Como es de público conocimiento, el próximo año se cumplen 200 años del 25 de mayo de 1809, fecha del primer grito libertario de América, en la ciudad de la Plata, hoy Sucre. Para conmemorar este hecho histórico, según ley congresal 2501, se ha creado el Comité del Bicentenario que tiene como sede de sus funciones a nuestra ciudad.
Para la difusión de sus actividades y para hacer conocer los hechos históricos relativos al 25 de mayo de 1809, este Comité ha creado su página web www.bicentenario.bo , que es una iniciativa loable ya que, la red internet, se ha convertido en una herramienta poderosa de transferencia de datos e información, imprescindible en nuestros días y que, bien utilizado, puede servir para brindar información institucional e histórica sobre el 25 de mayo de 1809, no solo a nivel local sino, sobre todo, a nivel internacional.
Sin embargo, nada de esto ocurre en verdad en el sitio (www.bicentenario.bo); antes bien, la idea de tiene el Comité de los hechos del 25 de mayo está plagada de inexactitudes, irrealidades y errores de “typeo” que podrían pasarse por alto, si no fuera por que se trata de la página web de un Comité que tiene como misión realzar los hechos de mayo de 1809.
Nos referimos concretamente un artículo de esta página web que titula “Qué sucedión (sic) el 25 de mayo de 1809? (una copia de este texto está como anexo al presente trabajo).
Este artículo en el primer párrafo dice:
“El grito Libertario del 25 de Mayo de 1809, estuvo asomándose por la Audiencia de Charcas desde principios de año, cuando algunos líderes sociales se convencieron de que debían luchar contra la realeza española. Meses más tarde, el pueblo comenzaría a gestar las ideas emancipadoras”.
Al respecto, se debe indicar que el grito libertario del 25 de mayo no estuvo “asomándose” desde principios del año 1809, sino que es el resultado de un proceso social y político que, según la autorizada palabra de Estanislao Just Leo en su Comienzo de la independencia en el Alto Perú: los sucesos de Chuquisaca de 1809, empezó con la llegada en 1797 del nuevo Presidente de la Audiencia de Charcas Ramón García de León y Pizarro y todos los problemas posteriores que se dieron con los oidores de Charcas.
Obviamente, que los hechos de mayo, son también fruto de rebeliones anteriores, que marcan una especie de “estado de ánimo” (Mendoza), previo al ciclo de revoluciones libertarias que empiezan con el 25 de mayo. Como menciona René Arze en La participación popular en la guerra de la independencia, las revoluciones del 25 de mayo y del 16 de julio de 1809 no solo son fruto de las ideas políticas llegadas con la revolución francesa y con la independencia americana sino que “son el resultado de una larga serie de disturbios proyectados desde fines del siglo XVIII” (: 101) cuyo referente en relación a Charcas sería una revuelta de mestizos, en julio de 1785, conocida como “revolución de los muchachos” en repudio a los chapetones (: 103-105).
Por tanto, no es que los “lideres sociales” (sic) se hayan dado cuenta de que “debían luchar contra la realeza española” recién en 1809 sino que ella es fruto de todo un proceso social, ideológico y aún cultural, cuyo resultado es el 25 de mayo, donde claramente las ideas emancipadoras ya estaban cristalizadas y asumidas por el pueblo, y no como afirma el artículo del Comité, que las mismas empezaron a gestarse por el pueblo meses más tarde.
Más adelante se narra la detención de Jaime de Zudañez, quien habría exclamado “¡Me están llevando para ahorcarme!”. Aunque es casi imposible saber lo que dijo Zudañez en ese momento, la verdad preferimos creer que, en realidad lo que dijo Zudañez es “Patrianos, me llevan al patíbulo” que es lo que indica Gunnar Mendoza en su texto Historia de la Independencia (: 253) que, la verdad, suena un poquito más elegante y digno de un Doctor de Charcas.
Luego, el artículo de la página web del Comité, narra los efectos que tuvo el arresto de Zudañez en el pueblo y dice “El hecho cala hondo en los alrededores de la Plaza 25 de Mayo (sic), principalmente en las aulas de la Universidad de Charcas”. Lo que es un grave error ya que, en 1809, no se conocía una plaza 25 de mayo sino una Plaza Central o del Cabildo. Bajo esa lógica, nada raro que Zudañez, ese día intentase fugar hacia la plaza que hoy lleva su nombre o que, un día de esos, Montegudo, se encuentre mirando, extasiado, su propia estatua. En fin…
En otro párrafo, el artículo del Comité señala:
“Desde la Audiencia disparaban cañonazos y descargas de fusilería para amedrentar pueblo (sic). Pizarro ordena la libertad de Zudáñez, pero ya el pueblo se había amotinado y atacaron la Audiencia y tomaron preso a Pizarro; salió éste escoltado por la muchedumbre y conducido por los revolucionarios. Nadie salió herido, no se derramó una gota de sangre, relata Gabriel René Moreno”.
“Desde la Audiencia disparaban cañonazos y descargas de fusilería para amedrentar pueblo (sic). Pizarro ordena la libertad de Zudáñez, pero ya el pueblo se había amotinado y atacaron la Audiencia y tomaron preso a Pizarro; salió éste escoltado por la muchedumbre y conducido por los revolucionarios. Nadie salió herido, no se derramó una gota de sangre, relata Gabriel René Moreno”.
Aunque el artículo no señala el libro de Gabriel René Moreno, que le sirve de fuente bibliográfica para estas afirmaciones, es posible decir, a la luz de la investigación de Just Lleo que, evidentemente es el Presidente de la Audiencia, Pizarro, el que ordena la liberación de Zudañez, pero que no es evidente que Pizarro sea arrestado en ese preciso momento, sino que renuncia horas después, en un oficio dirigido al Tribunal, en la madrugada del 26 de mayo.
Por otra parte, el dato de que “no se derramó una sola gota de sangre” es muy relativa ya que según Mendoza el resultado del tumulto popular dejo “un saldo de más de 30 muertos” (: 254) y Just Lleo menciona que el escenario de los días posteriores al 25 de mayo no eran de paz, ya que un grupo “sin duda atraído por el sordo rumor del elevado número de muertos –se decía que habían sido más de treinta los cadáveres recogidos-, había vuelto portando un destrozado retrato del presidente García Pizarro, que colgó (…) en la horca levantada la noche anterior, colocándole encima un perro muerto” ( :125). Por tanto la revolución de charcas fue como todas, violenta y, obviamente, nada pacífica.
En suma, el artículo que está inscrito en la página web del Bicentenario, adolece de confusiones de tiempo, imprecisiones historiográficas y falta de seriedad en el manejo de fuentes bibliográficas. Detalles que, insistimos, podrían dejarse de lado, si no se tratara de un documento que es publicado por una institución que tiene como finalidad conmemorar los hechos históricos del 25 de mayo de 1809.
Anexo
Artículo sobre el 25 de mayo de la página web del Comité del Bicentenario
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QUÉ SUCEDIÓN EL 25 DE MAYO DE 1809?
El grito Libertario del 25 de Mayo de 1809, estuvo asomándose por la Audiencia de Charcas desde principios de año, cuando algunos líderes sociales se convencieron de que debían luchar contra la realeza española. Meses más tarde, el pueblo comenzaría a gestar las ideas emancipadoras.
Jueves 25 de mayo. El “abogado de los pobres” cae detenido y la gente se alborota con el aviso desesperado del heroico ciudadano: “¡Me están llevando para ahorcarme!”. Esta fue la voz exaltada de Jaime Zudáñez, quien en enero ya había protestado por la pretensión de la princesa Carlota de Borbón de anexar Charcas a la corona del Brasil. El hecho cala hondo en los alrededores de la Plaza 25 de Mayo, principalmente en las aulas de la Universidad de Charcas.
Esa mañana, los ánimos habían comenzado a caldearse desde muy temprano; la población, íntimamente, quizás percibía la magnitud de los acontecimientos que sucederían esa histórica jornada.
En los corrillos de la magna Universidad se incubó la rebelión. Los estudiantes, seguidos por el pueblo, exigieron la liberación de Zudáñez y la renuncia de Ramón García Pizarro, presidente de la Real Audiencia y gobernador de Chuquisaca.
“Y sucedió lo que quería y esperaba que sucediese; alborotóse el pueblo, de por sí levantisco y en la ciudad hubo gran movimiento de gente que acudía a la plaza principal y a la Audiencia. Muchos se subieron a los campanarios y comenzaron a echar a vuelo las campanas; otros prendían fogatas en las calles.
Desde la Audiencia disparaban cañonazos y descargas de fusilería para amedrentar pueblo. Pizarro ordena la libertad de Zudáñez, pero ya el pueblo se había amotinado y atacaron la Audiencia y tomaron preso a Pizarro; salió éste escoltado por la muchedumbre y conducido por los revolucionarios. Nadie salió herido, no se derramó una gota de sangre”, relata Gabriel René Moreno.
Como símbolo vivo de ese glorioso episodio de la historia, en lo más alto de la iglesia de San Francisco continúa en pie la Campana de la Libertad, cuyos ecos retumban en silencio cada 25 de Mayo.
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Artículo sobre el 25 de mayo de la página web del Comité del Bicentenario
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QUÉ SUCEDIÓN EL 25 DE MAYO DE 1809?
El grito Libertario del 25 de Mayo de 1809, estuvo asomándose por la Audiencia de Charcas desde principios de año, cuando algunos líderes sociales se convencieron de que debían luchar contra la realeza española. Meses más tarde, el pueblo comenzaría a gestar las ideas emancipadoras.
Jueves 25 de mayo. El “abogado de los pobres” cae detenido y la gente se alborota con el aviso desesperado del heroico ciudadano: “¡Me están llevando para ahorcarme!”. Esta fue la voz exaltada de Jaime Zudáñez, quien en enero ya había protestado por la pretensión de la princesa Carlota de Borbón de anexar Charcas a la corona del Brasil. El hecho cala hondo en los alrededores de la Plaza 25 de Mayo, principalmente en las aulas de la Universidad de Charcas.
Esa mañana, los ánimos habían comenzado a caldearse desde muy temprano; la población, íntimamente, quizás percibía la magnitud de los acontecimientos que sucederían esa histórica jornada.
En los corrillos de la magna Universidad se incubó la rebelión. Los estudiantes, seguidos por el pueblo, exigieron la liberación de Zudáñez y la renuncia de Ramón García Pizarro, presidente de la Real Audiencia y gobernador de Chuquisaca.
“Y sucedió lo que quería y esperaba que sucediese; alborotóse el pueblo, de por sí levantisco y en la ciudad hubo gran movimiento de gente que acudía a la plaza principal y a la Audiencia. Muchos se subieron a los campanarios y comenzaron a echar a vuelo las campanas; otros prendían fogatas en las calles.
Desde la Audiencia disparaban cañonazos y descargas de fusilería para amedrentar pueblo. Pizarro ordena la libertad de Zudáñez, pero ya el pueblo se había amotinado y atacaron la Audiencia y tomaron preso a Pizarro; salió éste escoltado por la muchedumbre y conducido por los revolucionarios. Nadie salió herido, no se derramó una gota de sangre”, relata Gabriel René Moreno.
Como símbolo vivo de ese glorioso episodio de la historia, en lo más alto de la iglesia de San Francisco continúa en pie la Campana de la Libertad, cuyos ecos retumban en silencio cada 25 de Mayo.