Esta mañana, en el noticiero de una de las redes televisivas presentaron una nota sobre los disturbios en Chile, que tiene como actores centrales a los jóvenes. Una de las imágenes mostraba a los alegres revoltosos bailando nuestro conocido Tinkuy, ante ello las periodistas comentaron que eso era “otra muestra más” del robo que se hace del patrimonio cultural boliviano, ya que, según ellas, en ningún momento se presentó esta danza como boliviana (aunque tampoco se dijo que era chilena), "Eso ya está de buen tamaño" dijo una de las periodistas, indignada, pidiendo por supuesto la intervención de las autoridades.
De una u otra manera, las periodistas expresan el sentimiento de una buena porción de bolivianos, que ven herida su dignidad patriótica cada vez que ven bailar una danza típica boliviana fuera de nuestro país. Cultores de la idea de que el extranjero solo llega a nuestro país para aprovecharse de nuestra riquezas, no es extraño que estás posturas calen profundamente en nuestra adolorida conciencia nacional. Sin embargo, soy de la opinión de que esta postura es errada, anacrónica y, a la larga inútil
Es anacrónica porque está a contracorriente del proceso de globalización y comunicación que hace que las culturas migren de un lugar a otro y que surjan procesos de apropiación cultural de las mismas, pasó con el Tango, pasó con la Salsa, pasó con el Jazz y probablemente esté pasando con el Tinkuy. Es decir, las culturas, medios de comunicación mediante, se hacen mundiales y nadie se hace mucho problema de ello: no creo que a un Argentino o Uruguayo le indigne que el tango sea bailado y disfrutado por una par de exóticos japonecitos vestidos con Kimono, ni creo que le moleste a un norteamericano que el Jazz sea oído en el norte de Potosí.
Es errada, porque en vez de indignación, lo que se debería sentir es alegría y orgullo por el hecho de que la cultura boliviana se disfrute, como se suele decir masoquistamente “allende nuestros mares”. Que el tinkuy sea bailado, por personas de otros países, a mi me tiene contento, que sea bailado además en una revuelta que pide mejor educación, más todavía. ´
Por último, esta postura es inútil porque la multiculturización de las sociedades es un proceso indetenible. Por más indignación que mostremos, tanto los bailes como las expresiones culturales bolivianas, las veremos disfrutarlas y bailarlas en otros países, y las veremos realizarlas por personas que les interesará muy poco del origen de esa danza que, al final, la sentirán propia.