En
los últimos días el Comité de derechos humanos de la Organización de las
Naciones Unidas, ha emitido un fallo favorable a Rebeca Delgado y Eduardo
Maldonado aceptando su demanda de haber sido víctimas de vulneración de sus
derechos políticos y cívicos al haber sido impedidos, por un órgano del estado a postular a la alcaldía en las elecciones
municipales de 2015.
Antes
de pasar al análisis conviene exponer algunos antecedentes. Corría el año 2014
y tanto Delgado como Maldonado por diversos motivos se habían distanciado del
MAS hasta el punto de declararse librepensantes. En el caso de Maldonado ,el
motivo era haberse mostrado favorable a la demanda regional planteada por
el Comité Cívico Potosinista (COMCIPO) en julio de 2010 y que llevó a la
población potosina a una huelga de 19 días. En lo que respecta a Delgado este
su distanciamiento tenía que ver con una pugna interna con Carlos Romero y con
la cúpula masista por no dar lugar a la crítica y a la circulación de las
elites políticas.
Ya
distanciados de manera irreversible del MAS, tanto Maldonado como Delgado marcaron
su propio camino y tras un proceso de recolección de firmas, lograron personería
jurídica para su movimiento ciudadano y,
en consecuencia, postularon a la Alcaldía del municipio de Potosí y de
Cochabamba respectivamente. Hasta bien entrado el año 2015 todas las encuestas daban
a Maldonado y Delgado como seguros ganadores, lo que hacía prever un
debilitamiento del MAS en plazas consideradas “bastiones” de este partido:
Potosí y Cochabamba. Empero, antes del verificativo electoral, el Tribunal
Supremo electoral, con la mayoría de sus vocales convertidos en dóciles instrumentos del MAS, emitió un reglamento que impedía que los legisladores nacionales,
diputados y senadores, se postulen a un cargo subnacional. Esta determinación fue
una daga clavada en el corazón de los movimientos ciudadanos liderizados por Delgado y Maldonado que no pudieron postularse
a las elecciones municipales de sus ciudades natales.
Lo
ocurrido con Maldonado y Delgado es una muestra del centralismo político que
desde la asunción a la presidencia de Morales se ha desplegado y que busca el control y la anulación de la disidencia en los espacios
subnacionales. Este objetivo tiene varios mecanismos, uno de ellos es la anulación política de todos los líderes locales que podrían desafiar el poder del centro político.
Bajo este esquema, varios de opositores locales han sido expulsados del juego político por el poder masista, entre los
que se cuentan Manfred Reyes Villa, Mario Cossío, Jaime Barrón, Ernesto Suarez,
Rubén Costas y René Joaquino. A todos ellos se los acusó de corrupción o se
aplicó una norma en la que, contra toda lógica jurídica de presunción de
inocencia, fueron alejados de sus cargos a sola denuncia del Ministerio
Público. En el caso de Maldonado y Delgado, se utilizó de la manera más grosera a los miembros del Tribunal Supremo electoral, a los cuales se los veía
participando en proclamaciones y fiestas masistas, para que emitan una resolución que impedía su postulación.
Por contrapartida, todo esto viene acompañado de la erección de la imagen de Morales como el gran constructor de la modernidad y del progreso social en las diversas regiones del país, aún de las mas alejadas y pobres. A través del programa Evo cumple, el presidente de manera diaria, hace una cantidad de entregas de obras como escuelas, postas sanitarias, coliseos, canchas de fútbol, que le permiten ser visto, como el presidente que hace obras, no solo en el ámbito nacional sino también local.
Maldonado y Delgado son dos víctimas más de la eficiente maquinaria que ha montado el MAS para la expansión territorial del poder, expulsando de la política a actores que podrían estructurar mecanismos de resistencia al centralismo masista. Rebeca Delgado alejada de la política, hoy se dedica a la actividad académica y Eduardo Maldonado, de una larga trayectoria política, hoy está al frente de un emprendimiento cultural. En política los tiempos son claves y, para ambos políticos, este tiempo parece haber pasado, con lo que las regiones de Potosí y Cochabamba pierden dos actores relevantes y el MAS gana en concentración del poder.
Empero
esta historia tuvo un final feliz, ya que el fallo favorable del Comité de
derechos humanos de la ONU, pone en evidencia el carácter autoritario del MAS
en el poder; desnuda la hipocresía de su discurso democrático y, finalmente,
muestra el nivel de venalidad de altos funcionarios de los órganos del estado,
los que para sobrevivir en su cargo, tienen que adecuarse a lo que dicta la
ambición de poder del MAS.