La política es negociación por que se basa en la pluralidad de los seres humanos y no en su homogeneidad. Al ser también búsqueda de poder son las instituciones las que permiten el diálogo entre los actores políticos para que el poderoso no lo sea tanto o para que su poder no desemboque en una forma de autoritarismo que, al final, mate la posibilidad de negociación y diálogo, es decir mate la política.
En las condiciones en las que se encuentra el país, en rigor, se hace dificultosa la política puesto que sus instituciones están en crisis: los partidos políticos han dejado de ser relevantes en la definición política o tienen una representatividad muy limitada y las regiones y sus líderes son los actores centrales en la definición de la agenda política nacional, lo que nada más hace patente el hecho de que hoy no hay una visión nacional de las cosas sino aquella que tiene como referente lo local: el MAS pese a su respaldo electoral no tiene una propuesta que incluya a los sectores medios y mestizos del país y la oposición regional únicamente solo defiende sus intereses regionales como el IDH y autonomías. En estas condiciones solo puede haber búsqueda de hegemonía y no de consenso; violencia e imposición y no búsqueda del bien común.
En este contexto de disolución del sentido de la política, en Sucre, con la demanda de Capitalía Plena no solo que se dio una regionalización sino una “citadinización” de la política, ya que era un propuesta que no atacaba las estructura misma del Estado actual sino un cambio de lugar en la sede de los poderes. Si bien los argumentos históricos que afirmaban a Sucre como capital de la república eran irrefutables, no se puede decir lo mismo del argumento que sostenía que la solución para la crisis política del país, estaba en colocar lo poderes en una suerte de centro neutral (Sucre) que aquilate las pretensiones de oriente y occidente, por el simple hecho de que la naturaleza de la crisis estatal no es geográfica sino política e ideológica. Sostener este argumento, equivale a decir que es posible evitar la caída de una casa cambiando el dormitorio de los padres.
De todas maneras este discurso logró una alta adhesión de parte de la ciudadanía sucrense y mientras la Asamblea Constituyente funcionaba en Sucre, se pudo colocar el tema de la capitalía plena en la agenda política nacional, tanto que cuando se hizo las reuniones de la suprapartidaria convocada por el vicepresidente, en octubre y noviembre de 2007, para viabilizar la Asamblea, uno de los temas centrales fue la demanda capitalina. De estas reuniones salieron ciertas propuestas para Chuquisaca que, si bien no le daban capitalía, sin postergarla o negarla, proponían aspectos concretos para su desarrollo.
La situación posterior demostró hasta qué punto el conflicto había alcanzado un punto de no retorno: ni el gobierno y el MAS estaban dispuestos a introducir el tema de la capitalía en el debate constituyente, ni el Comité Interinstitucional estaba dispuesto a “dar un paso atrás” con su demanda. En estas circunstancias, la salida lamentable no fue otra que la violencia. Una ciudad completamente movilizada, en noviembre, literalmente, hace huir a la Asamblea Constituyente, a los policías y a los movimientos sociales que llegaron a Sucre para defender “su”AC.
Si era o no posible, tanto para el gobierno como para la región, llegar a un acuerdo negociado es una pregunta que estará presente siempre. Parafraseando a Zavaleta diremos que la negociación estaba en la lógica de las cosas, pero no en la lógica de los actores de ese momento. El gobierno, por que temía perder respaldo en uno de sus bastiones más importantes como La Paz y por que los líderes del comité buscaban visibilización política y, junto a sus aliados de la media luna, el fracaso de la Asamblea por considerarla autoritaria.
De todas maneras, cuando se va la Asamblea Constituyente, de alguna manera también se diluye el mecanismo de presión más importante para el objetivo de la capitalía plena. Una de las promesas del MAS para el país y, sobre todo, para las organizaciones sociales que lo respaldaban era el logro de un nuevo texto constitucional, y no es ocioso suponer que el Gobierno de Evo Morales estaba dispuesto a ceder muchas cosas a Chuquisaca a cambio de que ella deje sesionar a la AC. La política es oportunidad y decisión y sobre todo visión de largo plazo. Los líderes pueden y tienen que ver más allá de lo que la coyuntura ofrece o promete, esa es su virtud y de alguna manera su deber. Intuir el límite de las cosas y aquilatar las propias fuerzas es la base para conseguir triunfos y también para evitar catastróficas derrotas.
Se va la AC y la política en Sucre toma otros caminos. La ciudad ingresa en la lucha electoral y tanto la capitalía plena como las autonomías son utilizados como ejes discursivos que cautivan votos en la ciudad y hacen de Savina Cuellar Prefecta. Sin embargo, estos mismos ejes no son convertidos en proyecto regional, que recoja y articule propuestas y actores políticos y sociales regionales tanto de la ciudad como del campo. A cambio, se refuerza la alianza con la media luna y se olvida de agendar la demanda de capitalía plena dentro del CONALDE, entretanto que se profundiza la división con los campesinos chuquisaqueños.
En este contexto es que uno se pregunta: por qué hasta ahora no tenemos un solo documento que nos indique cómo y con qué se logrará las autonomías y la capitalía?, ¿Por qué no existe un solo documento donde se proponga el tipo y modelo de autonomías que se quiere para la región? ¿Cuál será el régimen económico, que pueda solventar el gasto de las competencias a ser autonomizadas? ¿Se pedirá un fondo de compensación departamental? ¿Qué competencias serán autonomizadas? ¿Qué tan funcional es un régimen autonómico para el desarrollo de Chuquisaca? ¿Cómo se resolverá la ecuación autonomías departamentales con las autonomías indígenas? ¿Cuáles son los actores y su rol en estos procesos? ¿Cuál es la estrategia para generar consenso político entre los actores del campo y la ciudad? Son preguntas que todavía están sin respuesta.
Ahora, cuando en Cochabamba se está definiendo la resolución de la crisis política, hay dos temas centrales, únicos y casi excluyentes que son IDH y autonomías y no se vislumbra que la capitalía plena sea un tema central para el CONALDE y peor para el MAS. Situación que se agrava, por el hecho de que el gobierno ha retomado la iniciativa política, definiendo la agenda y su modalidad de tratamiento y los prefectos del CONALDE, están muy disminuidos no solo por que perdieron a dos prefectos en el referéndum revocatorio (Manfred y Paredes) sino por que el último intento de retomar la iniciativa política, le costó un merecido deterioro de su imagen internacional y la pérdida de uno de sus bastiones políticos en Pando, cuyo Prefecto está tras las rejas.
Dada esta situación, quizá sea pertinente preguntar: ¿ni un paso atrás?
En las condiciones en las que se encuentra el país, en rigor, se hace dificultosa la política puesto que sus instituciones están en crisis: los partidos políticos han dejado de ser relevantes en la definición política o tienen una representatividad muy limitada y las regiones y sus líderes son los actores centrales en la definición de la agenda política nacional, lo que nada más hace patente el hecho de que hoy no hay una visión nacional de las cosas sino aquella que tiene como referente lo local: el MAS pese a su respaldo electoral no tiene una propuesta que incluya a los sectores medios y mestizos del país y la oposición regional únicamente solo defiende sus intereses regionales como el IDH y autonomías. En estas condiciones solo puede haber búsqueda de hegemonía y no de consenso; violencia e imposición y no búsqueda del bien común.
En este contexto de disolución del sentido de la política, en Sucre, con la demanda de Capitalía Plena no solo que se dio una regionalización sino una “citadinización” de la política, ya que era un propuesta que no atacaba las estructura misma del Estado actual sino un cambio de lugar en la sede de los poderes. Si bien los argumentos históricos que afirmaban a Sucre como capital de la república eran irrefutables, no se puede decir lo mismo del argumento que sostenía que la solución para la crisis política del país, estaba en colocar lo poderes en una suerte de centro neutral (Sucre) que aquilate las pretensiones de oriente y occidente, por el simple hecho de que la naturaleza de la crisis estatal no es geográfica sino política e ideológica. Sostener este argumento, equivale a decir que es posible evitar la caída de una casa cambiando el dormitorio de los padres.
De todas maneras este discurso logró una alta adhesión de parte de la ciudadanía sucrense y mientras la Asamblea Constituyente funcionaba en Sucre, se pudo colocar el tema de la capitalía plena en la agenda política nacional, tanto que cuando se hizo las reuniones de la suprapartidaria convocada por el vicepresidente, en octubre y noviembre de 2007, para viabilizar la Asamblea, uno de los temas centrales fue la demanda capitalina. De estas reuniones salieron ciertas propuestas para Chuquisaca que, si bien no le daban capitalía, sin postergarla o negarla, proponían aspectos concretos para su desarrollo.
La situación posterior demostró hasta qué punto el conflicto había alcanzado un punto de no retorno: ni el gobierno y el MAS estaban dispuestos a introducir el tema de la capitalía en el debate constituyente, ni el Comité Interinstitucional estaba dispuesto a “dar un paso atrás” con su demanda. En estas circunstancias, la salida lamentable no fue otra que la violencia. Una ciudad completamente movilizada, en noviembre, literalmente, hace huir a la Asamblea Constituyente, a los policías y a los movimientos sociales que llegaron a Sucre para defender “su”AC.
Si era o no posible, tanto para el gobierno como para la región, llegar a un acuerdo negociado es una pregunta que estará presente siempre. Parafraseando a Zavaleta diremos que la negociación estaba en la lógica de las cosas, pero no en la lógica de los actores de ese momento. El gobierno, por que temía perder respaldo en uno de sus bastiones más importantes como La Paz y por que los líderes del comité buscaban visibilización política y, junto a sus aliados de la media luna, el fracaso de la Asamblea por considerarla autoritaria.
De todas maneras, cuando se va la Asamblea Constituyente, de alguna manera también se diluye el mecanismo de presión más importante para el objetivo de la capitalía plena. Una de las promesas del MAS para el país y, sobre todo, para las organizaciones sociales que lo respaldaban era el logro de un nuevo texto constitucional, y no es ocioso suponer que el Gobierno de Evo Morales estaba dispuesto a ceder muchas cosas a Chuquisaca a cambio de que ella deje sesionar a la AC. La política es oportunidad y decisión y sobre todo visión de largo plazo. Los líderes pueden y tienen que ver más allá de lo que la coyuntura ofrece o promete, esa es su virtud y de alguna manera su deber. Intuir el límite de las cosas y aquilatar las propias fuerzas es la base para conseguir triunfos y también para evitar catastróficas derrotas.
Se va la AC y la política en Sucre toma otros caminos. La ciudad ingresa en la lucha electoral y tanto la capitalía plena como las autonomías son utilizados como ejes discursivos que cautivan votos en la ciudad y hacen de Savina Cuellar Prefecta. Sin embargo, estos mismos ejes no son convertidos en proyecto regional, que recoja y articule propuestas y actores políticos y sociales regionales tanto de la ciudad como del campo. A cambio, se refuerza la alianza con la media luna y se olvida de agendar la demanda de capitalía plena dentro del CONALDE, entretanto que se profundiza la división con los campesinos chuquisaqueños.
En este contexto es que uno se pregunta: por qué hasta ahora no tenemos un solo documento que nos indique cómo y con qué se logrará las autonomías y la capitalía?, ¿Por qué no existe un solo documento donde se proponga el tipo y modelo de autonomías que se quiere para la región? ¿Cuál será el régimen económico, que pueda solventar el gasto de las competencias a ser autonomizadas? ¿Se pedirá un fondo de compensación departamental? ¿Qué competencias serán autonomizadas? ¿Qué tan funcional es un régimen autonómico para el desarrollo de Chuquisaca? ¿Cómo se resolverá la ecuación autonomías departamentales con las autonomías indígenas? ¿Cuáles son los actores y su rol en estos procesos? ¿Cuál es la estrategia para generar consenso político entre los actores del campo y la ciudad? Son preguntas que todavía están sin respuesta.
Ahora, cuando en Cochabamba se está definiendo la resolución de la crisis política, hay dos temas centrales, únicos y casi excluyentes que son IDH y autonomías y no se vislumbra que la capitalía plena sea un tema central para el CONALDE y peor para el MAS. Situación que se agrava, por el hecho de que el gobierno ha retomado la iniciativa política, definiendo la agenda y su modalidad de tratamiento y los prefectos del CONALDE, están muy disminuidos no solo por que perdieron a dos prefectos en el referéndum revocatorio (Manfred y Paredes) sino por que el último intento de retomar la iniciativa política, le costó un merecido deterioro de su imagen internacional y la pérdida de uno de sus bastiones políticos en Pando, cuyo Prefecto está tras las rejas.
Dada esta situación, quizá sea pertinente preguntar: ¿ni un paso atrás?
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