lunes, 30 de noviembre de 2015

EL GOBIERNO EN LA ENCRUCIJADA DEL PODER Y LA CORRUPCIÓN

En los últimos días el MAS está leyendo con cuidado las encuestas y escuchando atento a sus asesores de imagen gubernamental. Los datos les informan que un flanco débil de su gestión es la corrupción, un factor que les resta votos en su objetivo de lograr el triunfo del Si a la reforma de la constitución que permita la repostulación del binomio Evo-Álvaro para las elecciones presidenciales de 2019.


Entre los varios casos de corrupción, el más relevante es del Fondo de Desarrollo Indígena Originario Campesino (FONDIOC), tanto por el monto robado (se habla de 78 millones de bolivianos) como por los implicados en la misma. La fiscalía ha asumido acciones y ha ordenado la detención de  Julia ramos exministra de desarrollo rural y tierras, del Senador masista Jorge Choque y del  exdirigente del MAS Damián Condori.

Hace falta saber si estas acciones lograrán avanzar hacia otras personas que también tienen que ver con las denuncias de corrupción, veremos si también se investiga a otras implicadas como Nemesia Achacollo y Felipa Huanca que, hasta el momento, permanecen libres e intocadas. El hecho de que se hayan detenido a varios importantes dirigentes del MAS y que otros estén bajo sospecha, expresa, con toda nitidez, que la corrupción ha alcanzado a la médula y corazón del poder masista, lo que lo convierte en un factor de fuerte deslegitimación del gobierno.

Recordemos que, en varios países vecinos al nuestro,  la corrupción ha corroído la credibilidad y la popularidad de sus  gobiernos: en Brasil, uno de los factores de crisis política fue el hecho de que altos funcionarios fueron descubiertos en contratos oscuros e ilegales con la estatal petrolera Petrobras; que en Chile, Michel Bachelet empezó a descender en su popularidad cuando su hijo fue acusado de acceder a información gubernamental privilegiada; que en Argentina la debacle krichnerista empezó cuando varios personajes del gobierno fueron acusados no solo de corrupción sino de ligazón con el narcotráfico.



Luchar contra la corrupción cuando ella salpica a los principales dirigentes del partido es un gran desafío político. No puede el gobierno meter a la cárcel a sus operadores políticos sin debilitarse el mismo. Por ello, el gobierno de Morales, busca una ecuación en la que logre revertir sus negativos en su imagen en relación a la corrupción sin romper los equilibrios políticos al interior de su propio partido; en otras palabras, tiene la urgencia de mejorar en su intención de voto para el referendo de febrero de 2016, sin que esto genere una crisis que ponga en riesgo la unidad partidaria.

Esto es así, porque los implicados en la corrupción no son simples militantes masistas, en muchos casos, son verdaderos símbolos del partido, mujeres y hombres que estuvieron a lado de Morales y que fueron la bases con la que se construyó el MAS- IPSP. Algunos de ellos son representantes de los movimientos sociales que apoyaron la llegada de Morales al poder y que hoy trabajan duramente para que este líder continúe en la primera magistratura. Nemesia Achacollo, Felipa Huanca y Julia Ramos fueron, en su momento, dirigentes de la más importante organización sindical campesina como es la Confederación de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa; por su parte, Jorge Choque y Damián Condori fueron dirigentes de la Federación de Campesinos Tupak Katari y de la Federación de Campesinos de Chuquisaca respectivamente.


Al detener al importantes dirigentes del MAS el poder da muestras de luchar contra la corrupción, empero eso no puede ser todo, hace falta una profunda reforma de las instituciones ligadas a la justicia, lo que pasa necesariamente por dotar de independencia y autonomía a los poderes legislativo y el judicial, objetivos todavía impensables en tiempos en que el Estado trata de concentrar y no de ampliar el poder. 

lunes, 23 de noviembre de 2015

ELECCIONES EN ARGENTINA Y LA NECESIDAD DE REPENSAR EL ESTADO

El viernes pasado en la localidad de Huacalera, Jujuy-Argentina, el candidato opositor Mauricio Macri  -ataviado con una chalina que hacía recuerdo a las usadas por los bailarines del tinkuy en Bolivia- cerraba su campaña electoral con rogativas a la Pachamama y masticado de hojas de coca. Macri, quien según sus biógrafos, ingresó a la política contradiciendo las órdenes de su exigente padre (un empresario con intereses en telefonía móvil, construcciones y autos) terminaba así una larga campaña electoral donde había sido acusado, con razón y sin razón, de querer volver al pasado neoliberal, de buscar acuerdos con el FMI y de planificar un ajuste económico de duras connotaciones sociales. Macri rechazó todas estas sindicaciones, argumentando que lo que a la Argentina le urge hoy es más producción y menos cambios dramáticos, más instituciones y menos populismo, más cambio y menos continuismo. Uno de los hechos que señala la incomodidad y sorpresa de Macri ante esta campaña negativa es la pregunta que lanzó en el debate presidencial del domingo 15 de noviembre, dijo a su contendor Daniel Scioli: “¿en qué te has convertido o en qué te han convertido?”, para hacer alusión al hecho de que Scioli, conocido por espíritu conciliador, se había transformado en un portavoz del odio y de la denostación krichnerista.



           El día de ayer domingo 22 de noviembre, Macri ganó la segunda vuelta electoral, siendo electo como presidente de Argentina. Pese a que la diferencia con el segundo no fue la que esperaban los partidarios de Macri ni la que predijeron las encuestadoras, este resultado marca un cambio profundo de la composición de las elites políticas; transformación más notoria por cuanto el krichnerismo en el poder, se sentía invencible política y electoralmente.

¿Cuáles son los cambios que se pueden vislumbrar en el gobierno de Macri? A mi juicio el más notorio será en el plano internacional, Macri ha anunciado que pedirá la expulsión de Venezuela del Mercosur bajo el argumento de que el país caribeño no respeta los derechos humanos; también ha planteado una apertura comercial junto a una política de crecimiento empresarial que establezca acuerdos con países como Estados Unidos y Europa y, por último, ha prometido un estilo de gobernar que se anuncia será de menos ataque del adversario político y más de conciliación. En suma, lo que se viene con Macri es un alejamiento de la corriente de los países del giro a la izquierda como Venezuela, Ecuador y Bolivia y un acercamiento a países como Estados Unidos y Europa como imprescindibles socios comerciales y una gestión presidencial más abierta al pacto y la transparencia.

En el plano interno un aspecto clave será el diseño del rol del Estado.  Como se sabe, los regímenes de izquierda, pusieron como marca de gestión una revitalización del estado como ordenador de la economía y la sociedad. Tanto en Argentina, Ecuador, Venezuela y Bolivia, el estado retornó acompañado de una gran cantidad de dólares provenientes de la venta de recursos naturales que dotó a los gobernantes de una gran disponibilidad de recursos para impulsar la economía, desarrollar obras de infraestructura y ejecutar programas sociales. Empero, este retorno, no trajo institucionalidad democrática ni mayor autonomía estatal; en los hechos el estado fue capturado por grupos de poder que lo hicieron funcional a su proyecto de poder.



Es más, una amplia evidencia empírica señala que hoy el estado en América Latina adolece de los mismos problemas estructurales de las décadas anteriores al giro a la izquierda, que se reflejan en que el estado no llega a todos los espacios territoriales del país y que, cuando lo hace, no puede imponer orden y autoridad. Con mucha frecuencia, el estado es desafiado por redes de corrupción que tuercen la legalidad; no puede controlar las redes de delincuencia y de narcotráfico; y tiene que negociar con grupos de interés político y económico en desmedro de los intereses de la comunidad y del medio ambiente.


La naturaleza de estos problemas no son exclusivos de la Argentina, Bolivia en mayor o menor medida también los padece. Empero pensar en un cambio hacia el neoliberalismo es un error tanto como pensar que no se debe enmendar los yerros de los gobiernos de izquierda. Por ello, lo que haga Macri en los primeros meses de su gestión puede marcar algunos caminos y obstáculos para los nuevos desafíos que debe afrontar el estado en Bolivia.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

LA SOBERANÍA

Es muy común pensar que la única forma de referirnos a la soberanía del estado es en relación a la categoría pueblo. Sin embargo esto no es así en otros países. Al respecto Theda Skopol señala:
"los europeos continentales piensan que la “soberanía” reside en las instituciones administrativas centralizadas, los británicos se centran en los partidos políticos, en el parlamento y los ciudadanos estadounidenses se niegan a calificar de soberano a ningún órgano concreto, atribuyendo la soberanía al Derecho y a la Constitución".
En Bolivia nuestra cultura política nos impide pensar que la soberanía o parte de ella reside en las instituciones políticas, por eso esperamos muy poco de ellas, las miramos con desconfianza sino animadversión. Preferimos pensar que la soberanía reside en nosotros, en el pueblo, en ese colectivo que cada cierto tiempo va a votar o que lucha en las calles. Pero como el pueblo no puede estar en todos los momentos haciendo uso de su soberanía, necesita de un líder que le señale el rumbo, un caudillo que interprete las verdaderas necesidades del pueblo.
Que en Bolivia de vez en cuando aparezcan líderes que quieran estar en el poder indefinidamente, no solo tiene que ver con la política, sino también con la forma como imaginamos el estado y sus instituciones.

lunes, 16 de noviembre de 2015

REFERENDO PARA LA REPOSTULACIÓN PRESIDENCIAL. ¿NACE UNA NUEVA OPOSICIÓN EN BOLIVIA?

En torno al No a un cambio en la constitución que permita una nueva repostulación presidencial se van configurando las características de la nueva oposición en Bolivia. En primer lugar se trata de una oposición que no discute los elementos básicos de la corriente masista, como es la nacionalización de los hidrocarburos, la política de  bonos, la inclusión social. Lo que pone en cuestión, que no es poco, es la deriva populista del proceso de cambio que ha convertido a Evo Morales en el eje en torno al cual giran todas las decisiones gubernamentales.


Gran parte de esta oposición ha hecho sus primeras armas junto al llamado proceso de cambio y se ha alejado del MAS por divergencias con la cúpula masista, a la cual acusa de haber creado un círculo cerrado en torno al poder gubernamental. Se podría decir que ellos son los desencantados de Morales pero no del proceso de cambio. En ese sentido, ellos critican que el MAS se haya convertido en una maquinaria para reproducir el poder, pero no un instrumento para profundizar la democratización del estado.

Amalia Pando, Eduardo Maldonado, Cecilia Chacón o Damian Condori, que ya han dicho que harán campaña por el No, son personas a las cuales no se les puede acusar de estar en la línea contraria al proceso de cambio sino a la forma de gobernar del MAS. Han criticado la amenaza estatal sobre los medios de comunicación,  los acuerdos cupulares para la designación de candidatos, el no respeto por la madre tierra y la forma violenta de la resolución de conflictos. Es más, son líderes que han salido de las canteras del MAS y que apoyaron las medidas de la primera gestión de Morales (2006-2008), por tanto de ellos no se puede sospechar de derechismo o de oposición al actual modelo de estado.

Si dejamos de lado que la otra oposición, la Samuel y Tuto no participará de forma directa (ellos calladitos esperarán a ver qué pasa) podemos decir que lo que se juega en febrero es un estilo de gobierno y no un modelo de estado. Lo que medirán las urnas el 21 de febrero de 2016 será el cansancio con un estilo de gobernar que tiene como rasgos la concentración del poder, el cierre de la libertad de expresión, la no alternancia en el poder. Aspectos que tienen como símbolo el referendo para permitir un cuarto mandato del binomio Morales – García.

Aunque todas las comparaciones son odiosas, en ciencia política no lo son, por eso vale la pena ver lo que ocurre más allá de nuestras fronteras. En Argentina, por ejemplo, el debate se ha centrado en un cambio en la forma de gobernar. Los spots del candidato opositor Mauricio Macri ponen énfasis en un cambio en un estilo de gobierno que ha hecho del ataque al adversario y de la concentración del poder sus rasgos más relevantes. Lo que propone Macri es salir de este esquema para ingresar a otro donde la ciudadanía se reencuentre, se mire sin odios y lejos de la polarización política (en muchos casos creada artificialmente por Cristina Krichner). Por su parte, el oficialista Daniel Scioli, en la última parte de su campaña, ha tratado de mostrar que si él no es elegido como presidente lo que viene es una supresión de los beneficios sociales conseguidos durante los años de gobierno del matrimonio Krichner-Fernandez. El mensaje es claro, sin el krichnerismo en el poder, no hay futuro posible para la Argentina.


En Bolivia las campañas irán por un rumbo parecido. El MAS tratará de mostrar el voto por el Si como un voto por el modelo de estado, (poniendo énfasis en que este no puede continuar si no es bajo el liderazgo de Morales y García ) y de que votar por el No es votar por el retorno al estado neoliberal y a su sistema de partidos. En suma, el MAS tratará de llevar el debate hacia la gestión de gobierno, aunque eso no sea el tema central, puesto que en el referendo no se juega ningún espacio de poder.

Por su parte, los partidarios de la opción del No tratarán de mostrar que lo que se juega no es tanto el modelo del estado, sino de una forma de gobernar que coarta la libertad de expresión, que elimina el equilibrio de poderes y que concentra la decisión en una sola persona.  


En esas condiciones, todo dependerá de cómo maneje su discurso la opción por el No para convencer de que hay vida para el estado plurinacional, más allá de Morales, discurso absolutamente contrario al del MAS que tratará de convencer de que si no mantenemos en el poder al binomio Morales – García, Bolivia, sencillamente, carece de futuro. 

lunes, 9 de noviembre de 2015

¿DEMOCRACIA DEL MIEDO?

Al parecer en América Latina vivimos un particular momento en la política, donde los gobernantes hacen esfuerzos por tratar de concentrar el poder mientras que la sociedad se empeña en abrirlo. Una etapa en que los líderes políticos buscan que las fidelidades partidarias sean monolíticas y de largo plazo cuando la gente tiene lealtades difusas y cambiantes que se expresan en votaciones distintas según cada espacio de poder, nacional o local; un estado que busca controlar, homogeneizar y sancionar a una  sociedad cuya característica, en cambio, parece ser la heterogeneidad, la liquidez como diría Bauman. ¿No es acaso una expresión de esto el esfuerzo del estado  por controlar los medios de comunicación cuando la sociedad, a través de las redes de internet, no solo que recibe información sino que la comenta y genera?


Ante esto el recurso del poder es apelar a que la masa actúe guiada por sus temores, por su incertidumbre. La fórmula es simple: se muestran las prestaciones sociales para la salud o la educación como creaciones del gobierno en el poder y luego se afirma que todo eso se perderá si gana el candidato de la oposición. Lo preocupante  de estas estrategias es su efectividad, así ganó la segunda vuelta para las elecciones presidenciales Dilma Roussef contra Aécio Neves en Brasil y es la apuesta de Cristina Kirchner para anular a Mauricio Macri  y volcar los votos a favor de Daniel Scioli en la segunda vuelta para las elecciones presidenciales en Argentina.

Es cierto, una de las características de la sociedad actual es la incertidumbre, pero ello entre sus causas está la ausencia de instituciones capaces de dotar al ciudadano de certeza en la igualdad de las reglas y  en la expectativa de un estado capaz de hacer cumplir las mismas. El miedo al futuro nace cuando desde el estado se construye un discurso que defiende que todo lo logrado como bienestar social no es producto del movimiento de la sociedad sino el resultado de las acciones de un líder o lidereza, mismos que, en su magnanimidad, deciden conducir a la sociedad hacia mejores días. Así el futuro solo puede ser posible si esos gobernantes permanecen en el poder.

Lo curioso es que este panorama se presenta en regímenes que tienen como discurso el fortalecimiento del estado y de sus instituciones y que, en realidad lo que hacen es concentrar el poder; se presenta en gobiernos que construyen un gobierno cada vez más vigilante y punitivo pero que no edifican un estado que garantice la justicia; aparece con un estado paternalista que decide, desde arriba, lo que quiere la gente pero que es sorda a sus demandas.

Esta apelación al miedo como estrategia política se presenta en gobiernos que han perdido capacidad de dar visiones de futuro que sean producto de la coherencia entre sus postulados y sus actos; en gobiernos que dicen luchar por naturaleza y a la vez buscan construir carreteras o explotar petróleo en parques ecológicos; que postulan combatir por la justicia social y promueven nuevas oligarquías, en fin, en regímenes que toman como bandera la lucha contra la corrupción y no encarcelan a los que la promueven.  Empero la situación política en Brasil y Argentina donde los movimientos ciudadanos protestan contra estos regímenes nos muestran que, en realidad, quien le teme al futuro es el poder y no la sociedad.