A la pregunta por el sentido de la política hay una respuesta tan sencilla y tan concluyente en si misma, que se diría que otras respuestas están totalmente demás. La respuesta es: el sentido de la política es la libertad (Hannah Arendt).
lunes, 15 de febrero de 2010
HAITI UN SEGUNDO ANTES DEL SISMO
2.2: porcentaje de adultos con vih.
11: teléfonos por cada mil personas.
22: porcentaje de niños menores de cinco
años con desnutrición.
24: porcentaje de nacimientos asistidos
por personal médico capacitado.
57: niños de cada mil,
índice de mortandad infantil.
58: porcentaje de la población
con acceso a agua potable.
59.5: número de años que vive en promedio
un ciudadano haitiano.
80: porcentaje de haitianos que vive con
menos de dos dólares diarios.
95: porcentaje de la población haitiana que
desciende de esclavos negros.
167: millones de dólares que Haití debe a
Venezuela.
380: miles de niños huérfanos.
1,200: millones de dólares que Haití debe al
Fondo Monetario Internacional.
(Letras Libres, febrero 2010)
miércoles, 10 de febrero de 2010
Félix Patzi
martes, 9 de febrero de 2010
ESTADO Y SOCIEDAD EN LA VISIÓN DE TRES ANALISTAS
El año pasado se publicó un interesante libro, Tensiones Irresueltas, (PNUD-Plural, 2009) que recoge una serie de ponencias realizadas en Oxford Inglaterra en una conferencia que, en palabras de uno de los editores, buscaba “juntar algunas de las visiones más claras y coherentes que ofrecen las posiciones en debate” sobre el pasado y el presente de Bolivia. Efectivamente, en el libro están reconocidos intelectuales, unos conocidos y otros no tanto, pero que en conjunto ofrecen una muy buena panorámica de la sociedad, la economía y la política en Bolivia.
En esta reseña nos abocaremos a ofrecer una panorámica sobre los textos que se refieren al tema político (el libro, además, contiene aportes históricos y económicos), en los artículos de tres politólogos bolivianos. Concretamente veremos la reflexión en torno al poder constituyente y poder constituido de Luis Tapia; un análisis sobre la relación estado-sociedad de Georges Gray Molina y un análisis crítico del Estado de derecho y democracia de Franz Barrios Suvelza.
Luis Tapia en su texto La constitución del país y las reformas a la constitución política del Estado, parte del hecho de que la constitución anterior (a la promulgada por Evo Morales se entiende) no recogía la diversidad social, política y cultural del país es decir que “la Constitución Política solo da(ba) cuenta de una parte de la realidad social y política existente y casi no menciona(ba) a la mayor parte de la población” (181). Basado en los aportes del pensador del Marxista Italiano Antonio Negri, propone diferenciar conceptualmente entre poder constituido (instituciones, normas, la CPE en suma) y poder constituyente (sujetos y fuerzas sociales como productores o transformadores de aquella).
Para Tapia, en la década de los noventa se habrían dado cambios en la constitución con reformas, si bien positivas, provenientes de “organismos internacionales y otras agencias estatales de cooperación” (185). Tapia se refiere sobre todo a instituciones que han sufrido un notorio menoscabo en los últimos años: el defensor del pueblo, el tribunal constitucional y las superintendencias sectoriales.
Sin embargo, para este autor, hay otro conjunto de reformas a la constitución que, a diferencia de los anteriores, responden a las demandas del poder constituyente (demandas desde la base), que parten de una crítica al monopolio de la política, a la transnacionalización de la propiedad y el carácter colonial del Estado, que forman los ejes del discurso revolucionario hoy y que tienen a la democracia directa como su forma de organización política. Tapia sostiene que los núcleos de ese poder constituyente están en la Coordinadora del Agua, en los pueblos del oriente y en los movimientos campesinos del altiplano y los valles centrales del país, que son los que derrocan a dos gobiernos considerados como neoliberales.
Tapia se pregunta ¿por qué este poder constituyente no termina por generar un proceso revolucionario, sino por la realización de una Asamblea Constituyente? Tapia sostiene que esto se debe a que por una parte “la democracia representativa está incorporada a la cultura política de los núcleos populares y comunitarios” y la “existencia de un partido de trabajadores en el sistema de partidos que ha servido para canalizar una salida a través de un recambio en el seno mismo del sistema de partidos” (: 188). Sin embargo este hecho no está exento de problemas ya que, en la medida en que el MAS está en el gobierno, esto mismo ha hecho que las redes de movilización no se hayan recreado y desarrollado haciendo que el “poder constituyente esté latente, fragmentado y, podríamos decir, en buena medida fuera de la Asamblea Constituyente”(: 190). Lo que marca las tensiones que surgen cuando los movimientos sociales que por definición no son Estado, están en el gobierno.
La ponencia de Gray Molina, en su Relaciones Estado/sociedad en Bolivia: la fuerza de la debilidad, parte de dos preguntas que buscan polemizar con las posiciones de los intelectuales de la actual izquierda. Una de ellas es: si el estado boliviano es tan débil ¿cómo han gobernado las elites políticas en el siglo XX?, es decir si el Estado representa solo a una parte de la población ¿cómo es que ese estado sobrevivió?. La respuesta, nos dice Gray Molina, es que en la historia de Bolivia existe un pluralismo institucional que, para el caso de la sociedad post-52, hace que el Estado delegue “efectivamente esferas de autoridad y dimensiones de poder a la sociedad civil organizada mediante un mecanismo de institucionalidad múltiple” (: 128) que permite autonomías de facto en niveles locales y regionales de gobierno, que puede llamarse pluralismo institucional o, a la manera de Guillermo O`Donnell, “Estado con huecos”.
Para Grey Molina, esta situación es “una característica estructural del Estado, no una anomalía” (: 138), es un modus vivendi que se ha formado a lo largo de la historia republicana de nuestro país, que permite acomodaciones entre elites de diverso tipo, la acción de entidades no estatales allá donde el Estado no puede llegar o es débil.
Esta situación puede también explicar la otra pregunta de Gray Molina: ¿por qué no prevaleció la política étnica en el siglo XX?, es decir ¿por qué la politización étnica no aparece en los 50 y lo hace en la década de los 90?. Según Grey Molina, en el siglo XIX se habría dado entre el Estado republicano y las comunidades indígenas, una especie de pacto en que el estado se comprometía a no tocar las tierras de comunidad a cambio de recibir el imprescindible tributo. Para este autor, el Estado que nace con la revolución de 1952, habría heredado este sistema de inclusión clientelista corporativo que funcionó, luego, en base al pacto militar campesino, que fue roto abruptamente después de la masacre de Epizana Cochabamba en 1974, año que marca la aparición de partidos de corte étnico, aunque durante muchos años con bajo perfil electoral, ya que los partidos como el MRTK y el MITKA nunca pudieron superar el 3% del electorado.
Procesos como la descentralización municipal, la aparición del discurso de las dos bolivias (la kára y la india) en desmedro de la idea pluricultural de Bolivia, en un contexto de descrédito de los partidos políticos, en la percepción de Gray Molina, llevan a la elección a Evo Morales y a la Asamblea Constituyente como mecanismo de participación directa que, como vimos con Tapia, es la forma de participación política propia de los movimientos sociales.
Otro título es La debilidad del exceso: Democracia desbordada y Estado boliviano de Franz Barrios Suvelza. El artículo parte de una discusión teórica donde polemiza el ensamblaje entre democracia y Estado de Derecho, afirmando que es posible, para el caso boliviano, hablar de un Estado democrático sin Estado de Derecho y, además, sin un perfil liberal” (: 150), estilo de Estado que se caracterizaría por “no blindar ciertos ámbitos dentro del Estado frente a lo democrático y lo político”(: 146).
Para probar esta hipótesis Barrios procede a mostrarnos algunos datos, como el proceso de reclutamiento de personal para la burocracia estatal que no tiene como referente lo meritocrático sino el grado de vinculación y respaldo de los movimientos sociales, bajo la lógica de que ellos son los que deben guiar el proceso de cambio y de escoger a los titulares de los cargos en el Estado.
Otro de los datos que esgrime Barrios, tiene que ver con lo que él denomina el “rango metafísico” (:157) de la Asamblea Constituyente que, en su origen, declaró estar por encima de todos los poderes constituidos lo que le llevó a una serie de contradicciones y a duras tensiones tanto con el poder legislativo como con el tribunal constitucional, cuyo desmantelamiento sería otra de las pruebas de este carácter invasivo de la democracia en ámbitos apolíticos.
Por último Barrios hace un análisis del proyectado “Control social” que, en criterio del autor, condensa la concepción de la superación de la democracia representativa por la democracia directa y la conducción del proceso por los movimientos sociales antes que por los órganos instituidos. Para Barrios, este proyecto se lo piensa como sustituto del Tribunal Constitucional, es decir un poder sobre los poderes, con la notable diferencia de que el Tribunal constitucional es (o era) un organismo apolítico y blindado a la democracia y el control social es una instancia política.
Mi opinión. Pienso que el texto de Tapia es muy útil para comprender la crisis actual del Estado boliviano, su tesis de que la constitución boliviana “pre-Evo” estaba construida de tal forma que no tomaba en cuenta a la otredad indígena de este país no deja de ser interesante. Sin embargo, creo que planteada de manera maniquea y dicotómica no permite ver la realidad concreta de la construcción del Estado boliviano que delega funciones, que negocia una y otra vez su capacidad política, que permite autonomías allá donde no puede llegar o es débil. En ese sentido, la tesis de Grey Molina de un Estado con una pluralidad institucional, parece más cercano a la realidad y más fructífero desde el punto de vista teórico. Por su parte, no deja de ser reveladora la crítica del proceso político actual de Barrios Suvelza, en la que se analiza el desborde de la democracia y se advierte del peligro de un Estado sin división horizontal de poderes y donde la democracia directa termina por subsumir a la democracia representativa.
martes, 2 de febrero de 2010
Apuntes en torno a la coyuntura política post elecciones presidenciales de diciembre de 2009
En el presente trabajo, hacemos un acercamiento a la coyuntura política actual, a partir de describir las condiciones institucionales y discursivas de la política en las que se resolvió la crisis estatal, inaugurando un nuevo ciclo político que tiene en la nueva Constitución Política del Estado el marco institucional para el nuevo Estado y, en el MAS y los movimientos sociales, a sus actores más visibles. Por tanto, haremos un análisis de los resultados del proceso de transición estatal caracterizado por una aguda polarización política, que derivó en pungas y enfrentamientos facticos, discursivos y electorales, donde la política tuvo como escenarios: las calles, los medios de comunicación y las urnas. Finalmente veremos, cual es la situación de Chuquisaca en este contexto.
Uno de los primeros datos que nos debe llamar la atención, es que la polarización política que había caracterizado a la crisis estatal entre enero de 2000 y 2008, ha sido resuelta de manera que hoy el Estado vuelve a tener el suficiente poder y legitimidad como para generar cohesión y certidumbre social y política en torno a un proyecto de Estado que es la nueva CPE, lo que amplía su capacidad de ser el eje ordenador de la política en el país.
Esta crisis tuvo una resolución fáctica por que las fuerzas de oposición hoy carecen de capacidad real para ejercitar presión social y política sobre el gobierno. Sus sucesivos esfuerzos por tratar de postergar, encauzar, modificar o simplemente bloquear la política gubernamental por la vía del conflicto social fueron momentos que generaron agudas tensiones, que obligaron al gobierno a ir a la negociación, pero que en lo sustancial no pudieron generar una posibilidad de regreso a la situación anterior, a la de los años de la democracia pactada. Las diversas coyunturas de referéndums autonómicos, el ataque a instituciones estatales, el bloqueo a las sesiones de la Asamblea Constituyente, fueron momentos de punga fáctica, casi militar, de toma de posiciones, donde el Estado parecía incapaz de poder ejercer el mando o que parecía estaba rebasado por fuerzas locales ligadas a los movimientos cívicos y prefecturales. Fue la acción combinada de las fuerzas gubernamentales y de los movimientos sociales, lo que lograron detener un proceso y servir de apoyo a un gobierno que en algunos momentos parecía que perdía el control de la situación.
En ese marco, la oposición jugó un rol mucho más efectivo, es decir, con mayor capacidad de efecto político, en el seno del Poder Legislativo, en la cámara de senadores, donde tenía mayoría. Fue una situación inédita, desde la UDP, de “gobierno dividido”(Mayorga) donde el poder legislativo no respondía a las directrices del poder ejecutivo y que utilizó éste poder para postergar o bloquear muchas de las iniciativas legislativas del gobierno, lo que se acrecentaba con la norma de dos tercios de votos para la aprobación de algunas leyes y designaciones. Ante esto el Gobierno recurrió a los decretos y a los cercos, para tratar de vencer esta barrera.
Otro elemento son los resultados electorales. La elección de 2005 representó el derrumbe y la caída de los partidos y los pactos políticos (“democracia pactada”) como forma de gobernabilidad política. A partir de 2005 la asistencia a la urnas no solo que ratifica la adhesión de la ciudadanía al gobernante MAS sino que se convierte en poderoso instrumento para restarle poder a la oposición. Así en las elecciones revocatorias de 2008 Evo Morales sube su caudal electoral en casi 10 puntos porcentuales y dos de sus adversarios como José Luis Paredes y Manfred Reyes son revocados, con lo que consolida su poder en la parte occidental del país y amplía en el oriente. Finalmente, en las últimas elecciones presidenciales convocadas en el marco de la nueva CPE, sube mucho más su apoyo logrando ampliar su capacidad hegemónica con dos tercios tanto en diputados como en senadores.
Todos estos procesos están enmarcados dentro de cierto “orden del discurso” (Foucault) cuyos elementos como la defensa de los recursos naturales, la relación entre estado central y regiones y la interculturalidad, son elementos discursivos que son jugados mejor y más rápido por los actores políticos del MAS, que logran situar esos temas en el campo discursivo boliviano. Si bien la oposición nunca negó la importancia de estos temas, trató de colocar también aspectos como modernidad y democracia que se condensaban en su propuesta autonómica. Este discurso dio indudablemente réditos políticos: una y otra vez se mostró a las autonomías como procesos contrarios a la concentración de poder y al autoritarismo del MAS. Sin embargo, una vez que este tema es introducido en la nueva Constitución y es asimilado por el MAS, que lo integra a su propio discurso, el MAS logra convertirse en el eje ordenador del proceso.
El resultado de todo esto es la aparición de un sistema de partidos nacional con partido hegemónico, el MAS, que sustituye al anterior sistema multipartidista moderado con tres partidos políticos (MNR ADN y MIR). Esta hegemonía es tanto electoral como legislativa: la situación de Gobierno dividido ha sido superada por que la oposición ya no tiene mayoría en la Cámara de Senadores y el MAS no necesita de alianzas o acuerdos ya que tiene dos tercios de votos, lo que le permite una mayor dinamicidad en la aprobación de leyes y de nombramientos.
Un tema pendiente es saber si continuará la “división vertical de poderes” (Mayorga) que genera una punga entre los prefectos de oposición y el gobierno central. En esa medida, las futuras elecciones para Gobernador y Alcalde nos podrán señalar si se puede hablar de un sistema de partidos más acotado a las regiones o a los municipios con movimientos ciudadanos que logren un perfilo propio al margen del MAS o de los partidos de oposición.
Dadas estas condiciones uno puede caer en la tentación de pensar que dado que la resolución de la crisis fue resuelta favorablemente al MAS, este proceso estuvo exento de búsqueda de consensos, de alianzas con actores estratégicos o de cambios de discurso de parte del MAS. Uno puede pensar que la ideología plurinacional devino en una hegemonía indígena y que el MAS no sólo que no puede sino que no desea ningún tipo de acuerdo con ningún otro sector que pertenezca a su espacio político. No. La historia de la hegemonía masista tiene sucesos donde integra a la clase media, modera su discurso indigenista, se hace conservador y pactario, integra discursos de otros ámbitos coopta y a la vez anula a potenciales adversarios. Por ejemplo, la ley electoral transitoria de abril de 2009 donde lo ideal eran 36 circunscripciones indígenas el MAS propone 15 y se termina aprobando solo 7; las listas de candidatos a la Asamblea Legislativa Plurinacional donde hay una presencia visible de personas de clase media, su intento de acercarse a regiones o más exactamente ciudades donde tiene menos simpatía, etc. O, por último, la forma como acepta la propuesta autonómica, tan vilipendiada antes, y que ahora es su bandera política.
En suma, hoy vivimos un nuevo tiempo político caracterizado por la a) dominio discursivo en el sentido de que hoy los discursos políticos para validarse necesitan hacer uso de elementos como nacionalismo e identidad étnica, b) por la iniciativa política que, al tener mayoría en el congreso hace que tenga también de su parte las iniciativas políticas y c) por su mayoría electoral que lo convierte en el único partido con real presencia a lo largo y ancho del país.
Por su parte, tenemos una oposición dividida, que ante su poca presencia nacional intenta rearticularse desde las regiones. Para ello es necesario que cambie su discurso y sus emisores. Hasta ahora el discurso de la oposición local ha girado sobre todo en la apelación a la dignidad sucrense y a la memoria colectiva en torno a los hechos de la Calancha. De una u otra manera esta apelación tuvo frutos con la candidatura de Savina, sin embargo, es posible suponer que la victoria del MAS en las elecciones presidenciales está mostrando los bordes y límites de un discurso que no puede mantenerse en el largo plazo. Los discursos políticos suelen hacer apelación al pasado, pero a condición de prefigurar el futuro, cuando solo apelan al pasado se estacan y cuando solo apelan al futuro carecen de identidad. El discurso de la oposición habla mucho de muertos pero poco de autonomías, mucho de pasado y poco de futuro. La política es sobre todo prefiguración de futuro que trata de incluir y no de excluir. Cosas elementales pero que muchas veces son olvidadas por quienes pretenden ser los conductores de esta región.