El brutal aumento de precios de los carburantes en un promedio de 70%, aplicado por un gobierno de izquierda, nacionalista y con rasgos populistas plantea algunas preguntas: ¿un gobierno de izquierda no debe tomar medidas como el gasolinazo?, ¿deja de ser de izquierda si lo hace?, ¿Evo se vuelve neoliberal si asume una política realista de precios?, ¿solo un gobierno neoliberal puede hacer lo que hizo el gobierno del MAS?
Como se sabe, neoliberalismo, es casi una mala palabra, evoca privatización, corrupción, negociado y pobreza, entre muchas otras. Se ha convertido en un dispositivo discursivo que anula al oponente político, que invalida sus acciones. Evo es uno de los que ha basado su discurso y capital político con la insistente acusación a sus opositores de ser neoliberales, los mismos que no han podido escapar de esta calificación, a estas alturas casi un estigma.
Una palabra que ha estado asociada al neoliberalismo es política de Shock, en el sentido de política dura, por que quien lo padece, en este caso el pueblo, queda como paralizado por tanta desgracia generado por un gobierno que, paradójicamente, dice estar de su lado. Sin embargo no todas las políticas son de Shock, solo aquellas que tienen un notable efecto desmultiplicador del dinero de la gente tienen ese calificativo, no tienen como objetivo dormir al oponente, sino despertarlo de un sueño muy parecido a la muerte: sus propugnadores esgrimen la idea de que si no se aplicaba el shock, el paciente (el pueblo) “se moría” como dijo de Paz Estensoro o “se desangraba” como dice García Linera. El decreto 21060 con su secuela de desmultiplicadora de empleo e ingresos fue una política de shock y también el decreto del gasolinazo lo es, salvo que alguien crea que un aumento tan drástico de los precios de la gasolina no tenga el objetivo de colocarnos en la realidad económica que vivimos.
Hacemos este parangón entre el serio e inmóvil Víctor Paz y el alegre y viajero Evo Morales no para ratificar el lugar común de los opinadores mediáticos que sostienen que Evo se convirtió al neoliberalismo. Como lo demuestra la experiencia internacional, el tener una economía saneada, entiéndase aquella que busca un saludable equilibrio entre ingresos y egresos no es un patrimonio de una corriente política específica, sino que es algo que aplican los gobiernos cuando se dan las condiciones políticas para hacerlo. Veamos.
Cuando Víctor Paz aplica el 21060 la coyuntura política le es favorable. Tiene mayoría congresal, los movimientos sindicales están sumamente debilitados y los partidos de izquierda viven todavía el trauma de saber que el socialismo es o no la mejor vía para llegar al capitalismo. La famosa frase de VPE de que el 21060 es coyuntural si por coyuntura hemos de entender los próximos 15 o 20 años retrata a cabalidad su talla de estadista que tiene un horizonte de largo plazo.
Cuando Evo lanza el decreto de subida de precios de los carburantes lo hace convencido de su fortaleza política: cuenta con amplia mayoría congresal, tiene una enorme influencia en el ámbito judicial, hay una manifiesta debilidad de la oposición y tiene el respaldo de la mayoría de los dirigentes sindicales y sociales dispuestos a sostener el proceso de cambio aún a costa de sus bases y de su propia popularidad. Por tanto, lo hecho por el gobierno masista se debe a un cálculo de recursos políticos antes que una adscripción a una corriente de política económica. El “gasolinazo” está basado en las siguientes premisas:
a) La popularidad de Evo y su liderazgo carismático son un capital político que puede resistir la aplicación de una política de shock. Capital que se debe cuidar y fortalecer siguiendo con la política de omnipresencia de Evo en los municipios del país, entregando obras y cheques. Es sintomático que Evo no haya sido quien de la mala noticia del proceso de cambio de precios y que lo que primero haya hecho en Bolivia, luego de dejar una estela de ayuda humanitaria en Venezuela, es entregar cheques y no explicar las razones de la aplicación de su política de shock. Evo es la cara buena, por eso no siempre da la cara, se diría, o como se dice en el ámbito popular: Evo es bueno, los malos son lo que le rodean y asesoran.
b) La inexistencia de una oposición política con capacidad de bloqueo tanto en el ámbito nacional como local. Sus principales líderes están en huida y otros están inmovilizados por diversas acusaciones judiciales, sin capacidad de articulación y de renovación de discurso.
c) Pleno respaldo de los movimientos sociales o más específicamente de su líderes a la política de shock. Ellos tienen la misión de explicar a sus bases las razones por las que el MAS no les consultó, y de que se deben beber el trago amargo de la desmultiplicación de sus escasos recursos a condición de sostener el proceso de cambio. El discurso es: suframos hoy que mañana Evo en el paraíso nos espera.
Otro dato no menos importante, es que el gobierno ha empezado a pensar en el largo plazo, Evo se siente tocado por la eternidad, piensa en su próxima gestión de gobierno y le seduce la idea de disponer de 350 millones de dólares producto del gasolinazo para su gestión.
En conflictos como el potosino, o el de las tierras bajas, Evo Morales puso en práctica las dos primeras premisas y el resultado fue una mayor fortaleza estatal, pero una fuerte pérdida de respaldo popular en esa región y sector. Éxito si, pero a un alto costo. La tercera premisa está en duda, se necesitará de habilidad política para convencer a las bases del instrumento político de que pese a que el discurso oficial dice que hoy vivimos, como nunca, en un país con ingentes recursos económicos, debemos estar, como siempre, cual mendigos sentados en trono de oro.