder o lidereza que sea capaz de dirigir el necesario recambio político regional. Ni en el MAS ni en la oposición se puede vislumbrar la emergencia de ningún personaje con posibilidades de mostrar un horizonte de futuro, de ofrecer un objetivo a los sucrenses, señalar  un nuevo tiempo, que tenga la virtud de percibir e interpretar lo que la gente quiere.
Estas fueron las condiciones políticas con la que el ciudadano fue a votar el pasado domingo. Como no hay canales de protesta, la gente protestó con su voto, marcando por el No; como tampoco existen respuestas a las demandas de la población la gente decidió pagar con la misma moneda a la alcaldía negándoles su apoyo a la Carta orgánica y, como no hay líderes, la gente optó por obedecer a sí misma, a su rabia, a su desazón, a su propio desasosiego colectivo marcando en la casilla roja del No.

Todo esto lo saben los actuales políticos, pero no hacen nada para remediarlo. Sumidos en una crisis de identidad, han perdido la noción básica del poder que, en última instancia es el servicio al ciudadano. Sin embargo a partir del pasado domingo 20 de noviembre ya sea en las urnas o en las calles, la sociedad civil se va a encargar de recordarles a cada momento su rol que parecen haberlo perdido.